viernes, 10 de agosto de 2012

Luis Felipe Comendador


Luis Felipe Comendador. El gurú bejarano.

Es un tío majo, egocéntrico, aunque nada pagado de sí mismo, asequible y altruista;  y considerado: aunque no tiene tiempo de leerme, da la impresión de que me aprecia porque le compro muchos libros, aunque tampoco se moleste en saber cuáles me llevo. Pero por otro lado, escucha mis comentarios y me propone cosas.

Es más que multifacético, fructífero. Todos, en estos años, estamos hechos de injertos de cine y fotografía y música y política y, por supuesto, de literatura. Y él es bastante bueno.

No quiero ser seguidor de nadie (y parece un poco pacato en la aldea global ser seguidor de un aldeano local) pero tampoco quiero ser no seguidor de nadie. De momento, no me parece mal decir que me interesa lo que hace este “hombre sin doblez” y proclamarlo en mi ámbito. No tiene tiempo de ser mi amigo, ni yo tampoco tengo tiempo para inmiscuirme en sus arraigadas amistades. Es un sujeto de hondas raíces en Béjar y en más sitios.

Pero como me dejó singularmente este libro de Michel Houellebeq, me lo estoy leyendo como si fuera autobiográfico, que lo parece. El libro habla de un artista gráfico, (que es a lo que se dedica en estos meses Comendador)

En la realización de los cuadros de la serie de oficios sencillos, Jed Martin empleó un poco más de siete años. Durante este plazo no vio a mucha gente, no entabló ninguna relación sentimental o simplemente amistosa. Hubo momentos de felicidad sensorial: una orgía de pastas italianas, al final de un saqueo del hipermercado Casino del boulevard Vicent- Auriol; alguna que otra velada con una escort-girl libanesa cuyas prestaciones sexuales justificaban ampliamente las reseñas ditirámbicas que recibía en el sitio Niamodel.com <<Layla, te quiero, eres el sol de mis días en el despacho, mi pequeña estrella oriental>>, escribían los desdichados quiecuagenarios, viriles, pobres y fuertes, y así es la vida, en líneas generales, tal come se presenta. Fácilmente identificado como un tío <<un poco raro pero majo, nada peligroso>> Jed disfrutaba con Layla de esa especie de excepción de extraterritorialidad que las chicas conceden siempre a los artistas(...).


3 comentarios:

  1. Juan, colega, no sé si soy un tío majo, aunque lo intento, y no me siento egocéntrico para nada –más bien harto del mundo y de la gente–... me quiero y no sé si eso es ser pagado de mí mismo, soy asequible cuando me apetece y, más que altruista, tengo conciencia clara de lo injusto que es el mundo con algunos sectores humanos. Suelo ser considerado con todos y mi tiempo de lectura –desde hace unos cuantos años– lo dedico exactamente a lo que me pueda proporcionar avance en mi escritura (fundamentalmente ensayo, literatura diarística y poesía). Te aprecio porque me pareces buena gente y me da igual que compres libros o no los compres (no llevo la cuenta de quienes colaboran con mis proyectos, entre otras cosas, porque tengo la seguridad de que siempre se benefician en su colaboración... y desde hace años solo me preocupo de escoger mis lecturas, no las de los demás (cada uno que lea lo que le apetezca)... y, sí, suelo escuchar siempre a quien me dirige la palabra, porque de escuchar se aprende mucho más que de hablar.

    Acepto lo de ser multifacético, aunque dudo que mi trabajo sea fructífero... pero me sé bien asentado en poesía (me he formado duramente para ello durante muchos años) y en los demás caminos voy por las trochas del indicio y las ganas.

    No quiero que me siga nadie, me encanta mi soledad... y me resbala un poquito a estas alturas de mi vida que alguien se interese por mis cosas creativas, aunque sí me gusta encontrarme con personas con una idea de justicia social parecida a la mía. No soy un “hombre sin doblez”, que ese tipo de hombres no existen, y no creo en la amistad casual y tampoco en la buscada.
    Solo tengo tiempo para gastar mi tiempo como creo que debo gastarlo.

    Y cuando alguien me cae bien y me parece un tipo interesante, siempre, siempre, suelo dejarle alguno de los libros con los que yo he disfrutado.

    Amigo Juan, solo quiero que sepas que te aprecio y que mi tesoro más querido es la soledad que me permite poner siempre la distancia que deseo.

    No sabes si te leo o no... y eso no tiene por qué preocuparte. Lo importante es que sigas escribiendo y buscando cada día.

    Un abrazo.
    lfcomendador

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  2. Gracias por la lección, y el autógrafo. He entendido mejor lo de que “no juzguéis si no queréis ser juzgados”.
    No pretendía yo tacharte de egocéntrico como algo personal y lo de lo de ser pagado de sí mismo se refiere a tu autosuficiencia e independencia. Me refería al bloguerismo que compartimos, porque tu blog es todavía más egocéntrico que el mío. Tu bien luchada y ganada autoestima es mayor y como astro tienes muchos más satélites (en las cosas de la realidad y también en seguidores -entre los que, no sólo estoy matriculado, sino que me cuento-)
    Egocéntricos somos el 90% de los blogueros. Artistas y artistazuelos, todos y yo el primero, nos queremos creer que descubrimos algo: una idea, una luz, una cornisa, un capitel, una ciudad, un libro, y gracias a este invento, lo tendemos al sol en un tendedero y con unas pinzas que nos presta la empresa Blogger (que, no sé muy bien que saca con esto). Nos pasamos nuestro ocio bloguero definiéndonos y autorretratándonos de frente de perfil, de rebote, de soslayo, al bies y al revés, y supongo que fastidia que un indocumentado, (porque no me he documentado) te heterorretrate, ignorando mucho de tus autorretratos, con los que podría haberme ilustrado.
    Yo prácticamente nunca alcancé la celebridad de un retrato, como mucho alguien escribió un par de frases mías en la revista de las jornadas culturales de la fiesta de un instituto. Supongo que mi egocentrismo desea heterorretratos, pero seguro que no me gustarán, y aunque me gustaren, sé que no acertarían con mi propia idea.
    Pero lo de un hombre sin doblez también lo mantengo, -a los buenos de corazón nunca nos ha gustado que nos llamaran buenos-; tú eres un hombre que no oculta lo que es, ni presume de lo que no es, (ni siquiera presumes de lo que eres), todo lo enuncias naturalmente. Aprecié que vas de frente, a pecho descubierto y bebes el vino de las tabernas acodado con cualquiera, ignorando el pedestal de buen escritor y multifacético artista, aparte del de “laureado poeta” que te corresponde. Y me alegro de haberte conocido precisamente de librero intermediario.

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