jueves, 29 de septiembre de 2011

Lo que nos espera: Rajoy

Creo que no tengo nada contra los gallegos comunes que conozco. Los propios, los más nocivos de los que andan por ahí son los hermanos Fidel y Raúl Castro, golpistas, permanentes, autoritarios y pesados hasta la muerte, a quienes como a Franco “la historia no absolverá”.

Hubo otro gallego presidente del gobierno, Santiago Casares Quiroga, que seguramente por esa inacción, falta de carácter, timideces y cálculos para nadar y guardar la ropa, le organizaron y pegaron nada menos que el golpe de estado del 18 de julio de 1936. Creo que no duró un par de días más como presidente del gobierno.

Resulta que ahora Zapatero repone el impuesto de patrimonio para grandes fortunas.(así entiendo yo a los que tienen un millón de euros) Seguramente un guiño al electorado de izquierdas pero, mayormente, porque hace y hará falta dinero. Este dinero lo recaudará con toda seguridad la administración de Rajoy, ya que el impuesto entra en vigor el año que viene. Resulta que la cabeza económica de su equipo Cristóbal Montoro, dice que lo dejará “morir” dentro de dos años, ya que este es el plazo temporal por el que lo ha repuesto el gobierno socialista.

Vale: has votado que no, tú no pones impuestos, faltaría más, pero puedes retirarlo nada más entrar en el gobierno, y  no lo vas a hacer. No vas adar las gracias, es un favor que te ha hecho Zapatero, a ti y a España, ya que es altamente improbable que lo vaya a gestionar Rubalcaba. Será que se lo han exigido desde la cabeza de Europa, o que hará muchísima falta a quien nos gobierne.

Pues Rajoy, más tibio todavía, dice, a mes y medio de las elecciones, que ya se verá. Hace un par de semanas preguntado por las listas electorales dijo algo así como “huy, que se ocupe de eso el comité electoral, que no hay nada peor que elegir entre personas”.

Pues este señor es el que tiene que elegir a las personas del gobierno que nos gobernará los próximos cuatro años. Y mientras tanto, tendrá que espantarse esa pereza para tomar decisiones que perjudicarán a algunos en beneficio de la mayoría, porque esta crisis no se resolverá por el simple paso del tiempo.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

¡MÁS MADERA!


Hace dos años y tres meses se produjo en el Barranco de las Cinco Villas un devastador incendio que mató millones de árboles y emitió millones de metros cúbicos de CO2 a la atmósfera, “colapsando” además para los próximos 50 años una hermosísima y eficiente “fábrica” transformadora de CO2 en oxígeno.

(no necesito decir que eso generó erosión, mató especies animales, aceleró el cambio climático, perjudicó la retención de humedad de las lluvias, empeoró la calidad del agua y espantó al turismo, aparte de que lo que nos deprimió a los habitantes) 

Durante el incendio, producido el 28 de julio de 2009, se liberó, agobiando y casi asfixiando a los que estaban allí (Cuevas del Valle tuvo que ser evacuada), energía calorífica suficiente  para calentar toda la provincia de Ávila dos inviernos (los inviernos en ese territorio duran 8 meses). Una gran parte de la madera quemada, -sólo troncos-, se la estuvo llevando durante año y medio una empresa cuyos camiones tenían el rótulo de “Biomasa Castaño” ignoro con qué fin, pero por el título me atrevería a apuntar que para su quema controlada en la producción de energía eléctrica.(Demasiado tarde)


Existe el proyecto, o una promesa electoral para captar votos, de construir una central de biomasa en nuestro Barranco, que perdió 2/3 de su masa forestal en aquel criminal incendio “a burro muerto, cebada hasta el rabo”.  Sin duda está mejor que la quema incontrolada que se produjo aquella funesta tarde.


Para más abundancia, os recuerdo que en el verano del año pasado hasta la gélida Rusia ( la región de Moscú) también se vio dramáticamente acosada por devastadores incendios.



Está muy claro que desde el descubrimiento del fuego hasta finales del S. XX el hombre se ha calentado con madera. Justo cuando se nos están acabando los combustibles fósiles en el siglo XX y XXI la mayoría de los europeos nos calentamos con gas natural importado. Es moderno, limpio,  cómodo y bastante seguro, además propicia el individualismo de la “calefacción individual”. No genera residuos sólidos, ni ocupa espacio en nuestras casas. El único problema es la factura de más de cien euros mensuales.

Mientras tanto, en Europa, en España mucho más, hay paro. Mientras tanto, en Europa los bosques, que desde hace siglos no son autóctonos sino repoblados con especies adecuadas para conseguir madera de construcción (que casi no se precisa) traviesas de ferrocarril (ahora son de cemento), y muebles y para la fabricación de papel (que empieza a reducirse su consumo a la par que se aumenta su reciclado), crecen sin la necesaria corta periódica: lo que se llama “gestión” del bosque. Este crecimiento sin poda los transforma en pasto de pirómanos o especuladores; tragedias veraniegas, con muchos medios que hay que emplear para la extinción y algunos muertos por el camino (en nuestro incendio murieron dos personas, uno de ellos bombero)

El  dato: un mes antes del devastador incendio en el Barranco de las Cinco Villas se sacaron a subasta los lotes de madera que los ingenieros forestales calculan para la gestión del bosque y nadie acudió a la puja.



Estoy a favor de las fábricas que transformen la gestión de la biomasa en calor para producir electricidad, o lo que es lo mismo: de la quema controlada frente a la quema incontrolada. Estoy muy a favor de la energía autóctona frente a la energía importada.



Pero esto se puede hacer también de una forma más sencilla: la calefacción directa desde los productos forestales. En las ciudades hay miles de edificios públicos, y de bloques de pisos que podrían y deberían calentarse con madera. Aunque habría que hacerlo manualmente. Ningún problema en España, pues esto generaría miles de puestos de trabajo, sustituyendo además un factor importado y fósil, por uno autóctono y renovable, eliminando simultáneamente los peligros de los incendios forestales.

La cuestión está en la escasa potencia energética de la madera en relación con su volumen; es la razón por la que precisamos intensivamente mano de obra.

Se necesitan más leñadores. Se necesitan transportistas que lo lleven a una central que transforme la madera en aglomerados cúbicos, por ejemplo de 10 kilos de peso, que serán más fácilmente transportables y almacenables en el punto de destino final. Se necesitan grandes transportistas que distribuyan los aglomerados cúbicos en los almacenes mayoristas y distribuidores minoristas que los acerquen a los edificios. Por último se necesitaría una legión de fogoneros que renovaran el combustible de las calderas y retiraran las cenizas. Un mismo “fogonero” puede trabajar en varios edificios cercanos. Un gran edificio precisa de sólo de una pequeña habitación donde acumular 100 ó 200 paquetes de cinco kilos de madera que serán su consumo para dos días, que se renovaría con ese mismo ritmo.

¿De dónde me sale la energía para  transportar tanta madera? Pues de una parte del gas natural que continuaremos importando.

Quizá, pensando que la madera sería casi gratuita, los sueldos de los fogoneros transformadores y transportistas puede que supongan que nuestro calor invernal nos salga algo más caro, pero sabremos que, a cambio, estamos dando trabajo autóctono y evitando incendios.


domingo, 25 de septiembre de 2011

(Aunque todavía falta mucho)Ya tengo la introducción del libro

Cuando, en 2006, llegué al Barranco, en las oficinas del Juzgado de Paz y Registro Civil de Mombeltrán, descansaban apilados en arqueadas estanterías como doscientos cincuenta kilos de carpetas y hatijos de papel de índole varia y precario estado de conservación. Contenían diversos documentos: recibos de agua, actas de las elecciones a las cortes orgánicas y  cientos de oficios acusando la recepción  de otros muchos papeles y expedientes; y muchas carpetillas de actos de conciliación de conflictivos linderos -hoy abandonados a las zarzas-, todo fermentado con polvos y humedades. Por su inoperancia práctica, una compañera me convenció de que lo trasladáramos a una dependencia aledaña para perderlos de vista y, sobre todo, de olfato, pues expelían un agobiante olor a asma.

Quiso la suerte que en este aleatorio traslado una carpeta azul de dos gruesos cartones atados con unas cintas, quedara coronando un montón de cartapacios que habíamos apilado encima de una silla.

Meses adelante, ya en 2007, el papelillo que figuraba escrito a máquina en el frontal de aquella carpeta azul excitó mi curiosidad, pues rezaba:



DOCUMENTACION DE LA JUNTA LOCAL DE LIBERTAD VIGILADA.          



Nada más desatar las cintas de la carpeta saltó a mis ojos un cuadro de extensión superior al doble folio con información sobre un censo de liberados en el que se consignaban, además de sus penas y las últimas prisiones donde estuvieron encarcelados, la conceptuación política de los sujetos: comunistas, socialistas o  republicanos. Seguramente fue  realizado por una comisión y está fechado 27 de noviembre de 1943.

Este histórico documento, que se reproducirá y se comentará más adelante, fue la chispa  detonante de la inquietud que ha originado este libro.

Con anterioridad a este hallazgo  ya había buscado y encontrado rastros de La Guerra en los tomos del Libro de Defunciones del Registro Civil indudablemente atribuibles al conflicto, pues las causas que se consignaron en el apartado correspondiente eran los sucesos revolucionarios, choque con tropas nacionales, heridas de arma de fuego o heridas de guerra. Eran bastantes: a finales de 1936, se registraban unos veinte, pero por entonces, no fue un acicate suficiente para ponerme a esta tarea. Pero me llamó la atención que en esta aparecida carpeta, unas personas del bando vencedor del pueblo de Mombeltrán se permitían atribuir a otras una concreta ideología de izquierdas. Además, pude ver que ejercían mucho poder sobre las vidas de sus paisanos a través de los informes que emitían.  Imaginé esas reuniones, -conozco por el ejercicio de mi profesión, que es de mucho escuchar, la idiosincrasia de los habitantes de este Valle- en las que seguramente se cotilleaba sobre el pasado de las familias afectadas y se pronosticaba sobre su futuro. También me figuraba lo que podían llegar a hacer los humildes para influir en los que ahora eran tan poderosos y lo que podían dejarse querer éstos para acceder a emitir un informe favorable. Los azares habían colocado  en mis manos la documentación para elaborar un opúsculo imaginativo y, siguiendo su designio, me arranqué hacia los antecedentes.



Sin el rigor científico que podrían darme unos estudios históricos que no tengo, me puse a copiar y glosar los muertos que había en el Libro de Defunciones, con la exquisita premisa de no ser tendencioso. Tenía ocasión de mostrar una imparcialidad intachable, consignando el aproximado empate a refriegas que existe en el Tomo 19 de Defunciones de Mombeltrán. Primero transcribí los diez muertos en el paraje de Viña Esquinada; todos arrancados del vecino pueblo de Cuevas del Valle por los rojos. No era poco dejar constancia de la edad, profesión y huérfanos que dejaban los asesinados, pero yo podía conseguir más, pues tengo una buena relación con Domingo Fernández, el Juez de Paz de Cuevas del Valle. Es un tipo tan simpático como tranquilo, además de experto y cabal en el arte de conciliar a las personas. Él podría glosarme las circunstancias personales de aquellas muertes, y de los detalles que hubieran corrido por el pueblo sobre el “modus operandi” del piquete de matarifes. Le llamé por teléfono y quedé para pedirle un favor y dejarle unos papeles.

Tengo en la cabeza el impacto; fue a la puerta de su casa donde había quedado con él; le llevaba dos folios que tenía escritos, para que me hiciera unos apuntes complementarios o para charlar más adelante sobre ello. Mi idea es que estas muertes fueran de relleno, pues mi objetivo era explayarme glosando la represión ordenancista, institucionalizada en informes y controles que siguieron practicándose hasta el último papel que yo tenía, del año 64, justo el de mi nacimiento (más azares me elegían).

Entonces, cambió el rictus simpático del Juez de Paz, me contó que aquí,  -en Las Cuevas- no sólo hubo 10 muertos; la revancha fue terrible: Los del otro bando barrieron a matarrasa: mataron a cuarenta y dos,  también a mujeres, muchas palizas, hasta hubo violaciones, incautaron tierras... Y lo que me dejó en evidencia: a su propio padre le acribillaron en el campo, como a varios más, en  la Cruz del Cerro, aunque la familia se atrevió a ir por él para enterrarle en el cementerio. Me ruboricé. Setenta y un años después de esa tragedia, yo, un turista intrépido, me presentaba a abrir una herida siempre reciente en el alma de un hijo que llevará toda la vida preguntándose por qué le quitaron a su padre, y por qué no tuvo una niñez y el resto de la vida normal, por qué aquel paraje aún sangra en la imaginación de cómo le matarían. Quizá por tener ideas de izquierdas, o quizá sólo porque alguien, por cualquier detalle ajeno a la política, le incluyó en una lista de izquierdistas que se hacían para que los vencedores castigaran y aterrorizaran.

La historia de la guerra civil no se puede sobrevolar. Es necesario meterse en el fango y salpicar a gente que aún tiene sufrimientos. Tampoco se puede contar incompleta. Menos todavía de un pueblo tan pequeño como Cuevas, donde esos cuarenta y dos, más diez cincuenta y dos asesinados, sin contar los muertos en combate, saqueados, multados, exiliados... dejaron demasiadas heridas. Pero yo ya estaba involucrado ante aquella víctima en el rescate del pasado. Y ya no podía permitirme la injusticia de dejar desamparada ninguna tragedia. Todos los muertos fueron  injusticiados, da igual la cuneta en la que se vieran desangrándose; fue el mismo horror. Quizá los asesinados esperaron ansiosos el  tiro de gracia, un par de bayonetazos, o que los aplastaran de una vez con un pedrusco de alguna pared vecina.

También me di cuenta de que tenía la tarea de considerar al Barranco de las Cinco Villas donde trabajo como una unidad. Así que ya no podía conformarme con componer un opúsculo imaginativo en dos meses. Tenía que emprender una obra de la que no cabía esperar un final pronto ni fácil.





SOBRE LA MEMORIA HISTÓRICA DE LA GUERRA CIVIL.



La cultura de derechas con la que alimentaron a la generación de mis  padres, señalaba que muchas cosas se arreglaban con una guerra.

La bondad de la guerra civil se justificaba por la salvación de la propiedad privada, la religión y del patrimonio artístico de la iglesia católica y por la evitación del atraso económico que hubiera sido haber caído en el ineficiente bloque comunista. Pero mucha gente tenemos la impresión de que la república, por sí sola, no habría llegado a la dictadura del proletariado. Lo mismo que a los falangistas, organizados como paramilitares, la guerra hipertrofió a los comunistas, que en 1936 eran muy poca cosa. Sólo el desarrollo de la contienda impuso al aparato del partido comunista, porque era el instrumento más efectivo de organización. Tampoco podemos negar la influencia soviética a través de los suministros y asesores que proporcionó –cobrando por ello- Stalin; lo mismo los entusiastas brigadistas internacionales, que dieron tantísima moral en la primera resistencia de Madrid allá por noviembre del 36, que eran canalizados a través del partido comunista. La gente republicana que quería resistir, lógicamente prefirió el comunismo frente a la anarquía. Sin embargo, creo que el anarquismo, o los que se decían anarquistas, fueron la fuerza dominante en el desastroso “agosto rojo” de este valle.

Aunque al final, el poder nacional señaló un enemigo principal: el comunismo, que además fueron los últimos que preconizaron la resistencia a ultranza frente a la sublevación de lo Coronel Casado en 1939. La palabra “comunista” tenía que irse recargando de connotaciones negativas para, poco después, justificar el envío de la División Azul en apoyo de Hitler y un poquito mas tarde, por el feroz anticomunismo agradecido a la ayuda americana a cambio de la instalación de bases militares.

A nadie puede caber duda de que en la zona nacional se preservaron la cultura y patrimonio religiosos y que en la zona republicana hubo muchos destrozos y asesinatos de miembros del clero, pero tenemos que  tomar en cuenta que casi la totalidad de esos destrozos y  asesinatos se produjeron porque existía el vacío de poder que generó el golpe nacional. Suprimido el pretexto de la reacción iconoclasta, (la sublevación militar y paramilitar) seguro que conservaríamos el patrimonio y las vidas de los religiosos y laicos asesinados por esa reacción de los extremistas armados.

Tengo que decir que he aprendido mucho componiendo este libro. Por supuesto, yo tenía ideas previas sobre la guerra civil, que se han ido llenando de matices a medida que reunía datos. Sobre todo para mí se ha humanizado viéndola a través de las víctimas o de sus hijos o dibujando los personajes que se me han ido describiendo de modo oral o documental. Me he acercado con una grabadora a grupos de viejos sentados al sol a que me contaran su guerra, muchas veces no sabía ni cual era el tamaño, ni de qué color había sido su sufrimiento; mi único interés es que me contaran la guerra que guardaban en su memoria, y cuanto más a gusto se sintieran más me contarían; de este modo, cuando me daba cuenta de que eran del bando nacional procuraba preguntarles preferentemente por las fechorías causadas por los republicanos, cuando eran del bando republicano, a la inversa; si tenían a bien contarme lo de los dos bandos, mejor que mejor. Con los documentos ha sido lo mismo: he removido leído y copiado todo lo que me han dejado encontrar en los ayuntamientos y he solicitado y rellenando todas las fichas necesarias para acceder a todo lo que he sabido hallar en los archivos. Quiero creer que he sido honrado en la búsqueda de la verdad, procurando reconstruir la historia sin dejarme llevar por maniqueísmos, como hace tanta gente eligiendo encontrar sólo lo que apuntala su ideología previa e inamovible.

Me siento orgulloso y enriquecido de haber hecho amistad con víctimas de un lado y de otro. Les tengo el mismo respeto y he tratado de comprender lo que les tocó. Muchos han llorado al revivirlo ante mí; ¡como  para no tomarlo en serio! ¿con los sufrimientos que ha hecho aflorar mi pretensión de hacer este libro!. Para mí lo peor de la guerra han sido las secuelas humanas: no solo los que murieron de ambos bandos, los que sufrieron mutilaciones, hambre, expolios, discriminaciones, vejaciones, exilios, miedos... Todas las víctimas sólo tenían una vida. Una vida lastrada para siempre, aún hoy, en este hermoso valle, señoras de ochenta años miran alrededor, temerosas,  cuando hablan de La Guerra. Las vidas perdidas, las felicidades nunca plenamente conseguidas, fueron sacrificadas por aquellos golpistas guerreros que decidieron que el rumbo de la república tenía que ser corregido por la fuerza de las armas.

La cuestión de alumbrar el sufrimiento de las víctimas mina la ideología bélica; si afloran estos “costes” aquella supuesta rentabilidad de la guerra desaparece. Y es que hay gente que cree que ganó la guerra y la da por buena porque la perdieron sus rivales políticos; y otros, que la perdieron, lamentan más el haberla perdido, que la guerra en sí misma. Por eso, frente a la tierra quieta, a quienes queremos reenfocar esas miserias, he encontrado, y hay por ahí mucha gente que quiere imponernos el olvido histórico. También existe quien me reprocha que vuelva a recordar a las víctimas del terror rojo, tan reivindicadas en su día por el bando de los vencedores. Ante esto tengo que manifestar que todas las víctimas directas que yo he conocido sienten compasión unas de otras, y lo que no se cansan de repetir es “que no vuelva a pasar aquello”.

 Las víctimas: también los curas, labradores, secretarios, panaderos, o militares inválidos asesinados por defensores revolucionarios de la república, -ya lo he expresado- lo fueron de una guerra empezada por un grupo de generales y civiles que conspiraron y ejecutaron un golpe de estado y una contrarrevolución preventiva. Todos los muertos son víctimas de una manera de entender la vida que es la destrucción del adversario político, que se hizo en un bando de modo más improvisado, salvaje, desesperado y rabioso. Por el otro, de un modo más planificado, continuado y profesional, pero sin dejar de ser rabioso y arbitrario. Este libro quiere enseñar a los incrédulos y a los cómodos las vidas que La Guerra arruinó en el Barranco de las Cinco Villas de Ávila; y está escrito sólo contra los que aún piensen que las guerras “arreglan” las cosas.










domingo, 18 de septiembre de 2011

Un descubrimiento

Se llamó Juan Antonio Zunzunegui y he mirado en internet que nació en 1901 y murió en 1982. Hace años compré un libro suyo llamado "Todo quedó en casa" y ahora estoy atrapado en sus 600 páginas. Es una gran novela, no llega a tener un estilo mágnifico como el de los escritores extremeños que cité comentarios atrás, pero (quisiera no parecer un lector fácilmente impresionable) me parece que no desmerece mucho con respecto a Baroja e incluso a Galdós.
Lo que pasa es que escribe literatura costumbrista en los años sesenta y parece que en ese momento en que están publicando rayuelas, muertes de artemiocruz, tiempos de silencio, ciudades y perros y cien años de soledad... resulta algo caduco, pero para mí hoy es un placer estar leyéndole y quiero reivindicarlo con el mejor homnaje que se me ocurrió que fue el de unir su nombre al de Baroja y Galdós. (supongo que alguien dirá que me he pasado)

viernes, 16 de septiembre de 2011

Una más de Silvio Rodríguez.



En estos meses veraniegos no he estado al tanto de casi nada de la internet. Ahora saco los atrasos y uno de los sitios que he revisado es el blog “segunda cita”, tan importante para esta humilde pantalla.

He encontrado las diatribas sobre Pablo Milanés, que recomiendo. Tengo que decir que cuando yo estudiaba en Salamanca había silvistas y pablistas. Yo era silvista, supongo que porque es más guitarrístico, y creo que me gusta más su poesía, su voz, su música. (no quiero pensar que también fuera porque Silvio sea blanco y Pablo negro, Silvio Flaco y Pablo gordo) pero siempre los sentimos como una unidad indisoluble, de manera que, conociendo a uno, no se podía desconocer y valorar al otro.

El caso es que parece que estos dos paradigmáticos amigos, (una de mis canciones favoritas del universo es “Locuras”, que cantan a dúo) llevan veinte años sin hablarse, ni siquiera por teléfono, (hay una preciosa canción de Amaury Pérez que canta a dúo con Silvio que se llama “amigos como tú y yo”) que le oí cantar y explicó en directo en Peñaranda de Bracamonte  y que está dedicada a la amistad y a los amigos en el exilio, con los que Amaury mantiene amistad por teléfono.

Supongo que habrá sido duro para los dos estos veinte años contestar preguntas sobre su colega y “alter ego” en las entrevistas, a los admiradores, etc. Ahora se desvela todo purulentamente después de que Pablo se atreviera a tocar en Miami y en una entrevista expresar críticas al régimen castrista y Silvio en su blog “Segunda Cita” no pudiera ya soslayar a Pablo y la circunstancia. No he tiempo de mirar a Yoani y a las otras blogueras, pero me imagino que estarán ilustrando un tema que, gracias a estas nuevas tecnologías hasta en una dictadura tan controladora en lo social como la cubana, habrá explotado en todas las conversaciones y allí se verá una piedra de sillería más que se cae dentro del edificio castrista. ¿Será de un arco, de una cúpula, de una pared, de una esquina...?

Pero a mí, que hace muchos años  no creo, ni tengo ninguna ilusión, ni siquiera romántica sobre la bondad de la revolución cubana, me duele por la amistad, que es algo que siempre habría que defender, y  de lo que no debiéramos ser nunca ser desilusionados.



POSDATA.- Me siento (humildemente) hermanado con Pablo una vez que Silvio escribió algo así como que Milanés hacía esas declaraciones porque no estaba siendo capaz de vender suficientes entradas para el concierto de marras.

Os copio aquí lo primero que escribió Silvio Rodríguez de mi persona:

Juan, no sé por qué me está pareciendo que la cruz de su apellido viene de ver que, por más que escribe, apenas tiene un par de comentarios. ¿Sus incursiones por este blog buscan aliviar tal peso? ¿Se siente solo, Juan? ¿ Y cree que así se va a aliviar?..

Uclés



En medio de la llanura de la provincia de Cuenca, dando sombra a un pequeño pueblo, está el formidable monasterio de Uclés. A mí me sorprendió este que llaman “el escorial de la Mancha”, aunque en El Toboso hay otro monasterio de monjas del clausura al que también quieren dar el mismo nombre, aunque con algo menos de justicia.

Ya he dicho hace un par de entradas que todo este territorio fue republicano hasta el final. El aparatos audioguía que dejan con la entrada, nos recuerda que los milicianos quemaron la mitad del retablo por lo que parte de lo que vemos es una restauración en yeso. (También habían mermado la riqueza artística del monasterio la invasión napoleónica y la desamortización).

Durante la guerra los republicanos lo utilizaron como hospital de sangre.




Trato de imaginarme, después de la rendición de 1939, la aproximación y  llegada a Uclés de frailes o seminaristas que lo hubieran conocido antes de 1936; supongo unos pensarían que todo estaba destruido y se alegraron de ver lo que se salvó y otros pensarían que podrían haberlo respetado y lo encontrarían como era y sufrirían rabiosamente al ver lo expoliado.



No perdono a los milicianos iconoclastas, verdaderos causantes del mal; pero nunca hubieran podido destruir lo que hicieron si no se hubiera producido el vacío de poder que se originó los primeros meses después del golpe de estado.


miércoles, 14 de septiembre de 2011

PAREADOS AMARGOS



Esteban Muñoz Gómez se duchó en Mathausen por primera vez en su vida. Resulta antitético poner la palabra “vida” después que lo “matausen”.

Perdonad el chiste tan malo, que no es un chiste, porque no puede haber chistes tristes. Un chiste triste: otro pareado más, estúpido, desgraciado, (como la existencia de este pobre hombre) que rompe el ritmo de la vida. Una maldita concatenación de desdichas, hasta la desdicha final en un sitio tan sonoro donde lo “matauson”.



Resulta estrambótico ir a conocer uno de los grandes inventos del siglo XX en un lugar así. Resulta inapropiado que un jornalero de Mombeltrán, donde no había duchas en 1936, acabe conociéndolas gracias a la higiénica organización germánica, tan cerca de Salzburgo; en aquella Austria tan idílica que nos pintan en la primera parte de la película “Sound of Music” o “Sonrisas y Lágrimas”, como se llamó en España. Un país caro y con mucha clase, donde una mala tarde acabó de sufrir lo insufrible este barranqueño, mientras sus tres hijos pequeños comían la cebolla lacrimosa del desamparo, en la posguerra española.

Nadie lo supo durante años. Sólo la eficiente y cuadriculada contabilidad alemana lo anotó en una ficha, que fue de las que no fueron terminadas de destruir en el campo de concentración al entrar los aliados. Por eso alguien recuperó los datos de la desdicha en la ficha del hombre de la foto que, al ser ocupado en septiembre de 1936 el Barranco de las Cinco Villas por el ejército nacional, se retiró y más tarde le pusieron este uniforme republicano, (con estrella de cinco puntas que adivino roja), la única imagen que les queda a sus hijos octogenarios, y los datos de la ficha, con lugar de nacimiento, fecha de entrada en el “campo” y fecha de muerte de un padre arrastrado de derrota en derrota republicana, hasta la huida a Francia y el nuevo alistamiento en la Legión Extranjera o para hacer fortificaciones en la frontera alemana, su captura por el ejército nazi y la conducción hasta la cantera de Mathausen. Este jornalero acosado llegó a aprender la geografía de la peripecia más brutal del S. XX



 Del folleto de una exposición celebrada en el Centro Documental de la Memoria de Salamanca en 2010 os copio este texto de Benito Bermejo y Sandra Checa:



Muchos años más tarde un superviviente español definió muy certeramente dos fases diferenciadas que conocieron los españoles de la siguiente forma: “Durante los dos o tres primeros años el trabajo era una excusa para asesinarnos; más tarde empezaron a estar interesados de verdad en aprovecharlo”. Entre esos españoles que perecieron, la gran mayoría fueron víctima de la práctica del exterminio por el trabajo ya mencionado, que conllevaba todo tipo de maltratos, en unas condiciones compartidas con presos de otras muchas nacionalidades y condiciones. La mecánica de aquel régimen queda bien reflejada en las palabras de uno de los SS responsables de Gusen, Chmielewski, quien solía repetir la frase: Un buen preso no debe durar en un campo más de tres o cuatro meses; si dura más, es que es un golfo.



En el mentado folleto también aparecen otras causas para la temprana muerte de Esteban Muñoz Gómez.. El 5 de Julio de 1941 se declaró una epidemia de tifus; y desde 1942, también se aplicaron, en el campo de trabajo, inyecciones letales en el corazón.



Duchas, desdichas, fechas y fichas: chistes tristes.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Estampas Cervantinas

Vuelvo. Hoy os dejo estas fotos manchegas. El galgo corredor es de El Toboso. (aunque en La Mancha setiembre es de largas siestas, la vida se aletarga hasta las siete de la tarde) El cuadro urbano es de Alcázar de San Juan.







Hay recuerdos de la guerra; La Mancha fue republicana hasta el final. No fotografíé algunas cruces conmemorativas que aparecían por el camino. En algunas iglesias vi que precísamente el 19 de agosto de 1936 (la misma fecha que el día más sangrineto de la guerra de nuestro Barranco) hubo matanzas de curas. Refuerza mi tesis de que en esos días se conoció en los pueblos la masacre nacionalista de Badajoz y los bestias impusieron su "venganza".