martes, 8 de febrero de 2011

Josef Haydn, el maldito antimaldito.



En estos días tengo gozando al reproductor de música un disco de Haydn. Es de piano (algunas sonatas Hb. XVI) y, agradecido,  vengo a proclamar que no tienen nada que envidiar a las de Mozart, quizá sí a las de Beethoven, pero estoy por decir que tampoco.
Yo esto creo que lo sabía, porque me habían gustado mucho alguna vez que las oí por la radio tocadas por Sviatoslav Ricter, y porque hace muchos años descubrí los cuartetos de cuerda de Haydn, y ahí no me cabe duda: son los mejores.
Compuso más de 100 sinfonías, que no he escuchado en su totalidad, pero tengo que reconocer que no me llegan tanto como las de Brahms o Beethoven. Compuso otras muchas músicas, todas excelentes. Sin duda, es el más prolífico de los grandes compositores.
Pero, y aquí viene su malditismo, estoy seguro de que no es el músico favorito de nadie. Probablemente porque vivió mucho, 77 años y le fue bien, tuvo la mejor orquesta del mundo a su disposición, y desarrolló su carrera en los grandes escenarios de entonces: Austria-Hungría y Londres. Si queréis ser originales decid que Haydn es vuestro músico favorito. Sería justo, pero vuestros interlocutores os mirarán raro.
Y es que no tiene la mala suerte de Schubert, que murió románticamente a los 31 años, siendo el genio más malogrado de toda la historia. Ni de Mozart que es el más famoso, pero sólo el segundo genio más malogrado de la historia. Ni de Beethoven, paradójicamente sordo.  Ni de Chopin, tan delicado. Ni de Brahms, tan sólido. Ni de Wagner, tan racial. Ni de Django Reindjart tan gitano. Ni de Elvis, tan elvis, ni de Charlie Parker, tan obsesivo…
Estoy seguro de que hay cientos de músicos que pueden ser los preferidos del público mundial, pero al pobre de Haydn, la gente como mucho lo citará en cuarto o quinto lugar y no es que le falte capacidad innovadora, ni técnica, ni melodías geniales; le falta el carisma absoluto que pueden tener esos otros que he citado y muchos más, Piazzolla, Michael Jackson, Satie, Paco de Lucía, Shostakovich, Jobim, Gershiwin, Vivaldi, Springsteeen…

Después de lo que le he gozado estos días me da un poco de rabia, que en todo el mundo nadie le prefiera, porque es tan bueno como mi favorito: Juan Sebastián Bach.

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