martes, 24 de noviembre de 2015

Y PARIÓ LA ABUELA

Francia y Rusia fueron heridas recientemente de gravedad y sus opiniones públicas seguramente reclaman venganza acorde con la dignidad de una gran potencia. Al menos, sus gobiernos hacen lo que creen que deben hacer con esa dignidad que les toca representar.  Como ofendidas, son "mano" como se diría en el mus, y se han coordinado para no tropezarse en los envites, quizá también para no bombardear dos veces el mismo objetivo; son faenas muy caras en las que se empeñan.

Parece que nadie más esté "dando leña". Aunque no es así; en Siria todos dan leña, ¿Cómo estarán sintiendo tanta leña sobre su tierra los desplazados, exiliados, refugiados, perdidos en Grecia, Turquía, en las fronteras y estaciones alambradas del Este de Europa.

Pero hoy los turcos se atrevieron a la desfachatez de derribar un avión ruso. Alegan que lo venían advirtiendo; los turcos son miembros de la OTAN y esto les vale; no creo que lo hubieran hecho ellos solitos a pulso contra Rusia, ni creo tampoco que lo hayan hecho contra la prohibición de Estados Unidos, es más, puede que lo hayan hecho con el consentimiento, consejo, incluso con el ánimo.

El mundo estaba bastante mal para que empecemos a recordar como posibles  esas películas de Kubrick (tan tragicómica) o la otra más tremenda y seria en la que el presidente americano era Henry Fonda.
De bombas atómicas entre superpotencias estoy hablando.
Es apocalíptico, y yo he reaccionado pasándome hoy con los dulces navideños ¿qué importan el colesterol y el azúcar si se lía la tercera guerra mundial?  Exagero, aunque no en que me he pasado con los dulces navideños.
A ver si el anticristo era el ISIS.
Quiero equivocarme en mi aprehensión, y que el viril Putin se contendrá.
Todos estamos confundidos, ¿no quedamos que, por una vez parece que sabíamos, quiénes eran los malos?
Ahora ya no sabemos ni quiénes son los peores.

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