miércoles, 30 de diciembre de 2015

Lo que va de seis a dieciséis

Por mi experiencia doy en pensar que las décadas van de esa manera. El uno de enero de 1976 mandaba en España el franquista Carlos Arias Navarro y nadie podía suponer que el uno de enero de 1986 mandara un socialista que además hubiera hecho campaña -y ganado- para permanecer en la OTAN. Creo que el uno de enero del 1996 ya no quedaba ni el Tato en el Pacto de Varsovia y en España estaban a punto de regresar democráticamente las derechas.

Voy a centrarme en la última década, que es la que celebraremos. Hace diez años quien tenía tres casas, o mejor dos casas y un terrenito susceptible de ser urbanizado, tenía un tesoro. En España se construía tanto como en Alemania, Francia, Gran Bretaña e Italia juntas. Los profesionales de la construcción, albañiles, ferrallistas, gruístas, soladores... eran los plutócratas de cada familia y te daban la cena de navidad contando que ellos se levantaban tantos o cuantos miles de euros al mes.
Los presidentes de los equipos de fútbol tenían inmobiliarias.
Hoy la gente quiere una sola casa para vivir y ninguna para especular. Algunos piden que el solar urbanizable vuelva a ser terreno rústico para pagar menos impuestos municipales. Los profesionales de la construcción se pelean por cualquier chapuza o reforma, hay cementerios de grúas que se ofrecen al peso y las cementeras están en almoneda.
La eficiencia ecológica alemana resultó ser una trampa. Pocos presumen ya de tener un coche diesel.
El Papa y el rey de España abdicaron. Fidel Castro se retiró y su hermano ya se ha saludado con el presidente de Estados Unidos.

Y los occidentales ya no pedimos democracia para los países árabes, porque nos da justificado miedo que arrasen los integristas en las urnas. Son el miedo más gordo que hay, porque lo del cambio climático sigue sin importar lo que vale, a la gente.
Seamos felices. Os emplazo para dentro de diez años.

lunes, 28 de diciembre de 2015

LO QUE QUEDA DEL COMUNISMO

 Ayer fui al cine con mi hija para ver la última de Spielberg. Es una gran película, tiene guionistas de lujo: los Hermanos Cohen.  Se llama El Puente de los Espías (Bridge of Spies). Extraordinaria ambientación; doy por segura la candidatura al Oscar como mejor actor para Tom Hanks.
Son aguas pasadas, la guerra fría y el pánico nuclear, pero recuerdo que lo sentíamos como posible; eso trataba de explicar a mi hija, que nació en el 2.000.


"Nadie sabe qué cosa es el comunismo 
y eso puede ser pasto de la censura. 
Nadie sabe qué cosa es el comunismo 
y eso puede ser pasto de la ventura". 
Esto cantaba Silvio Rodríguez como dando a entender que no se había cumplido todavía bien. Ciertamente, como ninguna otra ideología. Seguro que a los fascistas puros les parecía que Mussolini había traicionado las ideas, como Hitler, Franco etc. Al final el fascismo, el nazismo o el falangismo fueron lo que fueron históricamente, como el comunismo, no lo que ponían en los papeles.
El comunismo salvo en Corea del Norte, es historia, y la mayor parte de esa historia parte de las hijuelas de la revolución de 1917, todo dictaduras. 
Personalmente puedo o he podido considerar amigos a un par de dirigentes comunistas.  En más de una ocasión he estado en la sede provincial de Avila. Ppor cierto, allí leí una revista Mundo Obrero (periódico oficial del partido comunista) de los años 90, en la que  se decía que el asesinato de Carrero Blanco por ETA en 1973 era un "ajusticiamiento" (no sé si esa "justicia" le alcanzaba al chófer que fue volado con él) . 
Con lo que sufríamos todavía de ETA, ese detalle me espantó; pero yo nunca -tampoco antes-, he sido comunista. 

En España el Partido Comunista dejó de llamarse electoralmente así en los 80, para funcionar como Izquierda Unida, , aunque siempre ha sido liderada por un miembro con carnet del Partido. 
El batacazo de las últimas elecciones ha sido grande -pienso yo-: dos diputados por Madrid. 

No es extraño: su mensaje electoral era deficiente. Lo único salvable que se encuentra del comunismo es Salvador Allende, que gobernó menos de tres años, muy azarosos y llenos de huelgas,  y que  terminó suicidándose -igual que  Hitler, paradojas-, cuando iba a ser capturado por sus enemigos, en su caso, los militares acaudillados por Pinochet. 

Aunque me emociona mucho su discurso radiado, no entiendo el suicidio como un valor saludable, ni estético, aunque seguramente alguien lo quiera ver como ejemplo de dignidad y coherencia. Allá ellos.

Aquellos avatares, como los de la película de Spielberg, son algo muy trasnochado, que impresionan como historia, pero que nadie quiere traer como realidad. 
El líder de Izquierda Unida no había nacido el 11 de septiembre de 1973, y dudo mucho que haya escuchado mucho a los Quilapayún o a los Inti Ilimani,  en la Transición estuvieron algo de moda por solidaridad, ahora ya no hacen gracia. Nadie les escucha aquí.
Para más abundancia esta vez querían enjuagar el nombre  Izquierda Unida con el de "Unidad Popular" que era el de  la coalición liderada por Salvador Allende. 

La publicidad televisiva de esta candidatura era solo para nostálgicos, mayores de 50 años, y así les ha ido. Viven en el pasado mítico,  porque, evidentemente, no tienen a nada concreto a lo que agarrarse.
El comunismo es, -fuera de una "ventura"- una penosa experiencia dictatorial de la que han huido todos los pueblos donde se ha implantado. 
Más de media Cuba escapó de ese paraíso. Parece que ningún país europeo, a pesar de las crisis, quiere volver al comunismo que le impusieron antaño. Y nadie pone como ejemplo de nada a Corea del Norte.











martes, 22 de diciembre de 2015

SOBRE EL CLIMA, EL HAMBRE, EL RUIDO Y DEMÁS BRINDIS AL SOL

Hace poco más de una semana en París los participantes en la cumbre del clima se dieron emotivos abrazos para celebrar que sus delegaciones habían acordado que la temperatura del planeta no debía subir más de dos grados de aquí a 2100. El acuerdo empezará a entrar "en vigor" el año 2020.
Supongo que es mejor que nada.
Pero ¿cómo se hace esto? reduciendo las emisiones de CO2 y otros gases causantes del efecto "invernadero", pero ¿quién, cómo, cuánto, qué sanciones hay para quien incumpla y cómo se controla que lo que no se emita por un lado se emita por otro?. Y, sobre todo, ¿cómo se hace todo esto en un mundo tan diferente?
Es posible que haya tribus en algunas partes que todavía quemen un trozo de bosque para sembrar hasta agotar la tierra y luego quemen otro nuevo pedazo etc. ¿Tiene eso algo que ver con una empresa química de Huelva o con una petrolera de Canadá?
¿Cómo se sabe por el simple termómetro quién, cómo y dónde está incumpliendo el deber de no subir la temperatura más allá de 2 grados hasta el 2100?

Una majadería, un brindis al sol, me parece a mí.

¿Por qué no hay acabado así con el hambre o las guerras o  la violencia de género?.
Es muy fácil hacer lo que han hecho en París para estos otros problemas infinitamente más sencillos que este pero ¿bastará acordarlo así?

Yo creo que no: Supongamos que los países hubieran acordado establecer el transporte público gratuito en las ciudades, prohibiendo radicalmente el tráfico privado. Imposible, las empresas automovilísticas y petroleras se vendrían abajo.
O cerrar todas las centrales térmicas de carbón. Las cuencas mineras de todo el mundo se sublevarían y ¿con qué nos calentamos o recargamos la batería del móvil?.
O promover con una inyección económica la plantación y cuidado de especies arbóreas que capturaran el CO2 , luchar seriamente contra la erosión y los incendios forestales: eso cuesta muchísimo dinero, hay otras prioridades más acuciantes para la sociedad.

Pues algunas cosas de estas hay que emprender, porque si seguimos haciendo lo mismo la temperatura seguirá subiendo. Es más, puede que, aunque nos enmendemos, el clima ya esté fuera de sus quicios y no se consiga eso de que la temperatura no suba, ni en 2100.

Pondré un ejemplo doloroso, recurrente, familiar. Yo hace mucho tiempo decidí lavarme los dientes todas las tardes y noches, y después de cada vez que tomara dulces o chocolate. Lo he cumplido razonablemente, pero alguna de mis muelas ya tenía caries. En mi muela más famosa -por las entradas anteriores- no se asentó a una caries nueva desde hace 28 años. Puedo afirmarlo porque entonces me fue empastada y no ha vuelto a criar de eso, sin embargo, algún hilito de caries siguió avanzando estos años bajo el empaste, me originó varios flemones, a los que no hice caso y se deshincharon por aburrimiento, pero gracias a la evolución de aquélla caries, hace dos semanas y media no ha sido posible hacerme una endodoncia. Me han tenido que arrancar la muela y lo que me quede de momento una gran infección (Sí, ya lo se: qué pesado soy)

Bueno, este artículo es para decir que tenemos que hacer (dejar de hacer, mejor) mucho y aunque probablemente desde la revolución industrial hasta acá nos hemos causado daños ya irreparables, creo firmemente que, si no empezamos muy en serio y radicalmente a dejar limpio del aire,  se harán más agudos y catastróficos en poco tiempo, porque vamos cuesta abajo, no cabe ninguna duda.

La pasada semana, del 14 al 18 de diciembre, decidí no traer jersey para andar los tres kilómetros que me separan del trabajo. Me conformé con una camiseta y una camisa bajo una prenda de abrigo, pues bien, el pasado jueves 17 de diciembre, en Candelario (Salamanca) famosa por sus fríos y ser cuna de embutidos,  me desabroché la prenda de abrigo, llegué al trabajo en camisa; tenía un calor impropio..., y, efectivamente,  es que lo hacía.
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jueves, 17 de diciembre de 2015

LAS COMPLICACIONES

La primera noche dormí bien, supongo que el efecto de la anestesia me amparaba. No podía enjuagarme hasta el día siguiente. La primera vez que lo hice, -debía hacerlo con agua salada- me causó un fresco bienestar. 
Aunque mastico con cuidado por el lado contrario, la comida se va al hueco y yo debía, rozando lo más mínimo, removerla y extraerla. Corté el mango de una cucharilla de plástico, para hacer estas operaciones a ciegas, pero cauto como un desactivador de bombas. Me sentía muy aliviado cuando extraía un trocito de manzana sanguinolento. 
Pero la cosa no mejoró. El dolor se apoderó del fin de semana, tuve que tomar paracetamol y decidí resueltamente  volver para consultar, porque ya era era una resaca desmesurada.
Este día el dentista estaba más ocupado,  no me dieron la primera hora y  a la mía ya acumulaba retraso. Llegué y le expliqué:
 -Esto está mal, muy mal tiene una ….vitis, quise quedarme con la palabra, pero la amnesia postraumática  me ha robado muchos minutos de pensamiento. Cuando uno sufre como un animal no puede permitirse el lujo de elaborar florituras cerebrales y a lo que se ve, de recordar palabras raras tampoco.
En menos de 15 segundos ya me había clavado la aguja de la anestesia.
Se trataba sólo de resistir, resistir como un hombre. El dentista no dio ni cinco minutos a que la anestesia me funcionara, acumuló su herramienta y le dijo a su auxiliar que me pusiera el tubito aspirador: que vamos a hacer un curetaje.
Cuando volváis a escuchar esa palabra enteraros de que eso es “raspar el hueso” fuerte, violentamente. Yo me agarraba a todo lo agarrable, mientras el hombre empleaba toda su fuerza en raspar la podredumbre del hueso de mi mandíbula, todo mi cráneo se estremecía y quería gritar. Solté las gafas que tenía en mi mano sobre el regazo: temía romperlas, me agarré el pantalón vaquero y, más tarde, me dí cuenta de que rompí la cucharilla de plástico que tenía en el bolsillo. Nunca nadie me ha proporcionado tanto  agudo dolor. Parecía inacabable, imposible de resistir sin suplicar tregua. Me concentraba en aguantar sin abandonarme, como cuando hacía el amor de joven.
Aguanté. Fueron varios minutos de sufrimiento, de aguante. Por fin, la herramienta de raspar se apartó de mí e, inmediatamente, el dentista me metió en el hueco un par de gasas.
-Apriételas cinco minutos y luego las tira. Se toma estos antibióticos que le receto para diez días. 
Esto es resolver, se quitó los guantes desechables con el ruido de azote seco que da  el estirajón de goma.
Sólo me quedó ánimo para preguntar:
-¿Me va a doler mucho tiempo?.
-Tres o cuatro días nada más, luego los antibióticos habrán hecho efecto. Si le siguiera doliendo al acabar las pastillas, vuelva.


Espero no tener que volver.  Ahora no me duele casi nada porque la anestesia por fin ha hecho su efecto enmascarador, ese del que me vi privado mientras me raspaban. Espero cerrar este capítulo antipático del dentista en el seguro.
Pero antes, voy a permitirme un autosarcasmo:

                   De derrota en derrota, hasta la derrota final.  
(en la puta hora que empecé)

martes, 15 de diciembre de 2015

La extracción

La extracción
Me sorprendió que me dieran cita para la primera hora. Estoy ya acostumbrado a la sanidad pública que, por los recortes, últimamente es bastante morosa. Eso fue un pequeño triunfo: iba a arreglarlo mediando solo una noche. Recuperaba así cuarenta euros; además, mi vida no se enfangaba en un parón de indecisión por frustración.
Pasé mala tarde y dormí peor. Recordaba el chasquido y los coágulos, y escupir sin tregua durante medio día y la lengua inspeccionando el hueco, tímida, pero recurrentemente.
Llamé a mi compañero para que no me esperara a primera hora en el trabajo. Por el camino tuve suerte, me encontré con una conocida muy simpática que me dijo que no me preocupara, que ahora lo hacen de una manera que no duele, que ella se había sacado una muela hace un par de meses. No la creí, pero me animó.
Llegué a la cola; aún no estaba abierta la consulta. Había un hombre viejo, de mal aspecto, un poco maltratado por la vida. Hablamos. Al poco llegó otro señor, más formal e inteligente. Yo, en cualquier caso siempre hablo mucho... de que debíamos habernos lavado los dientes ,llevar a todas partes el cepillo, como hacen los americanos de las películas y cosas así. El hombre perjudicado exclamó: “yo en cincuenta años que tengo de vida sólo me he lavado los dientes dos veces”. ¡Cielos! uno se consuela por cualquier bobada, ese viejo que estaba frente a mí, tiene un año menos que yo y yo no he sido constante, pero he tenido algo de cuidado, no he sido absolutamente negligente.
Con poca gasolina funcionan mis remontes de autoestima en los momentos cruciales.

Llegó -impuntualmente- el dentista. Un hombre implacable. Así me pareció al entrar. Yo pasé el segundo. Traté de ponerle en antecedentes hablando pero él me pidió que me sentara, y que abriera la boca. Eso no es "cállate" pero se parece mucho. Miró la muela y llegó a golpearla suavemente. Parecía no creerse que el dictamen fuera extracción. Me metió la duda. Ponía caras. Volvió a golpear. Por un momento pensé <<esté quiere captarme para su clínica>> y me va a recomendar que la salve y me dará su tarjeta. Pero no me fiaría, la dentista de pago lo había intentado dos veces y me pareció sinceramente honrada, me había dicho: “yo me dedico a hacer endodoncias y esta no la recomiendo, no la haría; me parece tirar el dinero”
No le repetí esta frase al dentista pero sí que le dije que había tenido dos sesiones en la clínica y la dentista había renunciado a la endodoncia y me había recomendado la extracción.  Entonces el dentista extractor le dictó a su enfermera: la sacamos por recomendación de su dentista privado, con muy poca convicción.
Comenzaron las maniobras. Al contrario que había predicho mi amiga, no estuvieron exentas de dolor, y fueron complicadas, implicaron mucha variedad de instrumentos, incluido el torno (nunca había visto yo esto en una extracción) que, por cierto, me pareció mucho más estridente que el de la clínica privada. En un momento que me extrajo lo que yo creí un fragmento, le comentó a la enfermera: “una pata”. Durante todos sus manejos, estaba yo a la altura de los intestinos del doctor y sentí dos veces sus convulsiones: Pensé " café con leche con croissant", no es agradable esto, pero es lo de menos.  Mientras, soportaba muchos más ruidos, chasquidos, era yo: mi muela, que me pareció extraída sólo en parte. No sentí en dolor fuerte y rotundo -un gran arrancón- de otras veces. Pero, viendo lo agarrada que estaba la pieza dental a mí y las dudas que me había generado el médico en su primer análisis, pensé que había acertado intentando salvarla. Todo terminó casi sin sangre, con un apósito que me dijeron que mordiera, al menos diez minutos. He estado con ello una hora, y ahora me arrepiento de haberlo tirado, parece que apretando fuerte sujeta uno mucho mejor el dolor.
 
Me regaló el comentario de que la muela estaba fatal, con lo cual me tranquilizó. Le pregunté que si había  sacado toda y me respondió que sí, y se retiró. Yo me incorporé, y salí. Uno no puede quedarse ni medio minuto más en el seguro. Fuera siempre espera mucha gente. Antes, la enfermera me dio un papel con instrucciones escritas: puedo tomar ibuprofeno o paracetamol si aparece el dolor, y me parece que estoy empezando a sentirlo.
 

domingo, 13 de diciembre de 2015

Renuevo mi humilde boicot al Senado.

Hace cuatro años no introduje sobre para esta cámara que sirve para pocas cosas buenas.  Sí  les sirve a los políticos para pagar favores, a la atleta sancionada por dopaje Marta Fernández, al exalcalde de Avila, y a otras personas.
Me parece muy mal que algunos partidos nuevos se apunten a este inútil comedero de "la casta".
Me autocito:
https://www.blogger.com/blogger.g?blogID=7185936966255904133#editor/target=post;postID=147370701160378117;onPublishedMenu=posts;onClosedMenu=posts;postNum=7;src=link

viernes, 11 de diciembre de 2015

JUGAR


La vida es un juego. Hoy me he dado perfecta cuenta de que no era una ciencia y de que el “poder” económico es un factor más, importante, importantísimo, pero lejano de la omnipotencia en la que a veces podría uno haber caído en pensar.
Creí que bastaría poner una cantidad de dinero. Había elegido una clínica dental, aunque muy moderna, ya prestigiosa: ergonómica, rutilante. Esta vez no consulté precios, como hago en el resto de las cosas de la vida, de la competencia; buscaba lo mejor, cuesta trabajo enfrentarse a una factura pensando en el tiempo que cuesta ganarlo, o la de cosas que se podrían hacer empleando ese dinero en otro sitio, pero lo asumí.

Estaba convencido de que era casi el único problema y empezamos por una endodoncia o desvitalización del nervio de una muela irreversiblemente dañada. Había tenido una primera sesión que me había parecido que iba bien. Pero la dentista había interrumpido la operación diciendo que “estaban muy cerrados los conductos”; me hizo una cura y me dijo que pidiera cita para otro día. Yo no sabía que ese dictamen ya era un malísimo presagio. Ayer era el día. Antes de ponerse conmigo me ofreció directamente la extracción. Pero le pedí que lo intentara. Mientras hurgaba en mi boca estuve tenso buscando desesperadamente esperanza en los  intentos de la dentista. Mis miradas se concentraban en adivinar qué era lo que veía con sus ojos, por si había un atisbo de remontada. Incluso pensé en rezar, pero mi coherencia intelectual me prohíbe esas invocaciones espúreas -desde que me reconozco ateo no cedí a esa tentación nunca, ni siquiera para suplicar que mi hija naciera bien-. Parece que los conductos no se habían abierto en este tiempo y las herramientas se estrellaban con la realidad de la endodoncia frustrada; no era viable, sería tirar el dinero. Sólo cabía arrancar la muela.

Arrancar: recuerdo de otras veces el empeño de fuerza del dentista y el horrísono chasquido que acompaña esta faena. El dolor, el escupir sangre, el hueco amorfo, coagulado, tantos días. Por eso la dentista dijo “extraer”. ¡Viva el eufemismo!

Yo no estaba preparado psicológicamente para perder. Había empeñado dinero en recuperar, y resulta que había perdido. Un gol en propia puerta.

No. Era irreversible. Había además un conato de infección. Yo sé que años atrás había tenido algún flemón pero desaparecían  y me olvidaba de ello. Me da la fatal impresión de que, en el fondo, sabía que no era justo que al final me salvaran la muela. Pero bueno... para eso están ¿no? Era la primera endodoncia de mi vida, me habían hecho una radiografía. Lo indicó la clínica dental, no yo.

“Que si quería me la sacaba ahora mismo”: ya era casi urgente la extracción después de quitarme el empaste que tenía desde hace treinta años. Pero yo no estaba preparado psicológicamente para perder y pospuse la decisión. También “la extracción” me costaba 40 euros frente a la gratuidad que me ofrece hacérmelo por  la Seguridad Social.

Entonces llegaron las lamentaciones, no me gusta la palabra depresión, aunque creo que la decepción que había tenido era una buena causa. Inevitablemente me vino a la cabeza la euforia de hace una semana.
Me hallaba en un momento crítico para mi continuidad en el trabajo. Justo el día 7 de diciembre lunes, era el día en que, con toda probabilidad, se me hubiera acabado el trabajo por reincorporación forzosa (había agotado todos los plazos y sus prórrogas) de la persona cuya plaza ocupo. Por eso me había tomado un resto de mis vacaciones anuales; para no perderlo. Pero el día 30 de noviembre al volver a mi mesa de despacho había una carta en la que se decía que se habían iniciado los trámites para la incapacidad permanente. No sé cuánto me durará esta nueva prórroga, pero mientras hay vida hay esperanza, de ganar, pero nunca es ganar absolutamente: es permanecer, regatear a la adversidad, a la muerte. Además ese día, yendo al trabajo, al lado de un contenedor de basura, me encontré una bicicleta en bastante buen estado, con polvo y las ruedas deshinchadas y me la llevé tan contento. Pensé que eso sería una pequeña alegría antes de la derrota laboral. Después de sumarle al día la carta, me sentía eufórico. Y no me gusta la euforia. “Después de las grandes victorias vienen las grandes derrotas y viceversa”, es una de mis divisas, mezcla de estadística y superstición.
 
Con esta pérdida de muela de hoy, ya pasada la cincuentena, creo comprender que la vida es un juego, que cuando es joven se duerme bien, uno está generalmente saludable y aguanta  y se recupera de todo, y no recibe avisos fúnebres y frenazos incomprensibles de los órganos del cuerpo; en resumen, que cuando se es joven, generalmente “se gana”.  Hoy he comprendido que cuando se es viejo generalmente “se pierde” y cuanto antes lo comprenda, antes lo asumiré y aprenderé a sobrellevarlo: seré más conservador -ya lo iba siendo- mientras se me muere gente, se me estropean las facultades y me acerco a la derrota final, que es la muerte. Porque moriré, la cuestión está en hacerlo después de los setenta y cinco, de seguir luchando por conseguir prestigio y cosas, y  por que mi hija sea feliz y esté tan agradecida a la vida, que decida prolongarla, como yo he hecho. Y que si eso sucede, sienta yo que dejé una huella, que iba a alguna parte, que mi sangre sigue amando y conociendo, por los siglos de los siglos. Creo que es la única posibilidad de seguir “ganando”algo por delegación, ya que la vida mía mayoritariamente será “perder”.


miércoles, 9 de diciembre de 2015

FERNANDO FERNÁN GÓMEZ: MAESTRO O GENIO


Si le preguntamos a la gente por este coloso de la escena española del siglo XX, nos dirían que es un actor. Un actor grandón,de presencia apartosa y poderoso vozarrón, imprescindible en tantísimas películas.
Pero también es autor y adaptador teatral, escritor de novelas y también antológicos artículos en El País, pero donde puede que pase de la categoría de maestro a genio (no sé cuál es ese salto cualitativo) es como director de cine, a pesar de que no mucha gente reconocerá en su biografía esta cualidad.
La película “El viaje a ninguna parte” debe estar entre las diez mejores del cine español, pero puede que también “Diez mil días juntos” y quizá “El Extraño viaje”  aunque tres ya serán muchas para estar entre las diez mejores de un cine tan bueno como es el nuestro.
La película que vimos ayer en “la 2 ”es bárbara y brutal, llena de sexo, y obsesiones, con la envidia, la miseria moral y la mala educación como mascarón de proa. No es extraño que fuera censurada en su día por el régimen y sepultada, lo que no tiene un pase es que no se ha reestrenado hasta 50 años después, pero no tengo dudas de que su pase de ayer por televisión la catapultará definitivamente al cine genial que guardamos -perdnneseme la inmodestia- los entendidos en nuestro corazón: esos magníficos actores, planos, dirección, fotografía y retrato de un Madrid, atrasado y violento que despertaba a una economía moderna obsesionada por el dinero. Es una obra imprescindible y una gran lástima que la historia la haya marginado tan injustamente.

Quien tenga tiempo que no se la pierda. Y quien no,  que lo busque, porque no debe perdérsela.

Viva Internet, que nos permite volverla a ver de esta manera. 
http://www.rtve.es/alacarta/videos/historia-de-nuestro-cine/historia-nuestro-cine-mundo-sigue/3398580/

sábado, 5 de diciembre de 2015

Cálculos

No sé si se me nota que no me apasiona mucho la política diaria española. Pero hoy voy a comentarla un poco.

Resulta que hay convocado un debate en una televisión -Antena 3- con las cuatro fuerzas políticas que tienen posibilidades de entrar en el próximo gobierno de España. Días después, habrá un debate entre los dos líderes del bipartidismo clásico que nos viene desde 1982.

Voy a centrarme en la primera confrontación dialéctica, que es la que puede reflejar más a la España actual.

El presidente del gobierno, que lo pretende volver a ser, rehúsa participar en el debate y envía a su vicepresidenta. Es fácil prever un ataque a tres bandas hacia las políticas que se han ejecutado en esta legislatura que, probablemente, al candidato Rajoy le resulte incómodo responder a este presidente con bien ganada fama de perezoso y huidizo. Este cobarde cálculo es un gran punto en su contra.

Pero a su favor está el que en un primer envite no se desgasta su cabeza de cartel, sino una subalterna, y ve el juego de su ¿principal oponente?Pedro Sánchez.

Pero además introduce un cuerpo extraño, distorsionador, porque - por primera vez- es una mujer. Y es otro punto a su favor. Un ataque de tres caballeros contra una mujer sola es visto en nuestra cultura sureña como un abuso. Esta visión probablemente hará que una parte grande de las mujeres y una no pequeña de los hombres, pueda tomar simpatía por la acosada.

Considero que la mujer será la estrella del debate, porque los tres caballeros no pueden ningunearla. Aunque su opción política lo merecería, si lo hicieran corren el riesgo de que les tilden de machistas.
 
Todos rondan los cuarenta. Cuando los veamos (es una suposición, no tengo pensado yo...) una parte de la audiencia pensará que hace 20 años en una discoteca el nulo caso le haría cualquiera de ellos a una muchacha bajita, regordeta y no demasiado agraciada de cara, con ojos feos y algo saltones. Seguro que pasaría completamente desapercibida ante sus oponentes: dos verdaderos guapos; y también ante un flacuho líder maldito de la lucha y de la dialéctica, que seguro que también ha ligado un montón.
Pero ahora no se trata de ligar.
¿o sí?