lunes, 11 de noviembre de 2013

EL SEGUNDO PLANO DE LA MEMORIA

EL SEGUNDO PLANO DE LA MEMORIA

Algunas veces mirando en las estadísticas de lo que se “visita” en este blog, encuentro títulos de entradas que no me suenan, que, en un principio, no reconozco. Cuando la curiosidad me lleva a abrirlos, veo comentarios a obras literarias que me impresionaron y que referí muy favorablemente, y tampoco me termino de reconocer. NO es que me arrepienta, quizá me recrimino un poco el ser tan impresionable y enamoradizo. Parece poco riguroso por mi parte y me preocupo sobre qué pensarán mis seguidores de mi coherencia, cuando después he seguido alabando, y en esa otra reciente impresión me sentía ajeno a las alabanzas anteriores que había hecho. No es que entonces mintiera, -nunca suelo mentir-, lo que sucede es que yo ya no soy ese, por mí han seguido pasando experiencias estéticas y de conocimiento, y quizá –ojalá- todas me van dejando poso, aunque desaparezcan del primer plano de mi memoria. Ahora estoy enamorado de La belleza convulsa de Francisco Umbral  y me siento retratado por él.

La vida, admitámoslo de una vez, no nos deja nada, salvo una experiencia que sólo es aplicable a nosotros mismos (al “nosotros” que fuimos, ni siquiera al actual) y unas cuantas instantáneas de lluvia o de sexo.

Las instantáneas serían como esas fotos que llevamos en la cartera, o esas otras que hemos mirado muchas veces, que sabemos que existen y que recordamos tener. Pero hay muchas fotos en nuestros álbumes en las que aparecen gentes que teníamos olvidadas, o sitios en los que no recordábamos haber estado. Todo eso fue importante, y “si hacemos memoria” nos alegramos de haberlo vivido y nos sorprendemos un poco de no tenerlo tan presente como esas películas, esas obras musicales, esas personas, esos sitios, que tenemos en el primer plano de la memoria. Existe, al menos, un segundo plano de la memoria, precario, frágil, nebuloso, traspapelado, en peligro.

Es estupendo tener ahora, en este siglo, atrapadores baratos de memoria, cámaras de fotos, cintas de video, infinitas páginas de ordenador…
Llevo ya cuatro años con el blog, cada vez pienso más y escribo mejor (1), más responsabilizado a medida que sé que me sigue gente. Me alegro mucho de obligarme a publicar cada tres días y recomiendo este ejercicio, porque con este compromiso uno se fija más en la realidad procura aprehender esos detalles con los que construir un artículo, ya sea en los libros, en los viajes, en la actualidad, o en la vida misma.
De otro modo estas cosas pensadas, vividas, serían quizá un poso,  pero casi nunca un recuerdo que volviera a aparecer.

Terminaré recopiando a Umbral:
Y aquí está toda la doméstica filosofía de este libro. En vivir/escribir, por penúltima vez, la fiesta actualísima del presente, ese dragón azul y deslumbrante, que reaparece todas las mañanas ....

Claro, es dudoso pensar que cuando uno gasta tiempo en escribir (fija representación de vida para que alguien la lea) esté viviendo vida de “alta intensidad vital”. Lo mismo  cuando lee. No sé hasta qué punto el que seamos seres racionales, historiadores, que se paran al borde del camino a mirar atrás, a contarse las heridas, a explicarse y a explicar, nos resta o nos suma vida, al amasar recuerdos.

Yo me alegro de escribirlo, aunque no viva demasiado.








 (1) creo, aunque también me suelo gustar y a veces sorprender en mis escritos pasados. Bueno, los que me seguís ya sabéis que soy indulgente conmigo mismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario