jueves, 28 de mayo de 2015

Cambios municipales: fin del ciclo de la Guerra Civil.


En las pasadas elecciones se ha producido un relevo en España, de personas y de partidos. Desaparece definitivamente la generación nieta de la guerra civil, y sus secuelas de franquismo y transición.
El batacazo mayor se lo ha dado Izquierda Unida. Todo el mundo debe seguir sabiendo  que esa coalición era el partido comunista a la que arrimaron, para disimular, a cuatro que pasaban por allí hace unos 25 años. Luego ha querido diluirse en la coalición, pero el adjetivo comunista que subyace está tan desprestigiado  que no vende bien a nadie en ninguna parte del mundo, salvo en Corea del Norte (y aún así, creo que es porque  allí les obligan a comprarlo).
En España el partido comunista no tuvo importancia en la república democrática. Se añadió al Frente Popular pero, por ejemplo, ningún miembro estaba en el gobierno el 18 de julio cuando comenzó la guerra. Porque soy un estudioso de la época supe (y me sorprendió cuando me enteré) que no hubiera relaciones diplomáticas de la República con Moscú hasta después del Alzamiento militar de Franco y sus secuaces. El PCE creció entonces espectacularmente en la zona republicana de la contienda porque ofrecían una disciplina, porque  organizaron la traída de las Brigadas Internacionales que aportaron moral y soldados resueltos, y además porque eran respaldados por el principal suministrador bélico, la URSS.

Después de la guerra para el régimen, y para la gente en general, ya no hubo ni socialistas, ni republicanos, ni anarquistas, todos eran los comunistas, o la conspiración judeo-masónica del comunismo internacional. El anticomunismo y la fijación se acentúa con la guerra fría, que vuelve a incluir a una España marginada en la escena internacional a fin de poder servir de portaaviones a Estados Unidos, frente a los Soviéticos, Gracias a estos acuerdos Estadoa Unidos nos patrocina la entrada en la ONU y  fue quien forzó la apertura económica del régimen, libertad de religión etc, de finales de los 50.
Mientras tanto, la resistencia interna y externa antifranquista se organiza por el partido comunista, que se convirtió en “el partido”, porque no había otros que tuvieran la presencia de ánimo y el valor para moverse. Eso sí, dentro y fuera, mucha gente les apoyaba como manera de buscar la democracia o de oponerse al régimen de Franco. Cuando se legaliza el PCE, en el Sábado Santo de 1977, se esperaba que todo el compromiso de décadas diera sus réditos electorales, pero quien triunfó como partido hegemónico de la izquierda fue el partido socialista, que tenía un nombre más suave -sin tanta connotación- y un dirigente joven y atractivo (Felipe González), frente al viejo Santiago Carrillo con su extraño acento. 
Fueron decepciones sucesivas, ya lo he escrito antes, más tarde enmascararon el nombre/adjetivo, fundando la coalición Izquierda Unida, y ahora, sin haber participado en ningún gobierno, tan solo en escasos ayuntamientos, ni pringado en la corrupción, desaparece casi absolutamente el 24 de mayo.
Le sustituye Podemos cuyos líderes están por debajo de los cuarenta años. Nacieron pues, en Democracia, y no buscan sus referencias en el Kremlin de Lenin, sino en el Caribe, en los Andes y en la demagogia. Levantan el puño pero nadie les llama comunistas porque tampoco lo quieren ser, ¿a quién se le ocurre?

Ávila, donde tengo yo varias amistades en esa formación, es uno de los pocos sitios donde Izquierda Unida ha resistido, porque estos amigos míos ejercían un liderazgo de participación social y cultural en cualquier asunto ciudadano. Supongo que eso les ha dado esa fidelidad de voto que han perdido en otros sitios donde se han dejado “comer la merienda” por inacción o porque les haya surgido competencia del futuro de la izquierda.

Pero la mejor noticia de estas elecciones es que en Mombeltrán ha perdido su nefasto alcalde del Partido Popular, al que conozco bien como franquista confeso y orgulloso. Espero que una de las primeras medidas de la nueva corporación municipal sea  cambiar el nombre de la plaza del ayuntamiento, que aún el 28 de mayo de 2015 luce (o desluce) una gigantesca placa de cerámica con el nombre de Plaza del Generalísimo Franco.


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