jueves, 17 de julio de 2014

Jacinto Pérez Moreta

Hoy he escrito una carta a mi profesor de literatura. Yo he sido un gran mantenedor de Correos, y siempre fui prolijo en contenido: solía meter cuatro folios, que es lo que daba el peso del franqueo mínimo. Lo heredé de mi abuela Macrina, que también escribía muchas cartas. Me honra que a mí me escribiera la última, aunque no la llegó a enviar, me la tajo una tía a casa, algún año después de la muerte de la escritora.

Mi maestro, no el único, pero sí el mejor, de literatura, fue Jacinto Pérez Moreta. A nadie podría agradecerle más el deseo de ser como aquellos escritores cuyas vidas nos narraba tan teatralmente en sus clases, salpimentando todo con humor, gestos gallardos y contenido literario literal, que solía citar de memoria. A mis 15 años, el terreno estaba bien propicio para que brotaran anhelos artísticos. Supongo que fue la emulación, el deseo de ser como aquellos ejemplos, o el otro deseo: corresponderle un día, precisamente a él, al maestro, mostrándole, con un triunfo, que había conseguido hacer brotar un fenómeno literario como los que  pregonaba. Esto es lo que ha hecho que haya invertido buena parte de mi vida en leer y escribir.

No ha sido posible hasta ahora corresponderle. Llegamos donde llegamos. Y no creo que tampoco mucho más allá de aquí, donde vierto mis inquietudes. No es gran cosa, nuestra audiencia no crece mucho, a nadie debo parecer lo suficientemente bueno como para recomendarme y, si lo hacen, los que reciben la recomendación no toman interés en seguirme. Los que ocasionalmente tropiezan conmigo buscando algo, (diferentes han de ser, por  la variedad que trato), tampoco suelen perseverar.
Yo me conformo, me resigno más bien, con seguir brindando al sol como bloguero; aunque mi mujer me recrimina que  no siempre ofrezco lo mejor, lo que debería dar; sucede que no quiero traicionar mi periodicidad y, a  lo mejor, termino traicionando mi calidad.

Buscaba alguna noticia sobre este hombre y encontré su número de teléfono en internet, pero al ir a marcar pensé, ¿será una buena hora? ¿estará sordo?, ¿le pillaré con tiempo para decirle todo lo que debería? ¿me interrumpirán?
Creo que he acertado, ya no se recibe por carta más que propaganda electoral, (¡qué despilfarro! yo no leí ninguna); que llegue una carta que no sea del banco; una carta "antigua" como las que se abrían rápidamente y uno se sentaba a leer, y releía. (Yo no releo casi nunca los emails, pero las cartas sí las releo, suelo hacerlo una vez terminada la primera lectura y alguna otra, que tropiezo con ellas). Espero que él sí la leerá con interés y, seguramente, se sentará en un sitio cómodo para ello. Me parece que a mí me haría ilusión que mis alumnos se acordaran de mí y que a alguno, alguna vez, le diera por manifestarlo. Claro, que sólo di clases un año, frente a una carrera completa de Jacinto Pérez. Además, yo enseñaba derecho del trabajo, contabilidad, derecho mercantil...: nada tan entusiasmador como la literatura. Pienso que entre tantos alumnos a los que habrá entusiamado, no soy el único que ha buscado tiempo y se ha atrevido a algo así.
Aunque, en general, todos estamos muy ocupados: creo que si, por ejemplo, diez personas al año se acuerdan y han querido homenajear y agradecer expresamente al maestro, nueve lo habrán intentado por teléfono, la gente no tiene la facilidad ni, sobre todo, la voluntad que tengo yo para escribir, espero que juegue a mi favor.
Jacinto Pérez Moreta era un profesor distinto, pasaba de pasar lista y poner faltas, pero siempre traía buen espectáculo a sus paseos por la clase, muy escasamente leía algo, y nunca hizo algo parecido como eso tan antiestético y antipedagógico de "dictar apuntes". No solía suspender a nadie. Contaba entretenidas historias, anécdotas, morcillas y la gente iba de buena gana a sus clases sin la coacción de la "falta": hacía que recibir enseñanza fuera un placer "para todos los públicos".
Quizá por eso amo tanto la literatura, por eso odio tanto la memorística, el papanatismo, la afectación..., por eso quiero ser como pintaba él que eran los literatos. Pero ahora, viendo lo difícil que puede ser que llegue yo a citar su nombre en una entrevista después de recibir un gran premio, he decidido escribirle para decir que marcó mi vida. He terminado así:
 Bueno, no quiero distraer la atención con esta publicidad, (de mi blog) la presente es para agradecerle que derramara las esporas de este hongo cronopiesco que me posee y alimenta, que es la levadura de mi alma.


3 comentarios:

  1. Jacinto Perez Moreta era profesor mío también
    Que tal esta? Se ha visto con él?

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    1. Me respondió con una preciosa carta a mano que conservaré siempre y mostraré a mis compañeros moretófilos, con orgullo. Creo que le gustó recibir mi carta, así que te invito a escribirle. Se quedó viudo hace tiempo y me transmitió la impresión de que definitivamente amputado en lo emocional. Me escribió, quizá también para acentuar su luto, su caballeroso anacronismo, que no tiene teléfono móvil, ni ordenador ni internet. No se me ha dado el caso, pero si alguna vez paso cerca de su pueblo, me desviaré buscaré su casa y llamaré a su puerta. Estoy seguro de que nos atenderá bien.
      Hay mucha gente que busca su nombre en google: hasta hoy 277 entraron a ver esto. (Pongamos que 25 me leyeron a mí, pero los 252 restantes le buscabáis a él)

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  2. Yo también fui alumno suyo.Ne gustaría escribirle una carta. Me dices la dirección?.

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