lunes, 28 de abril de 2014

Perdonadme, soy primerizo.



Es el hijo que no tenía, y no me canso de verlo y fotografiarlo desde mi casa. Todas las luces le sientan bien: ¡mi cariñito! 






La huerta me enseña cosas esenciales:
1.- como no ponerme a hacer nada, por poco ofensivo que pudiera parecer para mis manos, sin guantes. Pero, a veces, porque el sudor de las manos me escuece las heridas que ya tengo, o porque me parece que no merece la pena, los dejo por ahí y me termino lastimando más.

2.- He aprendido a mirar una patata sus polos opuestos, sus dos botones al norte y su colita al sur, y algunos ombligos dispersos de donde saldrán brotes. Llevo pelando muchos años patatas y hasta que, hace una semana,  tuve que cortarlas para la siembra, no supe que había un mapa de supervivencia.

3.- Lo mal que me huele el purín de ortiga, que casi no aguanto. Tiene que ser extremadamente fétido porque yo presumo de tener poco olfato, y también de haber sido “un muchacho de pueblo”  y que me tocó muchas veces limpiar la pocilga de los cerdos en la casa de mis padres. Quizás el purín que he fabricado no debiera oler tan mal, (acudieron moscones peludos y moscas verdes) es posible que yo carezca de método, que haya debido pesar la mezcla, que haya debido filtrar pronto el resultado, pero no tengo colador, ni tampoco báscula, ni ganas de pesar las ortigas. Creo que es muy fácil hacer recetas si te dicen cómo y tienes todos los ingredientes limpitos y separaditos  en  una encimera. De la otra manera, se hacen las cosas como se puede, especialmente  si uno es “de método relajado”.

4.- Tengo que construir o mandar construir un estanque, para controlar el torrente de agua que la acequia me suministra. Así podría ser más ahorrativo y, sobre todo, no tener disgustos en materia de desbordamientos e, incluso, inundaciones. Creo que esta vez, debería utilizar un “método rígido” es decir, encargárselo a un profesional, pero me bastaría que alguien, cualquier persona, me dijera, “eso no es tan difícil: puedes hacerlo tú” para que me lanzara. Soy así.

5.- Esto de escribir tanto de la huerta no me da demasiada audiencia al blog, puede que me la haga perder, prometo -“método relajado”- hacer lo posible por buscar otros temas más amenos para vosotros.


Aunque la huerta es el futuro.

jueves, 24 de abril de 2014

DE INVIERNO A PRIMAVERA

Apareció el color.




Sigo viajando por mi jurisdicción y los colores y las luces de la primavera me provocan que detenga mi coche para anotarlos en la cámara.



Impregnado de verdor, me convertiría en herbívoro y acompañaría a estas vacas, pero me debo al Ministerio de Justicia que me paga sueldo y gasolina para ser carnívoro antropófago, capturar la firma y apercibir a los deudores de la que se viene encima si no pagan la cantidad total que unos plazos que ya nunca pudieron afrontar. Hombres y mujeres a quienes no sólo despojaré de la casa de sus ilusiones, sino de todo su futuro en la economía legal, porque a la deuda se le sumarán los intereses y los gastos de abogados y procuradores, y ni de lejos bastará con el precio en que el banco se  adjudique en subasta aquel inmueble. Como no existe “la dación en pago” subsistirá toda la vida de los morosos una deuda impagable, que apresaría al  “ejecutado” un gran bocado de su salario de recuperación, y que realmente será incobrable para el banco, porque de esta manera  la persona sólo ya podrá trabajar “en negro” y con esto perderemos todos: la economía, hacienda, la  seguridad social.... y la banca también.
Debería producirse, si no el perdón, al menos una moratoria, una tregua, un espacio en blanco, de cinco o más años en el que las personas, después de ser agotado su patrimonio, pudieran (tuvieran la escasa posibilidad que la economía actual o futura les pueda permitir) rehacerse para comenzar después a pagar esa deuda que generaron y nadie les perdona. 
Porque a los desvalidos nadie les perdona nada.

Pero sigamos disfrutando con la primavera en la comarca bejarana. El hedonismo evasivo es la única solución práctica que se me ocurre, en este momento.









lunes, 21 de abril de 2014

PRIMAVERA EN "LA MI HUERTA"

Así se dice por estos pagos.
Disto de ser un "Beatus Ille" idílico, pues trabajo duramente todavía con el hacha, la sierra ,el carretillo, y bastante más con el azadón. Ya he sembrado ajos, calabacines, cebollas, lechugas y patatas; un poco más tarde vendrán los pimientos y los tomates. Mis manos están encallecidas y llenas de picotazos. El domingo y el lunes estuve limpiando y preparando la acequia por la que me suministraré de agua y estuve haciendo pruebas de la cantidad que llega y de cómo controlarlo, hay mucha pendiente y ahora baja mucha agua y es un estrés: se me desbordó el asunto;  debería construir un estanque.
Lo más tonto es que había muchas zarzas y ortigas y me llené otra vez las manos de picotazos porque me dejé los guantes en la huerta. Ella me está enseñando mucho y todo es absolutamente verdadero. A pesar de que todavía sólo me ha dado para comer las sabrosas manzanas del final del otoño y ahora pequeñas patatas que encuentro cavando porque el anterior arrendatario olvidó desenterrarlas, me sigo alimentando estéticamente de sus luces. Os invito a un manojo.








lunes, 14 de abril de 2014

EVASIÓN DE LA REALIDAD O PLURALISMO INTEGRISTA

Hay una edad (quizá es ya la mía) en la que, a falta de grandes ilusiones, se busca la paz y la armonía con uno mismo. El estar a gusto o el que no le den a uno disgustos.
La verdad es que el mundo está lleno de contrariedades y, si uno piensa en el déficit público, o en el paro,  o en el calentamiento global o en las indemnizaciones que se llevaron los banqueros, termina con mal humor y hasta con dolor de estómago.
Por ese motivo la gente busca sus evasiones: puede hacerlo concentrándose en el huerto como yo, o en la mecánica, o en la filatelia, o en la literatura o cine “de entretenimiento”.
Pero hay otros que necesitan más: necesitan hasta que les fabriquen una realidad de evasión. Informativos autocomplacientes con comentaristas que te darán la razón, y satanizarán a tus enemigos. Eso existe. La pluralidad  informativa hace que uno pueda elegir quien le afeite la realidad para sentirse lo más confortado posible.

Donde quiero llegar es a la dicotomía Cataluña-España. El incierto próximo referéndum o consulta, que ha sido convocado ilegalmente y desautorizado expresamente en el parlamento y sus consecuencias.
Si uno es independentista dirá y querrá escuchar que toda la gente que le rodea se siente catalana y no española “salvo cuatro” y que es imposible sujetar a un pueblo a una realidad nacional que la mayoría detesta. Cuando le entren dudas, viendo que no es así o enterándose de  lo de Ucrania o sobre la fantasmal independencia de la región del Véneto en Italia, o sobre el referéndum de Escocia, que sí ha sido autorizado, precisamente porque el Reino Unido está seguro de que vencerá;  uno consulta sus noticias afeitadas de los medios y le darán argumentos para que persevere en su “verdad” y se sienta tranquilo, narcotizado.
Lo mismo sucede aquí en el resto de España: que sobre España decidimos todos los españoles, y qué pasaría si en Tarragona o en Barcelona capital la mayoría no fueran a votar porque se sienten españoles o no quieren la independencia. Por supuesto "nosotros" los defenderemos. O todos los males que acaecerán a un estado catalán independiente, que es una “locura” etc.

Unos y otros se narcotizan con sus verdades maquilladas y lo hacen conscientemente, es decir, deliberadamente demonizan al de enfrente y sienten que los de “al lado” son  mayoría, tienen razón y además triunfarán.

No es un invento nuevo. Las religiones tienen este método bien testado: confortan y despejan dudas con la invitación al refuerzo en  la lectura de sus libros sagrados, con las letanías, con los sermones, con el implacable concepto de que “somos el pueblo elegido” o nuestra religión es la “única verdadera”.

El problema es cuando llegue la verdad: alguien o todos se sentirán frustrados, y ambas partes se sentirán enfrentadas, puede que hasta belicosamente (aunque parezca increíble).


Siempre es difícil encontrar la verdad, pero resulta imposible con el método de atrincherarse en la comodidad de informaciones complacientes. 

martes, 8 de abril de 2014

Miguel Maura “Así cayó Alfonso XIII…”


Es un libro escrito, y muy bien, en 1962, que se publicó en Méjico, por no ser admitido en un principio en España, aunque luego parece haber tenido revisiones; esta es la definitiva, de 1982. Es muy entretenido, los son aquellos años del final de la dictadura y el advenimiento, bastante pacífico para lo que viene siendo costumbre, del régimen republicano.
Su autor es hijo del aristócrata Antonio Maura, hombre que hizo época, como político, en las primeras décadas del siglo XX, y que llegó a tener seguidores conocidos como “mauristas”. Miguel, contraviniendo a parte de su familia, desertó de la monarquía, por razones que argumenta en el libro: Fue conspirador y firmante del Pacto de San Sebastián que, para él -y para mí después de leer el libro-, y a falta de documentarme más, fue un elemento de estabilidad que propició que aquella transición ocurriera sin vacíos de poder y con muy escasas víctimas. En su virtud de conspirador, Miguel Maura también “sufrió” cárcel, aunque de su estancia, sin soslayar la inevitable referencia a las ratas que pululaban por las celdas, guarda una sensación de extraño privilegio, pues de los allí encerrados con él:¡ que fueron Alcalá Zamora, Fernando de los Ríos y Largo Caballero, entre otros, todo el mundo sabía que iban a ser los próximos mandatarios en el país; de manera que fueron tratados entre algodones y con las máximas comodidades carcelarias, sobre todo en materia de recepción de comidas pantagruélicas y también,  protagonistas de un hecho estrambótico: el candidato propuesto para presidente por el rey por la mañana, José Sánchez Guerra, se dirigió por la tarde a su cárcel suplicándoles que salieran de allí para ser ministros. Lo mejor del asunto es que los conspiradores prefirieron continuar en la prisión ante lo podrido del régimen monárquico. Renunciaron expresamente a intentar apuntalar con su presencia, es decir, se mantuvieron firmes en su fe republicana para, poco después, entrar en el gobierno ya como edificio del nuevo régimen. 
Hay muchísimos toques de humor, es un libro muy instructivo, pero también muy divertido.
Pero es un memorialista, como casi todos, humano: se despacha a gusto con los compañeros de gobierno. Aunque dice querer mucho a Azaña y haberle acompañado en sus últimos días de vida en el exilio francés “comprendiendo su inmensa talla humana y política” nos habla y lo dice así, que existió, años antes, otro Azaña orgulloso, miedoso con miedo cerval, taimado y propenso a componendas trapaceras como, por ejemplo, -que no doy mucho crédito- salir al balcón de la Puerta del Sol, que fue siempre el Ministerio de la Gobernación, acompañado de un joven del Ateneo que leía una nota con la  claudicación del gobierno ante las exigencias de los manifestantes y también anunciaba -nada menos- que la disolución de la Guardia Civil, medida que ni en broma se había acordado, ni pensaba tomarse.
Es ahí donde pillé la deriva justificativista del libro, aún no he comenzado el capítulo de “la quema de conventos” y ya veo al huerto adonde me quiere llevar: que se vio maniatado y que los responsables son otros.
Su lectura me estaba gustando tanto como los diarios de Azaña, porque está escrita con más tiempo y también con apoyo de citas, periódicos y  libros de memorias. Es más completo, más asentado, no como Azaña, que tenía que escribir entre los embates de la realidad, sin mucho tiempo, a diario. Por eso, aunque recomendaré el presente libro, porque es muy interesante por todo lo que contiene, ya miro a Miguel Maura de soslayo, aunque también, he de lo reconocerlo, el libro me ha hecho mirar un poco de soslayo a mi admirado Manuel Azaña, lo cual siempre es enseñanza. Su relato es muy instructivo y fue muy creíble hasta el momento en el que he parado. 
Creo que hay gente muy dotada para diseccionar muy bien la realidad aunque su subjetividad les pueda, tratándose de sí mismos; es lo humano. Como en las declaraciones de los acusados, sólo resultan absolutamente veraces las afirmaciones en contra de los intereses del autobiografiado.


Está muy bien el libro, repito que invito a leerlo. Lo único que lamento es haberos destripado el fin.

viernes, 4 de abril de 2014

EL CIRCO DEL SOL

El peor turno de los antidisturbios de la Guardia Civil de Melilla es el de la madrugada. Antes era un chollo porque uno estaba acuartelado y como no solía pasar nada, trabajaba durmiendo. Hoy todos tienen el sueño cambiado, incluso muchos no pueden dormir después de la tensión que pasan: es uno de los peores destinos que hay en el “cuerpo”. Además te tienes que endurecer, deshumanizar, porque si piensas bien en que esa pobre gente es como tú, -que podrías ser tú-, tendrás problemas de “coco”.
-Tocan alarma: a la valla, ¡que vienen los negros!
Pero siempre existe gente optimista que incluso pretende bromear.
-Consuélate: vamos a ver el Circo del Sol, y gratis, nos ahorraremos “una pasta” que me han dicho que es carísimo. Dicen que vienen ojeadores del Canadá a ver si fichan alguna “figura”.
-No digas eso ni en broma, que como se corriera la voz, me veo no sólo el doble de negros, sino también blancos y amarillos intentado hacer méritos para la oposición.
LA OPOSICIÓN que la Universidad de Salamanca ha convocado, ofrece 29 plazas de Auxiliar Administrativo. Se está acabando el plazo y dicen que van ya 29.000 instancias: viene gente de Valencia, de Zaragoza, de Madrid… El día del primer examen van “a petar” los alojamientos. Ya están reservándose hasta casas rurales de los pueblos cercanos. Ese sábado no habrá quien aparque en la ciudad.
-Sí, porque nunca faltaron los autocares de aspirantes gallegos ¿cuántos vendrán este año? En toda España hay miles de personas de veinte a sesenta años, agazapados a la espera, como si estuvieran en el monte Gurugú.
EN EL MONTE GURUGÚ cada vez hay más desesperación. Los marroquíes ya emplean al ejército. Pronto lo harán los españoles también, se dice. O se les ocurrirá electrificar la valla. La angustia aumenta, “la próxima vez tengo que conseguir pasar”, “La próxima vez o moriré en el intento, o peor: no conseguiré salir de aquí”, muchos han logrado agarrarse a la segunda valla y comenzar a subirla, pero fueron rechazados   muchos saben ya que se escala mejor con los pies descalzos, así que dejan sus botas en África para agarrar con los dedos de los pies, las alambres  los pequeños cuadraditos donde el calzado no entraría. Abajo se ven cientos de zapatos y botas abandonados.
ZAPATOS Y BOTAS ABANDONADOS es lo que todo el mundo fotografía cundo entra en Austwitz. Zapatos de gente traída a la fuerza en trenes de ganado para hacerla desaparecer. Era la solución final. La paradójica falsa solución final de los negros que han gastado los ahorros familiares y tres o cuatro años en cruzar el Sahel, creen que  es conseguir salvar la valla, vencer la oposición.
LA OPOSICIÓN a funcionario es un momento olímpico: la gente se aprieta para conseguir salir como en los mil quinientos: no se puede perder un segundo, llevas hasta lápices de repuesto y cuando dicen: ”pueden comenzar el ejercicio” todo el mundo rasga el cuestionario instantáneamente, como si la grada rugiera y ves volar las décimas en el cronómetro, y te escriben la meta en el encerado, que es el momento en que se parará y no te dejarán ya más.
Creo que la foto es de "El País"
NO TE DEJARÁN YA MÁS volver a encaramarte a la farola. Hace tres o cuatro días un negro, consiguió subir a una farola vertical de quince o veinte metros, que no le llevaba a ninguna parte y se quedó allí cinco horas, gritando paradógicamente “Viva España”. Llamó tanto la atención que cuando cayó, desfallecido, le llevaron a un hospital español, lo había conseguido. Ayer, otro consiguió encaramarse pero ya no le salió bien, la policía no es tonta fueron a buscarle con una grúa mecánica. Otro que desfalleció arriba de las vallas, fue recogido por la guardia civil, pero, esta vez  le llevaron a un hospital marroquí. Había fracasado en el su intento de superar la oposición.
EN EL INTENTO DE SUPERAR LA OPOSICIÓN van a invertir todos los opositores 31 euros, de tasa, a ello hemos de unirle, el material de estudio, y los gastos de desplazamiento y /o alojamiento, no es nada proporcionalmente a lo que invierte un negro en llegar hasta el Gurugú. Si la economía familiar española se sigue hundiendo, quizá empiece a serlo. Lo que está claro es que el tiempo invertido no cuenta si al final se llega a la meta y consigue uno entrar en Europa y otro la plaza de funcionario.
LA PLAZA DE FUNCIONARIO significa el  futuro más claro que hubo siempre en España. Para entrar no se valora el espíritu de servicio, ni los conocimientos reales que se van a manejar, se trata de memorizar muchos datos inútiles y equívocos para poder rellenar acertadamente un test en el que hay muy poco tiempo para pensar. Es una dificultad, un laberinto, un muro, una cucaña.
UNA CUCAÑA con un jamón colgado arriba, había hace cuarenta años en Ávila. Era un poste alto, vertical, que para colmo untaban de cera o de grasa. Cuando yo lo veía sólo lo intentaban los gitanillos; era dificilísimo. La gente se reía de sus afanes. Yo no vi a ninguno ganar el jamón, pero esos niños se aproximaron a ello. Quizá de esa habilidad venía el dicho para lo imposible “eso no se lo salta ni un gitano”.  Hay que cambiar el refrán porque eso sí se lo salta un subsahariano.

El problema es que Europa cada vez es menos, económicamente, en el mundo, toda ella está en crisis y la xenofobia campa, sin vergüenza, sobre todo, en los países más adelantados.
El problema de La Universidad de Salamanca, del Sector Público Español en general, es que es insostenible. Lo peor de todo es que nos endeudamos para sostenerlo artificialmente y esa deuda la pagarán nuestros escasos hijos con el escaso futuro que les vamos a dejar.
(El gasto de custodia y alojamiento de los negros en los centros de integración de extranjeros de Melilla donde los encarcelamos, también lo estamos dejando a deber, pero eso no es nada comparado con lo otro: es el chocolate del loro)

Y Dios está en Suiza.

jueves, 3 de abril de 2014

The funamviolistas. (2)



Incluso a las personas con fuerte olor personal, cual es mi caso, a veces se nos pega en la pituitaria un perfume de dicha: el que nos da una impresión de amistad, de paisaje, de arte... Todavía llevo yo el último del arte de  The Funamviolistas, desde el sábado. 
Estuve el domingo por la mañana trabajando en mi huerta, desde las ocho y media, con el presente de su fragancia, racionalmente pensaba en que mi vida sólo puede atrapar las sensaciones como huevos de oro. Aunque también había momentos en los que me decía que si me daba una vuelta y merodeaba por el hotel principal de Béjar todavía podría ver a las gallinas prodigiosas dándose un breve paseo o metiendo los instrumentos, o el equipaje, o en una furgoneta para seguir funamvioleando por ahí.
No lo hice. Esta vez no; uno es demasiado viejo y resultaría escandalosamente patético, a mis alturas, perseguir veintipicoañeras, sólo por intentar sostener en el tiempo aquella sensación; ya me sé el final del cuento de la gallina de los huevos de oro.
Además, desde que conocí a Silvio Rodríguez, he decidido no conocer a nadie que no conozca bien.
Pero el caso es que yo quisiera ser ellas, como he querido ser los Beatles, o los Messengers de Art Blakey, o los miembros de una coral juvenil norteamericana que vi en Ávila, o los Mayalde  o los Ron la-la: vivir dentro de la magia. Otros se matan por tocar el manto de la Virgen del Rocío, y otros van a Tierra Santa rodeados de seguridad antiterrorista, a ver iglesias que se construyeron quince siglos después donde “la tradición” dijo que había vivido un nazareno; por último, otros van a pagar 300 euros por ver a considerable distancia a cuatro ancianos llamados Rolling Stones…
A mí también me gusta acercarme lo más posible.
Cuando a uno le sostienen el tiempo, -eso es el arte-, se mece gozosamente en aquel sostenido, entonces “también” es artista receptor. Y cuando acaba la función, aún uno no ha sido depositado  en la tierra, todavía está eterizado y un poquito eternizado: el arte detiene la vida para nosotros en una estación  perdida de la infancia y uno quiere permanecer, vivir allí, por eso quisiera ser ellos o ellas: tener el arte conmigo. O en su defecto, asirlo. Pero no tengo tan mal carácter como un tal Mark David Chapman.

Yo soy poco perfeccionista y quizá debiera dejar fermentar más algunos de mis artículos; que recrezca la masa. El lunes hubiera soltado el artículo, pero quería ponerle foto y no la había hecho, de manera que lo di un par de vueltas más. Quedó bien. Se lo propuse al Facebook de The Funamviolistas y, quizá, como estaba un poco mejor de lo que acostumbro, les gustó y me respondieron cariñosamente, queriendo corresponderme con invitaciones para una próxima función. Yo había recomendado a gente que les fuera a ver a Peñaranda de Bracamonte, donde tocan esta tarde, y se me ocurrió que debería aceptar el regalo y así regalar yo la obligación de que mis amistades no fallaran mi recomendación.

El resultado de esta correspondencia es que todavía vivo en la nube, me he hecho un hueco en su facebook. No, no pueden ser unas calculadoras que halagan mis halagos para mantener mi excitación y que yo siga halagándolas. Con mi escasa audiencia, mal cálculo si fuera así. Me reconocen sinceramente, me agradecen, y yo sigo entontecido, y suelto excrecencias como esta, por pura simpatía(1) musical, como un perpetuum mobile.
Sé que el tiempo pasará y necesitaré ducharme o simplemente habrá soplado mucho viento a mi alrededor. También vendrán otros olores a mí. Sé que recordaré que “algo” ¿eran tres chicas, no? me gustó mucho, pero se irá; la vida lo va solapando todo, crece hierba, y musgo y líquenes, las frutas caen al suelo y se pudren, y habrá nuevas primaveras floridas. Pero el olor todavía me dura gracias a su agradecimiento y es un desperdicio que hoy yo no siga cerrando los ojos e inhalando profundamente.


(1) las cuerdas vibran por simpatía cuando reconocen en el aire las notas en las que están afinadas.









martes, 1 de abril de 2014

"Horror vacui"


Escribo en latín, lenguaje que nunca dominé más allá del aprobado en el instituto, y no siempre. Esto del “horror al vacío”, si está bien escrito, es un concepto de historia del arte con que se califica a pintores, y escultores en relieve, que quieren que todo lo que aparezca en su obra material sea sabroso, significativo, trascendente, chicha... El prototipo sería un pintor que llena el cuadro, sin dejar respirar al cielo o a los fondos. The Funamviolistas, el pasado sábado 29, en Béjar, durante hora y media, nos llenaron todas las esquinas de arte  variado, intenso, sobresaliente, multidisciplinar; así son ellas: un grupo de mujeres sobrecualificadas y extraordinariamente útiles, como una navaja multiusos.

A mí me gusta mucho “ver” la música y pienso en todo el juego de dinámicas que puede dar la mezcla de estilos, tempos, épocas, ritmos, estados de ánimo, colores musicales, sugerencias y evocaciones. Además, hoy, como cualquier músico toca de todo ya con su instrumento, es de suponer que un espectáculo teatral que proponga una mezcla musical, me satisfará. Por eso fui.
Más que eso hicieron estas tres chicas: uno a veces siente, cuando está disfrutando, que pagó poco por el boleto, que se la compraría a sí mismo en la reventa su entrada por el doble del precio. Eso sentí yo el sábado en algún respiro, pero inmediatamente el arte desplegado sumergía mi atención de nuevo.
The funanviolistas parecieran instrumentistas, músicas; pero no, ante todo son artistas. Aunque hayan dedicado mucho más estudio (impresionantes curricula) a un instrumento que a esas otras facetas artísticas marginales que parece que cultivaron paralelamente, pero o lo hicieron con tal convicción, o es el magma de artistas que llevan dentro, que también se atreven a enfrentar y sorprender al público con ellas.
Por el mismo precio nos vendieron un concierto de música clásica, circo, cabaret, danza y teatro gestual; todo con un ritmo frenético y una ejecución impecable; con la hipercomunicación que practican hacen despertar a cualquier público, a la vez que enmudecer cualquier atisbo de comentario, apertura de caramelo, tos, -nadie tosió a pesar de que había refrescado considerablemente  el tiempo- y hasta un bebé que alguien se trajo – que temí desde el principio-, calló ante su actuar. Nos llevaron en volandas; cuando te dan un show así, no sólo comulgas con los artistas, sino también a la salida apretada por la calle central del teatro, te sientes cofrade con el público afortunado, las miradas cómplices de asentimiento amalgaman nuestro “barrio cultural”, los infalibles que venimos a casi todos los espectáculos.
¿Se puede tocar el violín bailando en puntas, se puede tocar el contrabajo de espaldas, se puede bailar un tango sensual con aquél señor tan grueso, se puede cantar a varias voces  y también, deliciosamente, como solista, se puede fingir  un orgasmo con la sinfonía de los juguetes de Leopoldo Mozart? Pues sí, y también se puede bailar el can-can y tocar una habanera encima de un barco que se bambolea, echarse un galope con la obertura Guillermo Tell, y todo suena bien y además oportuno, y el embudo de tiempo está tan lleno de arte que sólo le da a uno, en otro respiro, a pensar en la suerte de que unos padres, un buen día, invirtieran en educar a unas hijas así.
Se trata de tres músicas de cuerda: un violín, un contrabajo y una viola, muy viajadas y muy especialistas en las más superespecializadas disciplinas de sus instrumentos (Reinhard Göebel, violín barroco). Padres españoles con afición musical y con visión, aunque la contrabajo sea argentina, que invirtieron en estos instrumentos, seguramente sabiendo la sempiterna carencia de músicos de cuerda en España. Ya, en 2014, no debe suceder esto.
El espectáculo comienza con las tres chicas leyendo sus cartas de despido. Me centro ahora en la viola: un instrumento segundón, del que apenas si hay conciertos en el repertorio: un Harold en Italia de Berlioz, un doble concierto de Mozart con el violín (Mozart elegía tocar la viola en sus cuartetos de cuerda) y uno de Brahms, creo. Para colmo, la solista siempre suele ser la japonesa Nobuko Imai.
En resumen, que quien elige la viola, seguramente empezó con el violín y se dio cuenta de que no era la mejor, entonces, con mucha cabeza, elige un instrumento no brillante, pero sí imprescindible en todas las orquestas y en todos los cuartetos, es decir, está eligiendo un solvente y casi seguro, futuro profesional.
Esta chica, Mayte Olmedilla, por lo que sea, lo eligió, quizá esta salida profesional sea pura resignación y no haya conseguido entrar en una orquesta para ser una funcionaria como dios manda, con silla fija para escuchar las toses del público en los pianísimos, vacaciones y seguridad social, pero estoy seguro que hoy, arriba del escenario, no se cambia por nadie. Como artista, debe  elegir o ha elegido,  esta farándula, en la que pasa por payasa, equilibrista y picantona cabaretera, que, mayormente, toca la viola; aunque todo sea incertidumbre económica. Claro, no es lo mismo que te aplaudan porque sabes que el público te ha visto – a ti- como cantas, bailas, y actúas, que al final del concierto el director de la sinfonía decida –cosa rarísima- que se levante la cuerda de las violas, y compartir un aplauso con ocho o diez personas, el director y toda la orquesta. Además, sabiendo que  si no llevas un traje estrafalario, o eres obesa mórbida, o larguirucha, o enana, nadie ha reparado en ti entre todas las sardinas de la orquesta.
La contrabajista argentina, apellidada Horowitz, como el célebre pianista Wladimir, también es un bicho raro sobre el escenario, pero ya menos: desde que Jack Lemmon nos interpretó a una contrabajista femenina en “Con faldas y a lo loco” sabemos que eso puede ser, y  además funciona en lo cómico.
La violinista sevillana, que es la más alta de las tres, esbeltérrima por su musicalidad, pero también por su capacidad de sobrevolar el escenario en puntas, pareciera, a veces, sostenida sólo por su melodía.
¡Ay, señor!, dirán sus tías envidiosas, tantos años, tanto gasto, tantas audiciones, tantas becas, tanto extranjero, tantos maestros sonoros, para  acabar de titiriteras, y enseñando pantorrilla. Pero para cualquier espectador sólo la envidia puede ocultar a unos ojos predispuestos a lo negativo, que estamos ante el “arte total”.

Y al final de la función estas chicas tan valiosas se nos ponen a la salida a recibir felicitaciones y sonoros besos de las señoras, que reconocen que acaban de ser muy dignificadas como mujeres con el arte de estos tres ejemplares femeninos,  y en ese beso entregado, también están reconociendo que no han tenido la suerte de que les haya salido una nieta como cualquiera de estas tres artistas ¿qué habrá estado haciendo mi hija todos estos años? Mientras las protagonistas, ya reducidas a la talla de mortales, ante la cascada de elogios, tan superlativos, como repetitivos y sinceros, se limitan a darnos sincera y humildemente  “ las gracias por venir”.