miércoles, 1 de diciembre de 2010

Se llama Valentín González.

Nada que ver con "El Campesino" que fue un famoso líder con perilla, que tuvo el ejército popular republicano. Valentín, aunque en la guerra estuvo de cartero, es mucho más valiente.
Nuestro Valentín González nació el día de San Valentín de 1912 ó 1913 en San Esteban del Valle. Espero que esté vivo. Hasta hace 2 años sembraba su huerto. Cuando le conocí sólo tenía un defecto: estaba casi completamente sordo.
En 1936 trabajaba de peón caminero en la carretera de Serranillos.
La guerra había comenzado. Primero, el golpe secundado por la Guardia Civil de Arenas de San Pedro, que cambió el ayuntamiento democrático de San Esteban el 22 de julio. Después, la llegada de los rojos desde Madrid que reocuparon el Valle y prepararon un frente en el Puerto de el Pico. Eso fue a primeros de agosto. Ya nadie pagaba a los camineros. Empezaron las incautaciones de los comercios y los primeros asesinatos. El 19 de agosto, un grupo de rojos de Santa Cruz del Valle mató a dos hermanos de San Esteban, jóvenes, y a otro hombre más mayor, Avelino, por error, y porque trató de huir.
El 22 de agosto, sus compañeros camineros, sabiendo que no iban a cobrar, le sugerían que fueran todos a luchar "al Puerto". Allí, al menos, se comía. Estaban sacrificando las vacas de los prados de montaña que pastaban en aquellos altos. Él se negó por dos veces, pero luego se unió a sus compañeros. Seguramente pesó el saber que en el pueblo habían matado gente. "Eso no está bien". Si al final se veían metidos en la guerra, por lo menos, que fuera de frente. Mientras se dirigían al puerto del Pico, Valentín miró hacia una piedra y se dijo: "no vamos a un baile". Aquella noche hizo su primera guardia junto a unos compañeros de Cuevas del Valle. Días después, participó en una escaramuza; entonces montó en coche por primera vez.
El día cuatro de setiembre de madrugada vio que los nacionales se acercaban. Tiró entero un cargador de cinco balas hacia los atacantes, pero las fuerzas del coronel Monasterio seguían avanzando. Viéndose copados, con varios compañeros decidió retirarse directamente hacia Arenas de San Pedro. Bajaron por "el Pellejo". Uno no podía seguir y se quedó por el camino. No tengo muy claro si murió de un tiro o despeñado.
No quiso ir a San Esteban del Valle. "Al pueblo no se podía ir a na bueno". Algunos de los que sí fueron aprovecharon para matar a cuatro personas.
Luego, de derrota en derrota, con balazo en la Casa de Campo incluído, una operación y vuelta al frente ahora en Levante, hasta la derrota final. Cuando volvió al pueblo estuvo algún día en el calabozo, por un detalle que me guardo para el libro, pero no se metieron más con él.
"Con mi vida se haría una novela cojonudísima" Me cantó canciones y me contó más detalles de una vida, larga, ancha y dura. Estoy de acuerdo. Tengo más de una hora de conversación, y en mi libro tendrá, al menos, un par de folios. He querido seguir hablando con él. La última vez que llamé a su puerta, su yerno me dijo: "no está". Pero me mintió; antes de llamar yo había oido la bandurria de Valentín. Este hombre, a sus 96 años, todavía se entretenía rascando las cuerdas. Pero, al estar sordo, no puede afinarlas y suena fatal.
Me contó que cuando se despierta por la noche se pone a contar los muertos de la guerra. Va de arriba a abajo, de barrio en barrio, de casa en casa..., y así, a veces, se duerme.

1 comentario:

  1. Tuvo la suerte de sobrevivir y de que lo dejaran en paz. Mi simpatía para él.

    Josh

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