domingo, 13 de julio de 2014

Relatos de naúfragos


Aunque lo haya leído, compro a un euro todo lo que cae en mis manos de García Márquez, con nadie mejor el placer de releer. No había leído su relato de un náufrago, que se publicó por entregas en un periódico y luego, después del exitazo de "Cien años de soledad" se irguió libro. Ya el prólogo explicativo para esa edición tiene el embriagador licor de su prosa y le aboca a uno a la lectura, hechizado hasta el final. ( a pesar de que sigo leyendo "Bomarzo": me acerco a la 300, de sus 650 páginas)
Soy mucho de compadecer; me meto en los personajes y casi somatizo estos naufragios interiores con sus penurias. La narración para mí fue agobiante. Aunque supiera el final, como en "Crónica de una muerte anunciada", sufrí la sed la salobridad del agua, el pavor a los tiburones y la angustia por pescar algo o cazar una gaviota, el frío de la noche, la desesperación de que no nos vienen a rescatar, a pesar de que nos sobrevolaron aviones, incluso el delirio fantasmal que vivió el protagonista. Y todavía lo sufría minutos después de levantarme de la lectura: tenía tal pelotazo en la cabeza. Soy así y llevo mejor leer que ver películas, cada vez aguanto menos el sufrimiento (nunca he sido capaz de ver el pianista de Polanski, ni tampoco de volver a ver la "Lista de Sindler") me acojona la música de las películas de terror; suelo abandonarlas entre abucheos de mi mujer por mi timoratez.

No sé, dicen que los colombianos son así de verbosos, pero me parece que Gabriel GM exprime cuidadosamente la historia, o echa su levadura narrativa  o retoca magistralmente lo poco o mucho que le contara en una entrevista vendida a su periódico por el  hombre real que padeció este relato.
No puedo evitar recordar una narración igual de agobiante que me marcó profundamente cuando, sin buen calor,  pasaba los inviernos solo en Mombeltrán. Entonces leí, desde dentro también, este relato "En la noche y entre los hielos" de Fridtjojf Nansen, explorador noruego de finales del  siglo XIX. (Desde entonces también compro casi toda la literatura de viajes que cae en mis manos a un euro), aunque no recuerdo su estilo, ni siquiera si es una buena traducción, he que decir que recomiendo vivirlo también. En mi biblioteca lo tengo al lado de esta edición de Robinsón Crusoe, prologada por Joyce y  traducida por Cortázar que también me gustó en su día pero, quizá por afrontarlo devotamente y con grandes expectativas, no llegó a marcarme la vida y mi pensamiento posterior como sí hizo Nansen y ha vuelto a repetir García Márquez. (aunque últimamente todo lo que me pasa, como que se pasa antes en mi impresión. Quizá no ahonde tanto, o puede que el ratoncillo del alzeimer me esté royendo ya los pies)

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