miércoles, 28 de septiembre de 2011

¡MÁS MADERA!


Hace dos años y tres meses se produjo en el Barranco de las Cinco Villas un devastador incendio que mató millones de árboles y emitió millones de metros cúbicos de CO2 a la atmósfera, “colapsando” además para los próximos 50 años una hermosísima y eficiente “fábrica” transformadora de CO2 en oxígeno.

(no necesito decir que eso generó erosión, mató especies animales, aceleró el cambio climático, perjudicó la retención de humedad de las lluvias, empeoró la calidad del agua y espantó al turismo, aparte de que lo que nos deprimió a los habitantes) 

Durante el incendio, producido el 28 de julio de 2009, se liberó, agobiando y casi asfixiando a los que estaban allí (Cuevas del Valle tuvo que ser evacuada), energía calorífica suficiente  para calentar toda la provincia de Ávila dos inviernos (los inviernos en ese territorio duran 8 meses). Una gran parte de la madera quemada, -sólo troncos-, se la estuvo llevando durante año y medio una empresa cuyos camiones tenían el rótulo de “Biomasa Castaño” ignoro con qué fin, pero por el título me atrevería a apuntar que para su quema controlada en la producción de energía eléctrica.(Demasiado tarde)


Existe el proyecto, o una promesa electoral para captar votos, de construir una central de biomasa en nuestro Barranco, que perdió 2/3 de su masa forestal en aquel criminal incendio “a burro muerto, cebada hasta el rabo”.  Sin duda está mejor que la quema incontrolada que se produjo aquella funesta tarde.


Para más abundancia, os recuerdo que en el verano del año pasado hasta la gélida Rusia ( la región de Moscú) también se vio dramáticamente acosada por devastadores incendios.



Está muy claro que desde el descubrimiento del fuego hasta finales del S. XX el hombre se ha calentado con madera. Justo cuando se nos están acabando los combustibles fósiles en el siglo XX y XXI la mayoría de los europeos nos calentamos con gas natural importado. Es moderno, limpio,  cómodo y bastante seguro, además propicia el individualismo de la “calefacción individual”. No genera residuos sólidos, ni ocupa espacio en nuestras casas. El único problema es la factura de más de cien euros mensuales.

Mientras tanto, en Europa, en España mucho más, hay paro. Mientras tanto, en Europa los bosques, que desde hace siglos no son autóctonos sino repoblados con especies adecuadas para conseguir madera de construcción (que casi no se precisa) traviesas de ferrocarril (ahora son de cemento), y muebles y para la fabricación de papel (que empieza a reducirse su consumo a la par que se aumenta su reciclado), crecen sin la necesaria corta periódica: lo que se llama “gestión” del bosque. Este crecimiento sin poda los transforma en pasto de pirómanos o especuladores; tragedias veraniegas, con muchos medios que hay que emplear para la extinción y algunos muertos por el camino (en nuestro incendio murieron dos personas, uno de ellos bombero)

El  dato: un mes antes del devastador incendio en el Barranco de las Cinco Villas se sacaron a subasta los lotes de madera que los ingenieros forestales calculan para la gestión del bosque y nadie acudió a la puja.



Estoy a favor de las fábricas que transformen la gestión de la biomasa en calor para producir electricidad, o lo que es lo mismo: de la quema controlada frente a la quema incontrolada. Estoy muy a favor de la energía autóctona frente a la energía importada.



Pero esto se puede hacer también de una forma más sencilla: la calefacción directa desde los productos forestales. En las ciudades hay miles de edificios públicos, y de bloques de pisos que podrían y deberían calentarse con madera. Aunque habría que hacerlo manualmente. Ningún problema en España, pues esto generaría miles de puestos de trabajo, sustituyendo además un factor importado y fósil, por uno autóctono y renovable, eliminando simultáneamente los peligros de los incendios forestales.

La cuestión está en la escasa potencia energética de la madera en relación con su volumen; es la razón por la que precisamos intensivamente mano de obra.

Se necesitan más leñadores. Se necesitan transportistas que lo lleven a una central que transforme la madera en aglomerados cúbicos, por ejemplo de 10 kilos de peso, que serán más fácilmente transportables y almacenables en el punto de destino final. Se necesitan grandes transportistas que distribuyan los aglomerados cúbicos en los almacenes mayoristas y distribuidores minoristas que los acerquen a los edificios. Por último se necesitaría una legión de fogoneros que renovaran el combustible de las calderas y retiraran las cenizas. Un mismo “fogonero” puede trabajar en varios edificios cercanos. Un gran edificio precisa de sólo de una pequeña habitación donde acumular 100 ó 200 paquetes de cinco kilos de madera que serán su consumo para dos días, que se renovaría con ese mismo ritmo.

¿De dónde me sale la energía para  transportar tanta madera? Pues de una parte del gas natural que continuaremos importando.

Quizá, pensando que la madera sería casi gratuita, los sueldos de los fogoneros transformadores y transportistas puede que supongan que nuestro calor invernal nos salga algo más caro, pero sabremos que, a cambio, estamos dando trabajo autóctono y evitando incendios.


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