lunes, 23 de enero de 2012

Gracias por todo, Stanley.



No sé si tiene que ver con las debilidades humanas responsables del reciente hundimiento del crucero Costa Concordia: hoy pusimos en el DVD la película “Telefono rojo, volamos a Moscú”. Stanley Kubrick su director y coguionista nos dice en el prefacio que gracias a esta película había dejado de obsesionarse con “la Bomba”.

El guión se basa en 8 ó 10 histriónicos personajes, (tres de ellos interpretados paor el también genial Peter Sellers) que nos muestran, en una situación límite, sus debilidades y tópicos, y las propias debilidades y tópicos de dos sistemas enfrentados real, y sobre todo propagandísticamente en la Guerra Fría. El desencadenante, el único personaje que actúa con intencionalidad dañina, (lo que se llama “dolo” en el derecho penal) es un general loco que se quiere creer la propaganda y la mezcla con paranoias personales de origen sexual (que, por cierto, fueron censuradas en la versión española) y que da la vuelta a una frase de Clemencau La guerra es demasiado importante para dejarla en manos de los militares para reivindicarla –remarcáncola- con acento ultraderechista la guerra es demasiado importante para dejarla en manos de los políticos; y toma la iniciativa de desencadenarla. Es una película antimilitarista, con un mensaje tan profundo o más que el de otra gran obra maestra de Kubrick: Senderos de Gloria.

En la tragedia del Costa Concordia viendo la conducta del capitán nos preguntamos ¿pero en manos de quién estamos? Stanley Kubirck en la película se hace la pregunta antes de la tragedia: ¿Y si algún eslabón humano de la cadena que pone en funcionamiento la guerra nuclear se viera dominado por algún aspecto de la estupidez humana?

La respuesta no es que Kubrick creara otra obra maestra, -que lo hizo- es que tenía una inquietud real de que lo que se narra en la película pudiera llegar a pasar, y necesitaba decirlo.

¿Quién sabe? A lo  mejor no llegó a suceder porque alguien vio la película y decidió reforzar los mecanismos de control para evitar la catástrofe.

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