miércoles, 14 de junio de 2017

Yo tenía mis ahorros en el Banco Popular.

Hace dos, años estaba harto de mi anterior banco, fui preguntando y en el Popular  me ofrecieron las mejores condiciones; no mi importó que fuera el banco del Opus Dei. Al año siguiente, cuando ya era cliente, bajaron drásticamente las condiciones. Lo suponía, pero "que me quiten lo bailao". Durante todo este tiempo he visto con cierta inquietud sus problemas.
Mi confianza en que "no lo dejarían caer" se unía a la confianza institucional de que al no llegar mis ahorros a los 100.000 euros, los tenía garantizados por el Fondo de Garanía Bancario. Pero ya tenía ganas de que sucediera algo tranquilizador, sobre todo porque mi madre también estaba preocupada por sus ahorros, que tampoco llegaban a 100.000 euros aunque no se fiaba y me llamaba para consultarme a cada nueva noticia: estuvo a punto de sacar el dinero por el pánico que otros le inducían, a pesar de que yo la tranquilizaba.
Supongo que habrá habido un montón de plazos fijos que hayan sido penalizados perdiendo sus intereses, (tampoco es para tanto, estaban al 0,15 %) y se los hayan llevado al Banco de Santander.

Todo el alivio ya se nos ha olvidado. Porque nos aliviamos al saber que lo compraban. Supongo que los trabajadores de ese banco también se habrán aliviado al escapar del frenesí de gente que les vaciaba las arcas y de gente desesperada con dudas y hasta amenazas.
Han pagado un euro por todas las acciones, los accionistas "tocan" a un cero coma muchos ceros de euro. Me parece un error, el Santander se lleva un muerto pero no le costaba nada haber pagado un poco a los accionistas, que le ganarán el pleito dentro de tres o cuatro años, antes de la maniobra cada acción cotizó a 30 céntimos.
Pero ellos sabrán ganar tiempo, dar confianza, seguro que muchos pequeños accionistas no demandarán y le regalarán un pico al megabanco.



De lo que más me asusto yo es del paso del tiempo. Hace tres meses y diez días que se me murió un amigo y parece que hace un lustro. El Brexit, Trump, cada atentado islamista, el ataque informático, los 10 Roland Garros de Nadal.... el tiempo vuela. Se anticipan tanto las noticias, que luego leo en internet, y como al día siguiente han cambiado, todo es asombrosamente efímero, y me mete el miedo de que el tiempo me devore sin darme cuenta.

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