miércoles, 14 de septiembre de 2011

PAREADOS AMARGOS



Esteban Muñoz Gómez se duchó en Mathausen por primera vez en su vida. Resulta antitético poner la palabra “vida” después que lo “matausen”.

Perdonad el chiste tan malo, que no es un chiste, porque no puede haber chistes tristes. Un chiste triste: otro pareado más, estúpido, desgraciado, (como la existencia de este pobre hombre) que rompe el ritmo de la vida. Una maldita concatenación de desdichas, hasta la desdicha final en un sitio tan sonoro donde lo “matauson”.



Resulta estrambótico ir a conocer uno de los grandes inventos del siglo XX en un lugar así. Resulta inapropiado que un jornalero de Mombeltrán, donde no había duchas en 1936, acabe conociéndolas gracias a la higiénica organización germánica, tan cerca de Salzburgo; en aquella Austria tan idílica que nos pintan en la primera parte de la película “Sound of Music” o “Sonrisas y Lágrimas”, como se llamó en España. Un país caro y con mucha clase, donde una mala tarde acabó de sufrir lo insufrible este barranqueño, mientras sus tres hijos pequeños comían la cebolla lacrimosa del desamparo, en la posguerra española.

Nadie lo supo durante años. Sólo la eficiente y cuadriculada contabilidad alemana lo anotó en una ficha, que fue de las que no fueron terminadas de destruir en el campo de concentración al entrar los aliados. Por eso alguien recuperó los datos de la desdicha en la ficha del hombre de la foto que, al ser ocupado en septiembre de 1936 el Barranco de las Cinco Villas por el ejército nacional, se retiró y más tarde le pusieron este uniforme republicano, (con estrella de cinco puntas que adivino roja), la única imagen que les queda a sus hijos octogenarios, y los datos de la ficha, con lugar de nacimiento, fecha de entrada en el “campo” y fecha de muerte de un padre arrastrado de derrota en derrota republicana, hasta la huida a Francia y el nuevo alistamiento en la Legión Extranjera o para hacer fortificaciones en la frontera alemana, su captura por el ejército nazi y la conducción hasta la cantera de Mathausen. Este jornalero acosado llegó a aprender la geografía de la peripecia más brutal del S. XX



 Del folleto de una exposición celebrada en el Centro Documental de la Memoria de Salamanca en 2010 os copio este texto de Benito Bermejo y Sandra Checa:



Muchos años más tarde un superviviente español definió muy certeramente dos fases diferenciadas que conocieron los españoles de la siguiente forma: “Durante los dos o tres primeros años el trabajo era una excusa para asesinarnos; más tarde empezaron a estar interesados de verdad en aprovecharlo”. Entre esos españoles que perecieron, la gran mayoría fueron víctima de la práctica del exterminio por el trabajo ya mencionado, que conllevaba todo tipo de maltratos, en unas condiciones compartidas con presos de otras muchas nacionalidades y condiciones. La mecánica de aquel régimen queda bien reflejada en las palabras de uno de los SS responsables de Gusen, Chmielewski, quien solía repetir la frase: Un buen preso no debe durar en un campo más de tres o cuatro meses; si dura más, es que es un golfo.



En el mentado folleto también aparecen otras causas para la temprana muerte de Esteban Muñoz Gómez.. El 5 de Julio de 1941 se declaró una epidemia de tifus; y desde 1942, también se aplicaron, en el campo de trabajo, inyecciones letales en el corazón.



Duchas, desdichas, fechas y fichas: chistes tristes.

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