miércoles, 9 de febrero de 2011

Lo digital ¿era la caja de Pandora?


Hace diez, doce, catorce, dieciséis, dieciocho años, en España el principal problema era el paro. El déficit público, la ruina de las administraciones, no eran temas importantes, ni preocupaban a casi nadie.
Hoy el principal problema sigue siendo el paro, entre medias hubo mucha especulación inmobiliaria, pero también una revolución digital, que es de lo que voy a hablar ahora.
Ahora llamamos mucho más por teléfono, y nos sale más barato. Eso está bien, y se han creado puestos de trabajo que antes no existían, porque lo pagamos.
También tenemos una nueva pantalla en casa que nos trae información y contenidos: la Internet.
Hay muchas personas en España que defienden que toda la cultura tiene que llegarnos gratis por Internet. Ya no pagaremos por ella, ni entradas de cine, ni libros, ni discos.
Consecuencia: la gente que trabajaba en esto de crear cultura, que vivía de esto de crear cultura, que pagaba impuestos de esto de crear cultura y que consumía con el dinero que ganaba de crear cultura, se van quedando en el paro. ¿Cuántos son, vendedores, diseñadores, transportistas, arreglistas, técnicos de sonido, cámaras, músicos, actores, hoteles, restaurantes, estudios de grabación, propietarios de cines, de videoclubes…?
Nadie quiere gastar un poco de dinero en mantenerlos. Debía ser un gran problema para los españoles y un gran gasto pagar entradas de cine, comprar discos, o alquilar películas. Pues ahora todos estos trabajadores y trabajadoras, empresarios y empresarias que antes cotizaban, pagaban impuestos y generaban IVA, tendrán que cobrar el paro u otras ayudas. Pero tampoco comprarán casas, ni comerán en restaurantes, ni viajarán, ni siquiera cambiarán de sofá aunque se les caiga a cachos. Con lo cual el empleo disminuye, y aumenta el paro de todos los sectores, y con ello el déficit público y esta dinámica es peligrosa. No sé si la felicidad que genera conseguir esas cosas gratis compensa la infelicidad que genera a los que vivían de ello.
Una pequeña fábula que vi. Un hombre tenía una tienda donde alquilaba películas y también vendía juegos de ordenador y de consolas. Un mal día supo que se podían trucar las maquinitas haciendo un puente y poco después, alguien entró a preguntar si allí trucaban las máquinas. El hombre se quedó pensando. Un poco más tarde, como había demanda,  comenzó a ser intermediario en el pirateo de las videoconsolas, con el argumento de que si no lo hacía él, lo harían otros. A los seis meses cerró la tienda. Puede que fuera inevitable, pero creo que el dinero que cobró por el pirateo no debió compensarle. No creo que sea feliz: pirateó hasta su derecho al pataleo.

Veamos otros sectores en crisis. Las tiendas de fotos, si siguen el patrón que he comprobado yo en el sitio donde vivo, en estos cinco años, habrán cerrado la mitad. Muchas aguantan porque está próxima la jubilación, pero no porque confíen en el futuro. ¿Gastábamos mucho en fotografías? y sí gastaba, pero para mí era sostenible pagar a la empresa que hacía el carrete, a la tienda que me lo recogía al transportista que lo llevaba y traía al laboratorio y a la tienda que me lo volvía a entregar, y un poco de IVA para el estado. Hoy no, hace cinco años que no revelo un carrete. Incluso un carrete se quedó en mi casa sin gastar y caducó, como mi cámara réflex. Creo que esto no tiene remedio, pero no sé si genera más infelicidad que felicidad.
Los periódicos escritos, no hacen más que caer, en ventas en calidad, en publicidad ¿Cómo van a mantenerse si la información que vendían, ahora la regalan por internet?, sin transportes, sin papel, sin kioscos, sin IVA, sin beneficios, más gente al paro. ¿El precio de los periódicos era un problema? No, ya lo he dicho, era el paro. Tampoco sé cual es el balance de la felicidad.
No nos enteramos. Ahora casi todos hacemos lo que nos proporciona Google y esta empresa es inteligente. Seguramente estos señores, que -por cierto- son dueños de este blog y de todos los demás, ganan mucho dinero porque casi todo pasa por ellos, pero eso no me preocupa.

Los que me preocupan son los que pierden. No sé si eso es ser de izquierdas o de derechas.
Diréis que soy tonto: hace seis años me encontré 50€ en el suelo y me entristecí porque pensé que mi felicidad al recoger aquel dinero no era tan grande como la infelicidad de quien se enteró que lo había perdido.

Existe una maravillosa película que siempre nos pone alguna cadena de televisión por navidad. Se titula ¿Qué bello es vivir? Frank Capra, James Stuart…Creo que al final lo que le salva al protagonista de la depresión económica son sus vecinos; lo que es la economía: solidaridad. Comprar para que el vecino tenga dinero para pagarte a ti.
También –añado yo- pagar impuestos para que el estado te dé servicios, planifique, te proteja, te asista.
Mejor muchos pagando pocos impuestos, que pocos pagando muchos impuestos. Mejor impuestos directos que impuestos indirectos. Una sociedad tiene que ser como una máquina bien engrasada y eficiente, donde todos nos ayudemos y todos podamos vivir dignamente de nuestro trabajo.
Creo que sólo arreglaremos el paro con solidaridad, con inteligencia.

Pero me parece a mí que lo digital nos ha hecho menos solidarios y no nos ha hecho más inteligentes.

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