martes, 16 de diciembre de 2014

La vuelta del calcetín

A la inmensa Barcelona
capital de Cataluña
la hemos "echao" la uña
aunque es tan fanfarrona (...)

Este fragmento de una décima, que es el género de composición poética que se usa en  San Esteban del Valle para loar a su santo local, fue recitado en febrero de 1939  por su compositor: un empresario chocolatero llamado Esteban Navarro, con motivo de la fiesta del "Vitor" a San Pedro Bautista. Hacía poco que había llegado a San Esteban la noticia de la toma de Barcelona por los nacionales.
Entonces todo era cruzada, y hasta las loas a los santos se politizaban, se llenaban de pólvora. Hay una ironía hacia el "enemigo catalán", pero seguramente también el sentimiento positivo de que se vislumbra el final de la guerra, la ansiada vuelta de los barranqueños movilizados, y en general,  el cese de la sangría de recursos destinada a quemarse, sin beneficio alguno, (al contrario, produciendo más perjuicios) en el esfuerzo bélico.

Esteban Navarro, con el inminente final de la guerra, también quería recuperar su automóvil: un Chevrolet, que costó 6.000 pesetas y que le había sido incautado en el "agosto rojo" que sufrió el Barranco de las Cinco Villas de Ávila. El autor de la chanza que encabeza este artículo no sabía que su coche estaba precisamente en Barcelona (más tarde se lo notificaron) pero, tan mal parado, que no mereció la pena ir a por él.

Estoy leyendo este libro que narra, entre otros hechos históricos, la toma de Barcelona. Lo he "visionado" con mi mente cinematográfica. Por supuesto, -la he vuelto a ver hace poco- el libro me ha recordado a la película "El Hundimiento", Der Untegang del director Oliver Hirschibiegel. La cinta narra los últimos momentos de la camarilla del búnker de Hitler en Berlín, entreverado con personajes anónimos que sufren la derrota y la invasión rusa en esa ciudad.  Barcelona en enero de 1939 fue, para los republicanos, un sálvese quien pueda  y un el último que apague la luz (1) de lo más descarado y unos militares iban delegando en otros la autoridad de articular la defensa; pero todos, militares y civiles pensaban en cómo escapar, o como quedarse sin meter la guerra directamente en casa. Afortunadamente en 1939 la desmoralización de los militares y civiles republicanos era tan real como realista y no se produjo el mismo choque que en el Madrid de 1936  que se erigió en campo de batalla con muchos muertos y destrozos materiales bajo la consigna de "no pasarán".
Mejor así, los muertos y heridos son todos iguales, pero la arquitectura de Barcelona es mucho más hermosa que la madrileña.
Siguiendo con la ampliación literario-cinematográfica: uno se imagina en ese momento la lujosa ciudad ocupada por refugiados y heridos de toda la España republicana, -tengo documentación que acredita que hay gente del Valle de las 5 Villas de Ávila-,  y también barceloneses a quienes bombardearon su hogar, todos realojados en las maravillosas casas burguesas del ensanche, que habían abandonado las gentes que huyeron después del 18 de julio de 1936 por miedo o por convicciones "sublevadas"(2). Aunque peor les fue a algunos dueños de estas casas a quienes, un tropel de anarquistas, directamente, fusilaron.
Barcelona en enero de 1939 iba a ser tomada por el ejército nacional con ánimo de revancha, eso debían temer todos y más los muchos que habían actuado o se habían dejado ver como "rojos" o como independentistas.
Quizá algunos todavía quisieran retroceder para luchar en otro lugar, pero eran los menos: hay veces que saldrá mejor reconocer la derrota, rendirse y quedar a merced de la clemencia del enemigo que, al ser un humano, quizá ofrezca más oportunidad de sobrevivir que intentado parar o contrarrestar balas o metralla, siempre ciegamente belicosas.
Mi abuelo, republicano en el alma pero no de su obligado uniforme nacional, vivió la toma de Barcelona con más pena que otra cosa: presenció tales destrozos, abusos, saqueos de muebles, de puertas para hacer leña, que siempre repetía  a sus hijos "pase lo que pase, nunca abandonéis vuestra casa".

Había mucho drama, también cálculo de probabilidades, mucha vacilación, siempre sufrimiento: eso da mucho juego cinematográfico, muchos tipos de personajes en una situación límite, lo cierto es que la guerra civil tiene todavía pocas películas para la cantidad de sentimientos que puede recoger. Y a mí me gustaría escribir y rodar esta película.


(1) tuve escrito "marica el último" pero no estaba bien.

(2)Me sorprendió mucho que entre ellos estuviera el compositor Xavier Montsalvatge que se pasó a luchar con el bando franquista. Pero lo hizo mucha más gente, hay una división entera de catalanes en el Ejército Nacional que se llamó el Tercio de Montserrat.

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