miércoles, 30 de septiembre de 2015

MÁS SOBRE LOS MOTORES MENTIROSOS


(Lo siento por los pobres sirios, atrapados en un éxodo cada día más incierto y frío, pero en estos días el peso de la noticia -la solidaridad de la opinión publicada y pública- se va con los  empleos directos e indirectos de la Wolkswagen, tan amenazados, el batacazo en la bolsa y los temores de  daños de esta crisis en la economía alemana y europea)

No dejo de sorprenderme que personas tan cualificadas como los directivos de la mayor empresa automovilística del mundo puedan pensar que un engaño a escala industrial como el que se ha realizado pudiera resultar tanto tiempo. Recuerdo aquella película de Billy Wilder “Se puede engañar a pocas personas por mucho tiempo, también se puede engañar a todo el mundo alguna vez, pero no se puede engañar a todos por mucho tiempo”.
(estoy por pensar que alguien lo habrá descubierto y puede que estuvieran chantajeando a la empresa hasta que haya sido insoportable)


Queda muy claro que también estamos en manos de gente que no vela por nuestra salud. Que lo fían todo a las máquinas, (que se fían de la fiablilidad alemana -aunque lo más famoso que hicieron los alemanes en el siglo XX fue envenenar a un montón de gente con gases-, lo siento por el chiste fácil, pero han empezado el siglo XXI con el  mismo propósito)
-Sí, porque se trata de un delito contra la humanidad doloso, es decir, realizado conociendo y queriendo el resultado. No es exactamente igual: Hitler deseaba matar judíos y los de la Wolkswagen creemos que sólo deseaban pasar la prueba con buena nota engañando al examinador. Pero ambos sabían que hacían malas cosas con gases perjudiciales para la salud.

Y el examinador, ¿quién compra, quién fabrica las máquinas que han sido engañadas?. Yo pago aproximadamente 50€ por una revisión (de momento bianual,  cuando  el coche se me haga más viejo será anual) Parte de lo que yo pago, de lo que el estado me obliga a pagar, era para que midieran las emisiones y velar por la salud de todos. El vigilante directo, Inspección Técnica de Vehículos y el vigilante supervisor, Ministerios de Industria,  Sanidad y Medio Ambiente, también me han defraudado.

Yo tengo la suerte de vivir en un pueblo con poca actividad económica y además rodeado de árboles. Si alguien de mi pequeña familia padece una enfermedad respiratoria lo más probable es que no debamos atribuirla al exceso que se ha originado con esta mezcla de dolo y negligencias. Pero cuánta gente de ciudades, con garajes repletos de motores WW, se preguntará ¿por qué mi hijo me ha salido asmático?, ¿por qué tiene tantas alergias? ¿por que murió tan pronto mi padre si había dejado de fumar hace más de 20 años?

Esta estafa, como responsabilidad civil, es impagable, -si algo justifica el hablar de salud pública es la respirabilidad del aire que, junto con la visión de las nubes y las puestas de sol, es el único bien público gratuito que queda ya-. Las indemnizaciones que Wolkswagen debe a la humanidad, por haberse concentrado en engañar y no en reducir las emisiones nocivas tendrían que ser colosales y tan ejemplares que hundieran a esta empresa multinacional. (1)


Aunque quizá el estímulo de su falsas buenas notas –yo siempre quiero pensar en los aspectos positivos de la vida- haya conseguido que otros fabricantes se hayan esmerado y hayan conseguido mayor rendimiento con menores emisiones (en la carrera dopada más famosa del mundo los 100 metros libres de Seul, el dopado Ben Jonson batió el récord mundial apabullando a Carl Lewis, pero Carl Lewis también batió el récord mundial limpiamente con el estímulo de querer seguir al tramposo).

QUEDA UN DETALLE PARA REFLEXIONAR. Siempre hay fariseos, y muchísimos irresponsables, (a mí siempre me parece que siempre debo incidir en democratizar la culpa porque lo cómodo es -y lo que prefiere la gente es identificar  al más malo -cortamos su cabeza y ya se arregla todo).

En el mundo hay millones de conductores de Wolkswagen que hoy saben fehacientemente, (y alguno se habrá rasgado las vestiduras ante el escándalo) que emiten cuatro veces más partículas contaminantes que antes. ¿Cuántos, sabiendo el mal que hacen a la humanidad, han restringido al mínimo el uso de su coche? Españoles, que son los que yo conozco, pocos, muy pocos, estoy seguro.
Los responsables son los directivos de la multinacional automovilística, los que nos han estado matando. Pero ahora, los ciudadanos ya somos conscientes y, por tanto, responsables de todas las muertes innecesarias que se originen a partir de ahora por el uso de esos coches.
Vuelvo a insistir en que es una buena noticia que se haya destapado este escándalo; el escarmiento será para Volkswagen y, en cabeza ajena, para muchas personas y empresas más, que se cuidarán de plantearse algo parecido en el futuro.  Pero, aunque a los peatones nos va a dar igual quien nos envenene de más, los conductores, que siguen usando y a veces abusando de su motor, deberían tomar nota y abstenerse todo lo que puedan. Pero seguro que nadie me hace caso.




(1) no deseo esto y no sucederá. Estoy persuadido de que los gobiernos europeos levantarán la mano lo que sea necesario por no hundir la economía.

lunes, 28 de septiembre de 2015

INAGOTABLE PARÍS AGOTADORA(7)

PARÍS: LA PRECIOSA CIUDAD
Admirando la mangnificencia de los edificios, la pulcritud de los trazados urbanos (estoy casi seguro de que “cartabón”, viene del francés), el derroche de arte y lujo de La Ciudad del Sena…, uno se imagina el legítimo orgullo y el cuidadoso amor de los franceses por su capital.
Ayuntamiento de París
Voy a llevar el agua al molino de la capitulación ante los alemanes. Viendo París, sabiendo que ha sido tantas veces destruida por revoluciones y reconstruida por contrarrevoluciones, entiendo que los franceses renunciaran, al principio de la segunda guerra mundial, -después de la debacle de Dunkerque- a convertirla en una ciudad mártir, en una trinchera, como hicieron los madrileños con el oeste de Madrid. 

Viendo París, como la veo yo, como un niña hermosa, las autoridades militares acertaron al rendirse y así preservarla de la artillería y de los bombarderos. (Aunque se note difusamente que les da un poco de vergüenza que los alemanes se enseñorearan de ella cuatro años). Es una parte clamorosamente silenciada, dentro de la pompa con la que adornan su historia. Tan sólo hay unos leves testimonios como esta placa.


Creo que “casi” merece la pena que le maten a uno si va a permanecer en una placa como esta en la “Cité” entre Notre Dame, la Saint Chapelle y el Ayuntamiento. Un nombre heroico en una ciudad que agradecemos que no lo fuera.

Más aún le tenemos que agradecer al general alemán Von Choltitz, que desoyó las instrucciones de dinamitarla al marcharse; así no tuvo que responder afirmativamente a la pregunta ¿Arde París? Este general escribió después, que al recibir esta orden de Hitler fue cuando se enteró de que estaba loco. Efectivamente. París es la apología de la construcción, de la cooperación de los hombres que la proyectaron e hicieron, lo que debemos hacer los demás es honrar esta obra de arte con nuestra admiración. Ese Von Choltiz fue un conquistador conquistado, como yo un turista masivo más. En las otras grandes ciudades que he visitado: Roma, Lisboa, Santiago, Madrid, Sevilla, Barcelona... uno se convierte en enamorado, uno quiere ser de allí y piensa que daría parte de su vida y hacienda por preservarlas de los peligros.









BUEN RESULTADO PARA LOS ESPAÑOLES; PARA LOS CATALANES, NO TANTO.


Aunque yo haya reflexionado aquí sobre ello, estos meses he procurado mantenerme  desintoxicado de las previas de las elecciones catalanas. Uno lo da en pensar y hubiera perdido mucho tiempo pensando y fantaseando,  cuando la decisión era de otros. Y las reacciones a la decisión, también. Mi única reacción era -ya lo escribí- ese proyecto personal de desdén económico a quiénes como español me hubieran hecho el “feo”. Pero pocas más vueltas lo di.

Al final han quedado 52 y pico % frente a 47%. El desafío lo ha ganado España, pero el parlamento catalán presenta una foto ingobernable, desquiciada, fruto de una campaña donde no se ha tratado del futuro que tienen por delante (gobernar la autonomía) sino del cielo y del infierno.
Han perdido y hemos ganado, pero ahora habrá que hacer otras elecciones para que salgan partidos claros que puedan gobernar la región.

No sé si serán tan burros los independentistas. De seguir desgarrándose y crispando  con declaraciones altisonantes, o la nación catalana o nada. 
Pero han perdido, como los escoceses. Hace un año atrajeron la atención para hacer una mamarrachada que  seguramente ganaron por el 99% o quizá el 101%. Donde a ellos les interesaba llegar: París, Berlín, Londres, Nueva York, etc ya saben hoy, por un breve en los noticiarios o en la prensa, que los que reclaman freedom  for catalonia son unos voceras más, nada de un pueblo oprimido.

Y pasaremos la página hacia el siguiente tema Wolkswagen, Siria, Cuba... ayer hubo un atentado suicida en Afganistán con un montón de muertos y heridos, -eso no es noticia- en un partido de voleibol.
Esta historia catalana ya quedó atrás y a los separatistas se les podrá callar la boca durante unos cuantos años por su fracaso en las plebiscitarias.

A ver si nos dejan en paz. 

viernes, 25 de septiembre de 2015

INAGOTABLE PARÍS AGOTADORA (6)

LOS PARISINOS Y PARISINAS
Los transportes públicos, las aceras de la ciudad, los establecimientos, nos regalan elegancia animada. En lo cutáneo masculino París está lleno de melanina. Las razas africanas dominan con sus líneas de apretada musculosidad y acentuado sigilo, la estética humana parisina. Todos eran negros en la seguridad de las tiendas más caras de los Campos Elíseos. Imponentes. No es extraño que el deporte francés viva de esta gente. Lo raro es que nosotros, sólo con españoles blancos, algunas veces les ganemos.

No sé, puede que sea un sesgo de mi mirada de macho, pero todavía ellas,  las finas parisinas “europeas” con su marcada indiferencia, andar resuelto, sus vestidos (mucha proporción de mujeres con falda), esos movimientos de vaivén, de glúteo libre, atrajeron mi atención terrestre. Uno se siente apabullado ante su rectilíneo deambular, como un paleto que no tuviera derecho a compartir la acera, como si mi pasmo cardeñosense desarmonizara su paso. 

Es voluntario, pero también un poco obligatorio, admirarlas.
una foto que robé a unos modelos en una sesión publicitaria en la plaza de la Concordia


Casi todos los bares y cervecerías ocupan los metros lineales de su fachada con mesitas y sillitas donde los lugareños y algunos visitantes que juegan a ser parisinos. Suelen tener protección acristalada; es como el escaparate del bar, donde la gente sostiene con arte el pocillo de café o fuman, proyectando en el visitante la impresión de que están diciendo algo interesante, elevado, filosófico... Uno se da cuenta de que París es el centro de Europa y que no es por azar que, desde hace tantos años, pasemos tantos por allí. Desde este nuestro país periférico envido la elegante indiferencia de los que saben que siempre vendrán a verles muchas gentes. Supongo que eso hace tener esa apostura; al fin y al cabo ellos están en París y nosotros pasamos, y otros vendrán y así pasará siempre, con razón pueden pavonearse.
Lamento sinceramente que no hayamos hecho el dispendio económico de jugar a ser como ellos, ocupando -siquiera una vez- esos espacios. El centinela tacaño que llevo dentro atenaza estas iniciativas. 

No sé: quiero pensar que hubiéramos visto París desde el escenario.  






Que nos habría costado quince euros la broma, eso es cierto; pero nunca sabremos como se veía París desde allí.




martes, 22 de septiembre de 2015

Lo más importante es la salud ¡idiotas!

Hay una obra de teatro social madrileño de primeros de siglo XX en la que un hombre llega disgustado a casa porque un compañero de trabajo acaba de estrenar un traje. Recrimina a su mujer que no haya sido capaz de ahorrar en los dos últimos años para reponer el suyo, muy gastado.
Otro día el protagonista se da cuenta de que leva siempre lentejas de comida mientras que su compañero del traje lleva variedad: también garbanzos con chorizo, arroz ...y hasta pollo.

La mujer alega que con el jornal que trae a casa no puede hacer más de lo que hace. Él se ve tocado en lo más íntimo, y violentemente argumenta que su compañero gana el mismo jornal que él, lo que pasa es que tiene una esposa que lo sabe administrar mejor.
La mujer se deprime y la situación se tensa hasta hasta el borde de la ruptura del matrimonio, cuando, por fin se descubre en el barrio que la “gran administradora” se dejaba manosear del tendero; por eso tenía gratis la vituallas y se podía permitir comprar el traje.
Entonces el incrédulo atribulado pide perdón a su mujer y se alegra de llevar un traje raído y de comer todos los días lentejas.

En el fondo late una crítica a los bajos sueldos.

No recuerdo bien (no saldrá en la obra) pero es muy probable que otras afectadas por el agravio comparativo “se olieran la tostada” y propiciaran que se “descubriera el pastel”.

Me malicio que otras marcas automovilísticas habrán alertado a las autoridades estadounidenses sobre que no les salían las cuentas de las emisiones de los motores de Wolkswagen. Porque supongo que cuando alguien saca un producto nuevo, la competencia lo abre, lo estudia con la máxima escrupulosidad para ver qué pueden mejorar de lo suyo y habrán encontrado la trampa.

Gran noticia mundial es la trampa que la Wokswagen tenía en sus motores de manera que al notar que le ponían la pinza de examinar los humos,  gestionaban la potencia para reducir las emisiones nocivas, y así pasar límpiamente las pruebas, reservando la sucia contaminación ordinaria para todos los demás días y para todo el mundo.

Seguramente son una pequeña medida, pero no es ninguna broma: si la sociedad puede empeñarse en que los coches no deben dañar la naturaleza ni la salud de los hombres más que hasta un determinado límite, lo hacemos por la salud pública. Es más, puede que haya clientes de esa marca que presuman de todo lo que corren y de que, además, lo hacían respetando más que otros el medio ambiente. Incluso pueden sentir la justificación para no apagar el motor esperando a la puerta del colegio de sus hijos pensando sinceramente que no era muy nocivo lo que salía por su tubo de escape.
Aunque sea un desprestigio para la industria alemana y hasta repercuta negativamente en la economía europea. Está justificado el escándalo: el que sea sea tramposo que pague la multa. 
Es de lo más grave jugar con la salud. 



PD  No sé si será cierto, pero yo soy del pensar que a todo el mundo le terminan pillando. Recuerdo a Lance Armstrong.

lunes, 21 de septiembre de 2015

Inagotable París agotadora (5)

EL MUSEO DE ORSAY


Yo creo que si alguien quiere aprender a pintar, a relacionarse con el color, la luz, la composición, el dibujo, no encontrará establecimiento mejor que el solar de un antiguo palacio reducido a escombros por la Comuna de París, donde a principios del XX se edificó esta hermosa estación de trenes, reconvertida décadas después en museo.

Es posible que a mí me guste mucho y haya visto más que otras, este tipo de arte, pero tengo la impresión de que  en el museo de Orsay hay más proporción de “cromos” famosos de los mejores libros de pintura que en ningún otro. Renoir, Millet, Monet, Manet, Pisarro, Seurat, Van Ghog, Gaugin, Degás… y otros menos conocidos  componen el museo más sensual que he visitado. (También sexual: una gozada para el género masculino tener que mirar atentamente  las obras de aquellas paredes).




Hay importantes y maravillosas estatuas, pero el museo de Orsay queda muy marcado por la pintura, por el alarde de tan diferentes diferentes técnicas de trazo, de vibración de pincelada, de dibujo.
Uno sale con la idea de que debería intentar hacer algo en un lienzo.

Apuntaré que me decepcionó Renoir, a quien yo había querido mucho en otros tiempos, -será por eso, demasiado amelocotonado, pasteleado.

el Moulin de la Galette. La gente se obsesiona por fotografiar lo que está tantas veces fotografiado en los libros de arte.


Me impresionó vivamente Van Gogh: me creo lo del sentimiento desbordado, la necesidad de pintar, es como un hombre que supiera que va a quedarse ciego y que podrá llevarse a la memoria todo el color que pinte. Creo que vale lo sobrevalorado que pueda estar.

Me gustaron mucho los cuadros que representaban África. Hace unos meses había visto a Fortuny en el Prado y estos del Orsay son mucho mejores. Creo que en este  Museo no hay un solo autor español y me molesta en mi amor propio nacional que no estemos, porque allí está lo mejor de esa época. Quizá los nuestros -pensaba yo- no caben en esa antología pero al parecer el museo esta hecho básicamente de donaciones de los herederos de pintores franceses.




Es un museo que te brinda mucha luz, descanso en sus escaleras eléctricas, y unas dimensiones humanas: para que las pupilas se den una buena comilona con muchos postres. Pero cantidades saludables, no un atracón por eso guardo un recuerdo más placentero que el de Louvre.

Ver el Museo de Orsay vale por una visita a París. Es el mejor viaje a la pintura: transmite de cerca vida y emoción de pintar. (Y además uno puede intimar con la pintura de los artistas menos conocidos.)

viernes, 18 de septiembre de 2015

INAGOTABLE PARÍS AGOTADORA (4) Versalles

Esperaba mucho de él por ser el padre de todos los palacios reales barrocos y posbarrocos. Me imaginaba un espacio expositivo similar al Louvre. Pero no hay tal o es que yo no fui capaz de apreciarlo.

MI familia llegó entre tensos avatares originados por dos grupos de timadores diferentes que nos abordaron en la estación de Montpanasse. Supongo que unos primeros, tras su intento de hacerse con los cincuenta euros que manejaba para comprar los billetes de tren en una máquina nos “marcaron” y pocos minutos después hubo un segundo "voleur" que después “tropezó” con mi mujer y cayó al suelo Supongo que quería que le ayudáramos para que apareciera otro a liarnos de alguna manera. No caímos en las trampas, pero ya nuestro viaje estaba marcado por violencia, rabia, agresividad y temor.

Y Versalles nos recibió con lluvia y negros vendiendo paraguas a 10 euros. Negocié mal y se lo saqué por cuatro euros. Caro y malo, lo rentabilizamos con el ahorro de la humedad que nos hubiera penetrado en la media hora de cola que sufrimos apretados los tres hasta llegar a las taquillas del palacio.







Penetramos en el palacio embutidos con otros turistas. Viendo demasiado por encima salas, planos, retratos, muebles, techos, cortinajes... Yo pensé que las apreturas se aliviarían como sucedió en el Louvre, pero no había tanto espacio expositivo como en el museo para que la gente se desparramara y no sucedió. Entre la humedad y mirando por las ventanas como los jardines estaban siendo regados por la lluvia, valoraba yo que no que había valido la pena hacer este viaje. Ver otros cien cuadros y cuarenta estatuas de mérito, pero no tan singulares como las del Louvre el día después de haberlo pateado, supone echar demasiada agua sobre un vaso bastante lleno.



es un poco lamentable ver a la gente con esos chubasqueros de plástico que aún pueden chorrear


Es recomendable espaciar todo lo que se pueda la visita a estos dos lugares.

Unos jardines enormes bajo la lluvia son muy interesantes para los deportistas que corren o los paseantes románticos, pero para unos turistas que tienen el mapa lleno de sugerentes cruces de un París al que hay que volver cuanto antes para conseguir objetivos, no es lo más apropiado. Respirar los jardines Versalles con sol tiene que ser un capricho real, pero para nosotros sólo lo fue potencial.



Cuando ya habíamos decidido irnos, escampaba.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Desdén por desdén.

Fui feliz en Barcelona, Tarragona, Lérida y otras localidades catalanas más pequeñas. Me gustó saberlas españolas, y sentir que hubiera podido hacer valer mis derechos en mi idioma. No dejé de observar en directo que en estos sitios hay algunos desdeñan lo español y se quieren separar; pero, como turista, percibí que eran minoría (lo cual me alegró), pero también fui consciente de que puede ser que las cosas resulten de otra manera si tuviera yo una visión más cotidiana, o más objetiva, en tiempos y tratos con la gente.

Me produce desdén el que algunos quieran separarse. Entendiendo y compartiendo racionalmente su libertad, me parece que no les perdonaré ese "feo". Porque si sucede es un feo. A lo mejor se me pasa, pero uno tiene sus sentimientos y un portazo en la cara a todo el mundo le produce siempre un rechazo como reacción.

Pero también me produce hastío la reivindicación permanente que oigo, como si yo -español- viviera de los catalanes chupándoles la sangre como garrapata. No sé si el mareo que me produce el tener que escuchar periódicamente esos mensajes compensa mi deseo de que sigan siendo parte de nosotros. Si les quiero he de aguantarlos como son, está claro; pero ante una pesadez muy continuada, sin afectos que la contrarrestaran, uno terminaría cambiando de canal y deseando que alguien los facilite el camino o que termine echándolos.

Volviendo a un plano más objetivo: la cuestión de la separación, si llega a producirse, sería irreversible. Y lamentablemente todos los catalanes simpáticos hacia mí como español, que he conocido mayoritariamente, se convertirían en "esos que nos dieron la espalda": los que nos desdeñaron. Y tendré que aborrecerles -injustamente, porque me habré sentido aborrecido por todos los catalanes-, simplemente porque los que querían seguir siendo de los nuestros quedaron en minoría. Eso no está bien, yo no debería hacerlo.

Estoy de acuerdo con la democracia, y sé que toda Cataluña no es igual. Creo, parece, las encuestas dicen, que la parte de Cataluña donde vive o vivió más gente de la que admiro: la ciudad de Barcelona, no va a votar mayoritariamente independencia.

¿Es justo que los demás obliguen a independizarse a los barceloneses queriendo ser la mayoría españoles?

A mí no me importa que los de Cervera (Lleida) y otros como ellos quieran hacer un país catalán excluyente. Fueron antipáticos y no pienso volver por allí. Pero quiero seguir volviendo a Barcelona, y poder relacionarme naturalmente y hacer valer mis derechos en mi idioma. Por mí que independicen todo lo que no quiera ser, pero déjennos seguir siendo compatriotas de los que así lo quieran.

En cualquier caso los Goytisolos, Vazquez Montalbán, Gil de Biedma, Juan Marsé, Ana María Matute, Serrat y otros miles más que cimientan mi cultura española, seguirán siendo "nuestros" y quizá no suyos.

Además, gracias a los árboles de mi huerto ahora compro muy pocas peras y manzanas al cabo del año y, si eso que los independentistas quieren pasa, cuando las compre otra vez, puede que elija las de cualquier otro lugar.

martes, 15 de septiembre de 2015

INAGOTABLE PARÍS AGOTADORA (3) La Torre Effiel: un alarde.




Dije que no perderíamos el tiempo en ella;  más, después de ver esa cola tan lenta y enorme. La lentitud que impone el despacho de billetes se agrava con el sobreesfuerzo que es para Francia y para todos los turistas, el paso por arcos detectores, y el escrutinio permanente en lo que hay en las mochilas y bolsos. La cola se nos amortiguó cuando entablé contacto con una señora colombiana, muy crítica con el gobierno de su país. Lo mejor que se puede hacer en una cola es encontrar conversación inteligente; la lástima es que yo no me decidiera antes a proponerla.

Entretanto, pasamos todos los trámites para lanzarnos a nuestra primera escalonada. Es impresionante la cantidad de tripas de acero que tiene un monumento como éste, yo imaginaba la cantidad de golpes metálicos que se dieron a la enormidad de piezas de las que está compuesta y calculaba los cientos de miles de barras de hierro que se fundieron, acarrearon y levantaron, hasta estos espacios inverosímiles. Siempre tengo presentes las inclemencias meteorológicas percutiendo sobre los obreros que arriesgaron su vida por su salario en cada paso, también sus dudas sobre si aguantaría lo recién construido por ellos, si los cálculos del ingeniero serían suficientes para poner encima de cada pieza la cantidad de peso que al final tenía que soportar. Pienso, calculo cincuenta, cien muertos; infinitos lesionados, no sólo en su construcción, también en loa añadidos  y sucesivas instalaciones y reparaciones. (por ejemplo hay que pintarla de vez en cuando para protegerla de la corrosión) 

En el primer piso hay mucho comercio de recuerdos y hostelería, muchos juegos, un auditorio, y unos cristales desde los que mirar a las minúsculas personas que hay abajo. Me entra un escalofrío recordar lo que sentí apoyando los pies allí. Procuraba pisar en los armazones de metal que los sustentan. En todas partes hay mucha gente valiente, -hasta temeraria a mi juicio- pero a todos nos impresiona, y a nadie, que yo viera se le ocurrió saltar sobre los cristales a ver si resisten, aunque todos sospechemos que están calculados para ello.  

esos puntos son personas.

Creo que ese cristal, desde el que se ven pulgas antropomorfas bajo nuestros pies,  nos da la dimensión del monumento y del trabajo humano y a uno le sitúa definitivamente -a mí lo hizo desde la primera tarde-, en la superestructura que es París, un sitio de escaparate, como lo fuera Roma, para expresar el poderío y la capacidad de una nación, de un imperio, donde un hombre solo siempre es bien poco, por eso tenemos que enorgullecernos de que personas de nuestro país, como Picasso, Induráin o Rafa Nadal  hayan sido muchos días de su vida tan importantes como para atraer la atención de esta ciudad colosal.





sábado, 12 de septiembre de 2015

INAGOTABLE PARÍS AGOTADORA (2). El Louvre: los sanfermines de las vedettes.







Nunca he estado, ni estaré en los Sanfermines. No me gustan las aglomeraciones tumultuarias. En la cola del Louvre, a las 9,30, se da chupinazo que comienza la carrera para llegar a ver la Gioconda frente a frente, a tres o cuatro metros, empanado entre una persona que se querría quedar unos segundos más y otra ansiosa por verla otros quince segundos. La Gioconda nunca está sola para intimar con ella: son los decímetros cuadrados más vistos en el mundo. Como la subida a la Torre Effiel, tenía pensado prescindir de ella, pero una familia de Barcelona con la que coincidimos en la cola, me dijo que era posible y que ellos habían venido a verla de nuevo. Lo intentamos. Después de los escrutinios de seguridad, mi hija y yo decidimos seguir a paso ligero las fotocopias en blanco y negro que indican el camino a la supervedette. El paso ligero de todos nos llevó a correr pero una vigilante nos llamó la atención cuando emprendíamos al galope la subida de las escaleras de la Victoria de Samotracia. Nos conformamos con seguir adelantando gente apretando los músculos pero siguiendo la marcha atlética, es decir, sin levantar ambos pies simultáneamente del cielo. Por el camino se iban quedando otros leonardos conocidos, rafaeles, tizianos y muchos otros pintores italianos de mérito. Al llegar estaba como se ve en la foto lateral. Preferí rodear y fotografiar a los giocondistas.




Renuncié definitivamente en quemar tantas energías en una sola obra, habiendo tanto y tan meritorio por descubrir en el museo. Después supe que hubiéramos consumido solamente media hora, resultó que volvimos a encontrar a los catalanes en otra sala y la señora de la familia  nos contó que Mona Lisa sonríe solo con media boca, que tiene una parte masculina y otra femenina..., quería soltar una charla: no me cabe duda de que se había leído –en libros- el cuadro lo suficiente como para dar una pequeña conferencia, porque es imposible que en quince o veinte segundos hubiera deducido todo lo que pretendía contarnos.

Pero al Louvre tiene muchas más vedettes.
Y acercarse a ellas es algo tan irrespetuoso, desorganizado y festivo como  puedan serlo los sanfermines. Fue la primera decepción de París. La ciudad cara, del glamour, de la clase, apuesta por asumir el turismo borreguil de masas. 
la Venus de Milo enseña sus pechos a los excitados artilugios captadores de imágenes de los turistas

No hay mucha demanda para capturar el perfil de esta Venus. Esa ventaja tenéis, ahora lo conocéis, y yo no tuve que pelear a codazos por un sitio para conseguir el frontal

No existe un respeto religioso a la pintura, como en el Museo del Prado, donde uno solo puede apropiarse con la memoria de estas obras de arte, y ha de abrir los ojos directamente a la maravilla.
En el descomunal Louvre hay tantas vedettes que no es posible mimarlas a todas, los cuadros se muestran con un cristal protegiendo el lienzo o la tabla lo cual resta cercanía, más aún cuando este cristal tiene... polvo. Yo quise apreciar el característico sffumatto de Leonardo da Vinci en el famoso cuadro de la Virgen y Santa Ana y al acercarme un poco más, pues no es una obra vedette, advertí que había motas de polvo en el cristal que la protegía,  lo cual hacían su vista y sus líneas más esfumatas de lo que concibió el autor. Me decepcionó la falta de cuidado del museo.

He visto comer, incluso beber cocacola y fotografiar con flash en abundancia, en el museo del Louvre. Cuando se apuesta por la masa y la institución se centra en la protección del vedettismo se descuida el resto; y lamento decir que eso pasa hasta en la rectilínea Francia. Me dio rabia y decidí no fotografiar, como si estuviera en el museo del Prado. Luego viendo la voracidad de otros visitantes, se me olvidó mi propósito y no sólo fotografié, sino que terminamos comiéndonos los bocadillos y bebiendo el agua que llevábamos,  sentados en el suelo del corredor a una salida, sitio donde unos japoneses ya habían decidido hacer lo mismo. Aclaro que en ese pasillo no había ni cuadros ni estatuas ni muebles. A tamaña falta de respeto no llego.
dos chicos haciéndose sendos "selfies" con dos estatuas del Louvre


mujer con palo  para autorretratarse en la sufrida Mesopotamia.

Creo que vimos todas las salas, incluidas las de arqueología de los cimientos, y restos de palacios, muebles, joyas, retratistas franceses, culturas antiguas rapiñadas, Egipto, Italia, Grecia, Chipre, África, Asia, Mesopotamia (gracias Francia) y estatuas y pintura francesa, de mucho mérito que no conocía y cuyos nombres no apunté. El Louvre es una exageración, ya el Prado lo es y quizá sólo tenga la mitad o un tercio de obras de la pinacoteca francesa. Cuando vea un documental o una presentación en disco de los cuadros recordaré parte de los que vi.

Posdata:
Esta es la escalera que conduce a la Gioconda, yo la retraté en otro momento posterior, porque cuando trataba de llegar cada segundo era demasiado valioso como para detenerme. arriba se atisba la Victoria de Samotracia.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

INAGOTABLE PARÍS AGOTADORA (1)


Yo no sé de dónde habría de venir para que aterrizar en París no le pareciera a uno tan deslumbrante, enorme, inabarcable en todas sus verticalidades y horizontalidades, en  esas magníficas líneas rectas que se pierden en el horizonte. En su monumental arte anónimo( y digo esto porque París no tiene  un deudo claro como Roma, tiene con Miguel Ángel o Bernini) quizá una parte del mundo -más culta en arquitectura que yo- los conozca, pero sólo sé de un destacado constructor y artista francés: Gustave Effiel, el de la torre. Por cierto, la torre es una excrecencia o un despropósito ocasional, que gustó, o impresionó tanto a finales del siglo diecinueve que nadie se atrevió a desmontar como estaba previsto y ahí están esos hierros: hechos para siempre el símbolo de París, de Francia y hasta de Europa.


Yo tenía decidido prescindir de esa tópica visita, sobre todo de las colas de acceso a ese monumento esquelético que parece que uno pudiera adivinar desde abajo sin más trámite. No convertirme en un turista más de la manada.
(Y total a uno no le dejan subir más que hasta la mitad)


Me equivocaba, quiero decir que acerté al rectificar: aún subir a la primera terraza ya es una altura de vértigo, y las vistas que ofrece son merecedoras de sus abundantes escalones y de no menos abrumadora espera.


París se convirtió para mí desde la primera tarde en la ciudad de los escalones. Nos apoyamos en unos 700 para subir a la segunda terraza de la torre Effiel, pero al día siguiente nos apoyamos en otro montón de ellos para subir a las torres de Notre Dame, y luego subiríamos y bajaríamos otra buena cantidad, visitando las incontables salas del Louvre. No contentos con ello, subimos a los del Arco de Triunfo y, para rematar, descendimos veinte metros hacia las catacumbas, donde en el siglo XVIII alojaron los huesos de dos millones de personas al clausurar algunos cementerios.


La vorágine constructora no ha cesado nunca en esta ciudad. Es estimulante ver todavía grúas (esas pequeñas torres eifeles portátiles que avasallaron por doquier España de 2000 y 2006).

París es enorme y pluscuamperfecta, por eso está tan bien ordenada, y a un escritorzuelo del Sur, todavía obnubilado, le cuesta seguir un orden mental. Tantas impresiones de una semana admirando sin descanso, entraron en mi mente con tanto desorden como se alojarán, en lo que escriba en estas crónicas.