jueves, 5 de diciembre de 2013

CUESTIONES CELESTES

 

El pasado 3 de diciembre murió el locutor de radio y divulgador de música clásica, Fernando Argenta. En uno de los mensajes electrónicos que recibió el programa de radio, que en su homenaje se hacía al día siguiente, un oyente se congratulaba de que ahora pudiera estar en el cielo escuchando la música de Bach tocada por el propio Juan Sebastián.

 

Como yo no tengo presente esta posibilidad, la idea me sorprendió tanto que me puse a fantasear.

-I-

Un cielo que merecería la pena la eternidad: inimaginable un concierto en el que concurrieran los genios de Bach al órgano y de Beethoven al piano, improvisando citándose, retándose musicalmente, y nosotros de público, sin ninguna prisa.

Otros días con Brahms o Schumann o Haendel. Pero inmediatamente pienso que aquello sería un cielo protestante. Lo siento, me quedo con ellos, a mí lo que más me gusta es la música. Si yo fuera al cielo, con toda la eternidad por delante aprendería alemán con la intención de poder cantar en un coro, una cantata, una pasión,  la novena sinfonía o alguna de las obras corales que montaran estos músicos en el cielo. Pensando más y  con todo el tiempo del mundo, también aprendería a tocar el violoncello, para participar en alguna orquesta o música de cámara, sonatas o en los cuartetos de cuerda que seguirían componiendo estos genios.

Por supuesto que estando esta gente por allí yo no andaría perdiendo mi tiempo ni haciéndoles perder el suyo a  Dios padre, ni mucho menos al incomprensible Espíritu Santo. Nada que decir, ni que preguntar a toda la retahíla de santos, mártires, reformadores, apóstoles... 

Jesucristo tiene más interés: si le pillara solo sí que procuraría entrevistarle, pero más sobre sus facetas humanas, que sobre las divinas.
 
Ahora bien, lo lógico después de tanta historia es que haya sólo un cielo de verdad, una sola religión verdadera, ¿qué sentido tendría que, después de tantos muertos por guerras de religión, fuéramos todos al mismo cielo?

Pero tampoco puede ser: no sé cómo bromearían mártires con martirizadores, Torquemada y los judíos o los herejes (protestantes) que queman en al hoguera, en la novela de Miguel Delibes. No puede ser, no se concibe: o no hay ningún cielo o debe haber compartimentos estancos.

¿Se podría excluir a Bach del cielo? ¿y a Mendelsson?

Yo Me apunto a un único cielo en el que pudiera estar la evangelista Ella Fitgerald y el católico y masón Mozart, el judío Mendelsson y el ortodoxo Tchaikovski.

Me gustaría saber cómo compondría el católico Chopin después de haber escuchado al judío Gerswhinn.


Y Camarón, Louis Amstrong,  Carlos Gardel o Mercedes Sosa, ¿Que harían Haendel o Monteverdi con sus voces?


Un cielo así, recreativo, merecería la pena vivirse eternamente. Personalmente iría de ensayo en ensayo y de concierto en concierto. Dedicaría algo de tiempo a mi familia. Pero creo que mi pasión musical es más incansable que la suya. No sé como me distribuiría la eternidad.

 

-II-

Luego he pensado que yo no quiero estar en el cielo así con mis cuarenta y nueve años, con gafas y mi incipiente sordera, me gustaría tener como veinte años, supongo que  mi padre también querría estar ahí con veinte años, y mi abuelo y todos mis antecesores, a mí me gusta mucho la historia y escuchar experiencias vitales,  les preguntaría por sus vidas, y todos con veinte años me las contarían ¿Pero cómo nos llevaríamos? ¿Qué tipo de respeto intelectual se siente por una persona de 20 años, todos con menos cultura que yo?

 

Creo que no entenderían, mi padre nunca ha entendido, mi afición por la música. Por volver otra vez con los músicos, sigo pensando en Beethoven seguro que también elegiría tener veinte años y no estar sordo, y sin ese  desgarro, ¿la música le saldría la tan rotunda, tan genial? Y el loco de Schumann, que tuvo que hacerse compositor porque se estropeó la mano al colocarse unas maderas para estirarse los dedos con la intención de  dar acordes más largos. ¿Y si a los 20 años decide ser virtuoso pianista y no compositor?

 

Y Bach con 20 años y sus dos mujeres, ¿qué problema no? La fértil Bárbara y la encantadora Ana Magdalena, las dos en su casa. Y encima todo el mundo (Bach es el músico favorito del 80% de la humanidad), queriendo hablar con él.

 

Por último, me da por pensar para qué servirían los médicos en el cielo, vaya conversación más pobre sobre las enfermedades de la tierra, y ¿los abogados con todos sus líos?  Y los policías, los vigilantes,  ¿De qué hablarían? Batallitas, anécdotas, experiencias vitales. Pero a mí no me daría tiempo a escucharlos habiendo tanta música.

 

El cielo, como todos los sueños, es inagotable.

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