martes, 5 de septiembre de 2017

Camilo José Cela, eras muy grande.

Recuerdo que moriste a principios de este siglo, y moriste mal; enmarañado en la polémica sobre el supuesto plagio de su inesperada novela La cruz de San Andrés; convertido en un viejo manipulado por una joven espabilada, que conseguía que el escritor desheredaras  a tu hijo en favor de la hija de ella; regodeándote en exabruptos, hasta metiéndote con Lorca en el centenario de su nacimiento. Y finalmente siendo llevado su féretro por un montón de ministros del gobierno del PP como sí fueras un político de ese partido.
Hace tiempo leí la biografía de Ian Gibson sobre ti y me gustó, aunque era ácida y encontraba contradicciones en tu obra y en tu vida. Creo que es lo que queríamos leer los que no nos gustaban esas manipulaciones finales en las que te involucraste. Para ello lo publicaron muy poco después de tu muerte.

Pero, Camilo José Cela, eras un escritor muy grande y parte de tu obra es un clásico. Para mí está siendo un gustazo leerte ahora, reencontrarme con tu gracia, contigo mismo, porque la protagonizas en este libro "Primer viaje andaluz". Por cierto, en él se puede leer que sí que admirabas a Lorca. Pero ¿cómo un exabruptuero como tú se iba a privar de dar titulares a los periodistas, si, además, estabas celoso?

Me gustan los libros de viajes, y me gusta tu forma inconfundible de narrar tus andanzas. Labordeta trató de imitarte en un País en la Mochila y fue un éxito, estaba claro y  no es una deshonra imitar a los mejores.

El tiempo da perspectiva y enfría los disgustos. Tu hijo ganó los pleitos y recuperó la legítima herencia que le correspondía, tu fundación, en manos de esa señora de tus postrimerías, quebró.
Así, limpio de polvo y paja, yo disfruto más sinceramente de tu genial escritura.

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