domingo, 13 de mayo de 2012

A mi seguidora colombiana Evelinda Jaramillo

Agradecido y espoleado por tu recomendación, adquirí hace poco La Casa Verde y lo he adelantado a otras lecturas porque me lo debía personalmente, y sobre todo, para poder corresponder a aquel regalo que fue tu comentario y, sobre todo, el relato de García Márquez.

No sé si es lícito copiar tanto de un libro sin pedir permiso, pero para mí es un placer hacerlo,  (a ver si se me pega algo):

Fue así como nació la Casa Verde. Su edificación demoró muchas semanas; los tablones, las vigas y los adobes debían ser arrastrados desde el otro límite de la ciudad y las mulas alquiladas por don Anselmo avanzaban lastimosamente por el arenal. El trabajo se iniciaba en las mañanas, al cesar la lluvia seca, y terminaba al arreciar el viento. En la tarde, en la noche, el desierto englutía los cimientos y enterraba las paredes, las iguanas roían las maderas, los gallinazos armaban sus nidos en la incipiente construcción y, cada mañana, había que rehacer lo empezado, corregir los planos, reponer los materiales en un combate sordo que fue subyugando a la ciudad. <<¿En qué momento se dará por vencido el forastero?>>, se preguntaban los vecinos. Pero transcurrían los días y, sin dejarse abatir por los percances ni contagiar por el pesimismo de conocidos y de amigos, don Anselmo seguía desplegando una asombrosa actividad. Dirigía los trabajos semidesnudo, la maleza de vellos de su pecho húmeda de sudor, la boca llena de euforia. Distribuía cañazo y chicha a los peones y él mismo acarreaba adobes, calvaba vigas, iba y venía por la ciudad azuzando a las mulas. Y un día los piuramos admitieron que don Anselmo vencería, al divisar al otro lado del río, frente a la ciudad, como un emisario de ella en el umbral del desierto, un sólido, invicto esqueleto de madera.



Este texto de la novela publicada en 1965, tres años antes de Cien años de Soledad, me suena mucho a tu afamado paisano y su mítico pulso narrativo de antiguo testamento. Mario Vargas tiene la humildad de homenajear a García Márquez en su historia de un deicidio reconociendo, en su entonces amigo, las mismas virtudes que él mismo ya había evidenciado tres años antes. Cada día me cae mejor Vargas Llosa, le debo mucho, entre otras cosas, el noventa por ciento de mi público americano entre el que espero seguir contándote.

Por seguir comentando el libro, que llevo por la mitad, algo me está recordando a Gabriela, Clavo y Canela del brasileño Jorge Amado. Y me recuerda mucho a Vargas Llosa: a esas conversaciones nocturnas y machistas de los guardias civiles peruanos, (y aquí me surge la imagen y voz del espléndido actor  peruano Gustavo Bueno a quien tanto debe el cine de Lombardi y la literatura de Vargas Llosa), la Amazonía de Pantaleón y las visitadoras, el colegio cuartel de la ciudad y los perros, y la saga del guardia civil Lituma, cuyo personaje ya aparece aquí.

Me siento muy orgulloso y pagado de todos los reflejos de lo español, de lo hispanoamericano y de la ida y de la vuelta, que enriquecen nuestra lengua y música: todo eso que compartimos. Incluso me resulta familiar que en el parlamento argentino traten de insultar a una diputada llamándola “española”: aquí también ocurre. Somos familia y aunque regañemos y nos escuezan las cosas que pasan, creo que sin la conquista española nunca nos habríamos entendido, ni tampoco lo harían un mejicano y un venezolano o un chileno, ¡qué bien hacerlo en nuestro español! y no en un inglés prestado como el que pueden utilizar para comunicarse un holandés y un japonés.

(Se ve bien claro que no sé como acabar este artículo. Sólo quería pedir que reaparezcas alguna vez, Evelinda.)

1 comentario:

  1. Gracias por su atenta cortesía Juan. Celebro que le aproveche la lectura de “La Casa Verde”. En ella encontrará escrita la escena de la violación de una indígena por un sargento cuando éste se da cuenta de que está sola y totalmente desamparada, pues la habían recogido unas monjas y luego la expulsaron del convento. El relato es en tercera persona con narrador omnisciente, aunque, curiosamente, sólo recoge los pensamientos del sargento, que primero se extraña por qué la joven no cede, y luego se vuelve a extrañar cuando una vez consumado su abuso, se queda quieta. Es la insensibilidad del agresor hacia un ser “inferior”. De alguna manera, me parece un paradigma de muchos latinoamericanos indígenas, que se han podido sentir así, protagonistas pasivos a quienes no se tiene en cuenta, ni si quiera para reflejar sus sentimientos.
    Aunque la escena no tiene ningún tipo de crudeza sexual es sobrecogedora, ya lo leerá.

    Quiero contarle que recién he perdido mi trabajo. Era un buena colocación en una sección de una multinacional orientada a la televenta y atención al cliente del mercado español, pero radicada aquí en Colombia. Yo era una especie de coach de los televendedores. Eran bastantes años de experiencia para tener directo conocimiento de causa de que muchos españoles son racistas y maleducados. De todos modos, también nosotros somos conscientes, y está muy claro en nuestros manuales de formación del personal de que es muy duro molestar por teléfono. Le contaré que nuestro objetivo era no interrumpir nunca la comunicación, aplazarla, insistir, intentar colocar el máximo de información de las ofertas en el oyente y esperar. La crisis, el desengaño de los clientes, la fuerte competencia, hacían que nuestra empresa hubiera disminuido mucho sus resultados.
    Parece que las impertinentes nacionalizaciones que hicieron en Argentina y Bolivia de intereses españoles han agudizado el problema del rechazo a nuestro acento hispano americano y han incrementado los rechazos primarios a nuestras ofertas. Esto se refleja inmediatamente, Nos llaman sudacas, indios, chiguacas, panchitos..., aparte de putas, hijos de puta, etc. Siempre fue así, pero recién se incrementó este rubro en torno al 25%, y la consecución de objetivos finales de contratación de producto se ha restringido drásticamente. No parece que sea un asunto pasajero. Los directivos de la empresa española, a la vista de estas actitudes negativas, que según dicen llegan a repercutir negativamente en su imagen, han decidido cancelar nuestra sección y perdemos nuestro trabajo. Entiéndame Juan, yo sigo con atención su blog porque me parece sincero y me permitía sumergirme en la idiosincrasia y motivaciones actuales de los españoles, pero Vd. es una persona educada, no como la mayoría de sus compatriotas. Ahora que he sufrido una injusticia por la que estoy cesante, aún con el cambio de hora en mis biorritmos pues teníamos que madrugar para llamarles por teléfono, quiero manifestarle que estoy dolida también con su país.
    Evelinda.

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