lunes, 5 de mayo de 2014

LA MEMORIA INMEDIATA.

Ya he escrito en este tridiario que me aproximo al medio siglo. Cada vez son más inquietantes los ruidos internos, los incomprensibles insomnios, los olvidos inmediatos, las nubes en los ojos, la sordera... No quiero preocupar a nadie; pienso que son cosas de la edad. Además, si fuera africano ya habría muerto estadísticamente en casi todos los países.
Lo que más me preocupa, por momentos, es el olvido inmediato. Funciono con piloto automático; siempre apago el gas y vacío la cisterna, pero a veces, cuando bajo a la calle, me inquieto porque no recuerdo haberlo hecho. Alguna vez he vuelto a subir (tardeo mi tiempo y me cuesta: vivo en un cuarto piso sin ascensor) y todo estaba en orden, por eso, cuando me entran las dudas reafirmo mi confianza en que mi piloto automático lo habrá hecho, aunque yo no me acuerde. Espero que nunca me falle. (en cualquier caso, que no sea con el gas)
Por supuesto que olvido donde dejo las gafas, las llaves o la cartera. Lo del teléfono móvil tiene fácil arreglo llamándome con otro.
Lo más triste es la escritura: ahora me aguantan menos las ideas en la cabeza y eso hace que mi producción esté bajando en calidad y cantidad. Bien está si una idea me pilla, con tiempo, delante del ordenador, porque sale: todavía sale porque no escribo tan lento como para no atrapar la mayor parte de mis pensamientos. Pero si me pilla con las bolsas de la compra o conduciendo o sin un papel y bolígrafo a mano, sé que perderé la idea. Ya empiezo a obsesionarme con ello; mi experiencia me dicta que una vez perdidas, todas las ideas "geniales" son irrecuperables o cuando se recuperan no tienen "vis generativa".
No me quiero asustar, creo que es lo típico de un varón insomne de 50 años. Mi padre ya va a cumplir 77 y lleva muchos años dándole vueltas, asegurándose de que todo está bien cada vez que abandona la casa y todavía funciona más que aceptablemente.

Yo tengo buena memoria y mucha capacidad de relación de los recuerdos remotos. Aunque así les pasaba, mucho más acentuadamente, a mis viejos octogenarios y nonagenarios de la Guerra Civil. No sé si soy demasiado joven para que me empiece a pasar a mí.

Me quiero dar motivos para la tranquilidad. ¿Para qué si no se inventaron las agendas?, ¿y los pastilleros que usan los no tan viejos?.Es más:¿Para qué se inventó el orden? Lo siento pero ya incumplo (no es que lo haya olvidado) mi pretensión de no hablar siempre del huerto. Pierdo las herramientas, los guantes..., hasta la regadera me hace andar a vueltas.
Yo siempre he sido un desordenado; confiaba en mi memoria. Ahora creo que la solución será recurrir al orden, al método: cada cosa en su sitio. Todavía no lo hago bien, siempre me ha costado ser ordenado, y quizá tampoco me resigne a serlo, porque si me doy por "derrotado" tan fácilmente, no sé si terminaré por entontecer mi memoria inmediata.

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