viernes, 18 de febrero de 2011

Yo también conocí a Juan Manuel Larumbe.



Hasta estuvo en mi casa (de alquiler) en Zaragoza,  primero para recoger y después para devolverme un disquete, esas cositas rectangulares que antes metíamos y sacábamos de los ordenadores para acarrear 720 kb. de información.
También quedamos en un cibercafé, y en la calle, otro día, donde le dije que yo no metería dinero en su empresa: Editorial Premura.
Juan Manuel Larumbe no es un invento, ni un personaje de ficción como Castor Vicente Zamacois (el protagonista del famoso corto “15 días” de Rodrigo Cortés) mucha gente le conoce. Aunque los que he visto, marcando hoy su nombre, parece que quisieran no haberle conocido nunca; comprobadlo en Internet. Yo me confié a él, ¿qué podía hacer si el día que me puse a trabajar de peón en la empresa Jamones Velázquez estaba allí, también de lo mismo? aunque no duró una semana. Encontrar en un ambiente proletario, muy rudo, a alguien que quiere ser editor, para mí, que tenía aquel disquete con mis obras como tabla de salvación, sólo podía ser un golpe de suerte.
Por aquel entonces, febrero del 99, yo sí lo tuve, me publicaron una carta en El País. Le enseñé el periódico, y me dijo que eso no tenía importancia. Empezó mal, porque para mí tenía mucho mérito.
Le dejé el disquete y un mes después, en el cibercafé no me lo devolvió, se me puso a hablar de que no podía llamar a mi personaje protagonista Mariano Pérez, que ése no es un nombre para el protagonista de una novela. ¿Y nada más -diréis- en una novela de 230 hojas? Pues nada más. Me habló algo de Paul Auster, a quien yo no he leído todavía, y también hizo un chiste muy malo sobre “El Aleph” de Borges, que no reí. Aboné las consumiciones, aunque él fue el que quería entrar en el bar. Incluso le pagué la conexión a Internet de media hora: andaba muy mal de “pelas”. Yo me las ganaba muy duramente. He olvidado las cosas que me prometió, pero todo parecía quimera. Lo que es extraño es lo que consiguió de mí: hacerme pagar en un bar.
Otro día vino a mi casa; a devolverme el disquete, pero no hablamos de mis cuentos, ni de mi novela. Me volcó en el ordenador sus 5 ó 6 relatos: me retó a que averiguara cuál había sido un segundo premio, pero, puntualizó inmediatamente, porque el primero lo ganó otro Juan Manuel (no sé si me hizo un chiste o se refirió directamente a Juan Manuel de Prada) Los leí, los tengo en el ordenador 486. Eran malos, supongo que me seguirán pareciendo malísimos, pero no voy a perder el tiempo en comprobarlo.
Desconectamos cuando le dije que no creía en su proyecto. Pensé que era un personaje que trataba de sobrevivir.
Como era la única persona que conocía que tuviera que ver con Internet miré su nombre algunas veces  cuando me conecté en estos años. Supe que nació Editorial Premura, que hasta salió en Babelia de “El País” en un reportaje sobre nuevos editores, con lo cual pensé que había triunfado, pero parece que no. 
Nunca he creído en que se pueda vivir de los libros digitales, me parece que un libro es -muchas veces- un objeto de regalo, que adorna una estantería, que define al propietario del mueble (por eso hay libros de atrezzo) y hay muchos libros no leídos, (en mi casa demasiados) y los grandes lectores son los que van a las bibliotecas públicas, y para colmo, ahora muchos libros se piratean por internet.
Concluyo: económicamente, sólo creo en el libro de tomo y lomo; “rebus sic stantibus” y será por bastante tiempo.
Volviendo a la persona, ahora pienso que sigue siendo lo que era, a tenor de lo que se ve en google. Y como casi me salió gratis, (mirad que soy tacaño que no me olvido del cibercafé, parece un ajuste de cuentas) me alegro, sobre todo por si algún día me da juego literariamente, de haber conocido al personaje. 

3 comentarios:

  1. Qué tipo tan singular, por no decir algo más grosero. He hecho una búsqueda y se ve que lo persiguen en medio mundo. Fácil que no le deba sólo a los clientes, seguro que ni los componedores ni los maquetistas ni los impresores cobraban. Repugnante. Sálvese el que pueda.

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  2. Me parece increíble que este personaje siga dando que hablar. Yo también lo conocí, y me engatusó con sus promesas y expectativas. Me dijo que había reconvertido su "editorial" y que quería fundar una agencia literaria. Me pidió varias cosas con la promesa de mandarlas a varias editoriales. Más tarde me enteré que no había mandado nada, ni siquiera una carta de presentación o de propuesta editorial. Sin embargo, él persistía en sus quimeras, eso es lo más llamativo de él, porque estoy casi convencido de que verdaderamente él llegaba a creerse sus fantasías y, lamentablemente, a algunos llegó a contagiarnos su entusiasmo. Pero todo se quedaba en eso, en entusiasmo, porque lo demás era inacción total, mentiras, silencios, plazos incumplidos. La verdad es que da para un personaje de libro, bien pensado.

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  3. Creo que habra coincidido con miles de personas desde que lo conocí.
    Escribiamos en el mismo foro y como una menda sabe que no es su finalidad publicar, pero juego con las palabras y disfruto con ello, me basta. Siempre he sido un poco pava que no tonta y me caia bien, parecía vulnerable y solitario. Coincidimos con " artistas" de esa epoca que se las daban todos de mega escritores y sinceramente con el que me sentia mas cercano fue con el... supongo que al ver que no me impresionaba nada de lo que hablaban y no podria usarme... despues de esa cena y charlas etc... decidio que quizas estaba colada por el y que mejor apartarse de mi... curioso que siempre pense, que mal te comunicas para que alguien pueda ver lo que no habia en mi actitud... Bueno, celebro no dejarme impresionar por segun que cosas y haber seguido mi vida apartada de los " laureles" y " florituras" de quien se supone que tiene arte. Y si, quizas no importe nada lo que cuento, pero leyendo a Ezcritor y su lucha por publicar he recordado a Juan Manuel y me encuentro con esto... solo espero que con ella si que sea feliz y no fuera todo una mentira. Un abrazo, que tiempos!

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