jueves, 24 de abril de 2014

DE INVIERNO A PRIMAVERA

Apareció el color.




Sigo viajando por mi jurisdicción y los colores y las luces de la primavera me provocan que detenga mi coche para anotarlos en la cámara.



Impregnado de verdor, me convertiría en herbívoro y acompañaría a estas vacas, pero me debo al Ministerio de Justicia que me paga sueldo y gasolina para ser carnívoro antropófago, capturar la firma y apercibir a los deudores de la que se viene encima si no pagan la cantidad total que unos plazos que ya nunca pudieron afrontar. Hombres y mujeres a quienes no sólo despojaré de la casa de sus ilusiones, sino de todo su futuro en la economía legal, porque a la deuda se le sumarán los intereses y los gastos de abogados y procuradores, y ni de lejos bastará con el precio en que el banco se  adjudique en subasta aquel inmueble. Como no existe “la dación en pago” subsistirá toda la vida de los morosos una deuda impagable, que apresaría al  “ejecutado” un gran bocado de su salario de recuperación, y que realmente será incobrable para el banco, porque de esta manera  la persona sólo ya podrá trabajar “en negro” y con esto perderemos todos: la economía, hacienda, la  seguridad social.... y la banca también.
Debería producirse, si no el perdón, al menos una moratoria, una tregua, un espacio en blanco, de cinco o más años en el que las personas, después de ser agotado su patrimonio, pudieran (tuvieran la escasa posibilidad que la economía actual o futura les pueda permitir) rehacerse para comenzar después a pagar esa deuda que generaron y nadie les perdona. 
Porque a los desvalidos nadie les perdona nada.

Pero sigamos disfrutando con la primavera en la comarca bejarana. El hedonismo evasivo es la única solución práctica que se me ocurre, en este momento.









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