martes, 8 de noviembre de 2016

El milenio que llegó la mensajería instantánea y gratuita (de momento)

Los guasap no dejan respirar a la cultura. Mucha gente recibe más de un guasap a la hora, muchísima gente mira al teléfono más de una vez a la hora. ¿Es posible, por ejemplo, ver una película por televisión?

La cultura desde siempre es evasión, propone mundos en los que evadirse. Una película fabrica un mundo y necesita al menos hora y media. Pero ¿y si nos interrumpe la realidad? una realidad tonta o lista que alguien retuitea porque le apeteció; en la pasada copa de Europa de Fútbol mi hija recibía comentarios de los goles y vaticinios de uno de sus grupos con los que se relaciona por este medio.

El año pasado estuvimos en una obra de teatro en la que se nos invitaba a interactuar por ese medio con los actores. Menos mal que el público del teatro era de una edad media próxima a los 65 y no estamos todavía tan conectados.
Me pregunto qué será de la cultura como la entendemos. La cultura es para mucha gente, quizá para todos, un lugar común espiritual donde relacionarse. Pero si  con esta interconexión permanente ya nos dan la relación ¿para qué necesitamos invertir tiempo o dinero en cultura?

No voy a negar que estos medios de comunicación transmitan cultura, sí suelen transmitir cultura de formato mínimo, un chiste, una frase, una foto, un vídeo de no más de cuatro minutos. A nadie se le ocurre transmitir el texto de Rayuela de Julio Cortázar o la película Andrei Rubliov de Andrei Tarkowski.

La actualidad se comprime y se disgrega, hace poco más de un mes una garrapata de un pequeño pueblo de Avila picó a un hombre que murió a consecuencia de ello, pero durante el tratamiento se infectó a una enfermera, que se salvó(supongo). Seguro que entonces la gente localizó el pueblo, muchos decidieron no ir a Avila (a toda la provincia) en esos días, y casi todos buscaron precauciones para evitar que se les pudiera enganchar algún bichejo de esos. Ahora ya ha llovido, habrán salido setas y el 90% de los aficionados seguro que olvidaron las precauciones que tan ávidamente buscaron hace un mes. Seguro que entonces se cruzaron millones de comentarios, consideraciones, advertencias, pero nada queda en este mundo contemporáneo que se interrumpe cada pocos minutos por ramalazos de actualidad.

Lo que desde aquí vaticino es que nunca oiremos mejores músicos que los actuales, ya nadie va a tener tiempo, ni ganas, ni concentración para prepararse tanto como se hacía. ¿Quién se resiste a mirar el contenido de una llamada?, puede ser un cotilleo interesante o gracioso. Hoy es imposible aislarse, concentrarse.
Viviremos la vida que nos quede entre los huecos de los guasap y las notificaciones de feisbuq. 
Quizá   una minoría comprenda que es mejor la vida entera que todo lo que se pierde con estos condimentos y decida renunciar, es posible que unos pocos les sigan en ese camino ascético, pero lo que más creo es que, al paso que vamos, vendrán drogas más duras que engancharán más y peor.
Como acabáis de leer sigo en el otoño, preocupado por el relieve/relevo/otoño de la cultura posterior al invento de la mensajería instantánea y gratuita.

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