sábado, 16 de agosto de 2014

ANTE EL GRAN VIAJE


Nos vamos de vacaciones: a patear, sólo con el descanso imprescindible,  Roma. Estoy vaciando la memoria de la cámara para dejar espacio donde fotografiar los brillos romanos y he encontrado fotos de mi viaje cotidiano andando de Béjar a Candelario.



Las amapolas son como una puesta de sol: uno siempre debería fotografiarlas porque la belleza de hoy nunca será igual a la de mañana.

Bajando, de vuelta a Béjar en el perfil destacan dos torres de iglesia y, sobre todo, el palacio ducal.



Cerca del río, en la ladera casi siempre umbría, abundan el verdor y los helechos.
Imagen del 14 de agosto: las amapolas desaparecieron y alguna hierba se va secando. 

Al fondo los altos de Valdesangil. No son tan graníticos como parecen, hace varios años presencié como se quemó su escasa cubierta vegetal.

Lo mejor de este verano tan fresco es que está habiendo pocos incendios forestales. (Lo peor, para mi egoísmo, es que no me maduran los tomates)

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