viernes, 5 de julio de 2013

La bodega de “Capirro”.


Es un sitio mítico, un lugar común, de las actuaciones del grupo Mayalde. Hemos oído muchas veces la descripción que hacía de ella Eusebio para introducirnos en la canción “con la lata nos divertimos”. Poder verla era un aliciente más para desplazarnos a la Fiesta  de la Biosfera.


Y la visita superó nuestras expectativas. Primero fue la generosidad con que se nos agasajó a todos los que allí entramos. No sé si sería por la fiesta, porque esperaba a su amigo Mayalde, o porque Capirro sienta el placer de regalar y hacer disfrutar de su vino, aperitivos y música, pero todo fue gratis. Allí, ambientando, estaba un tamborilero, un tañedor de castañuelas y completaba el grupo otro que tocaba un pequeño instrumento de percusión llamado “chasquete”.

Lo mejor fue la irrupción de Eusebio y su hijo Arturo. Entonces muchos de los que estábamos allí, que habíamos ido por ver el “sitio mítico” recibimos la recompensa soñada, lo que daba sentido pleno a la experiencia: Eusebio tomó un caldero y percutiéndolo como sólo él sabe, nos cantó una canción de siega, secundado por su hijo. El entusiasmo con el que disfrutamos de aquella aparición fue poco menos que histórico.



Y Capirro también nos regaló su arte:


Uno no sabe como agradecer que siga habiendo gente tan generosa y de buen humor. El mundo es  habitable gracias a la felicidad que nos regalamos entre la buena gente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario