miércoles, 13 de septiembre de 2017

Un panfleto imprescindible.

Como admiro el pensamiento y la escritura de Bertrand Russell, compraré y procuraré leer todo lo que de él caiga en mis manos a un euro. Hace dos semanas cayó Crímenes de guerra en Vietnam y poco he tardado en entrar a su lectura.
La verdad es que parece un poco anacrónico leer ahora sobre Vietnam: un libro escrito hace 50 años; si yo lo he hecho es por devoción al filósofo británico, no porque el tema ahora "llame".
Pero era una lectura necesaria, aunque más o menos supiera todo lo que se cuenta. No es lo mismo haber oído de refilón o visto un documental o varias películas, que plantarte frente a frente ante esos análisis históricos y esos testimonios.

Constantemente surgen documentales sobre la segunda guerra mundial, sobre la perfidia nazi, y aún sobre la estalinista, aunque menos. Lo nazi es algo que tiene mucho mercado. De la guerra de Vietnam hay tres o cuatro películas buenísimas: Platoom, La Chaqueta Metálica, Apocalpse New y El Cazador y un montón de basura proyanki que suelen ser como un videojuego de matar vietnamitas para descerebrados y simples.
Las loas que merecen las primeras dicen lo mejor de la libertad de Estados Unidos y de la imprescindible autocrítica que honradamente se plantean los intelectuales de ese país. Aunque éstos son una minoría, para el norteamericano medio-bajo (mayoritario) estoy convencido que son películas incómodas, antipáticas. Hace mucho tiempo el presidente Ronald Reagan dijo que lo que tenían que haber hecho era "ganar" esa guerra y no perderla.
Fue una guerra no declarada, los estadounidenses estaban allí como asesores-sostenes del insostenible "Vietnam del Sur". En derecho internacional y en el derecho local todo lo que aquellos mataron, arruinaron y contaminaron sus soldados fue asesinato, piratería. Fue mucho y con gran perfidia; emplearon toda su ciencia en destruir y asesinar con toda la saña de que fueron capaces. Cuando el ser humano se propone usar toda su maldad, sea ruso, americano, camboyano o alemán, es horrible. Creo que no tiraron bombas atómicas porque son muy caras, porque no había grandes poblaciones;  también porque hubiera sido otro salto cualitativo, pero este libro repite sin cesar que ningún país ha sido bombardeado como Vietnam, que se bombardeó más que en toda la segunda guerra mundial. Hoy permanecen secuelas en forma de deformidades físicas, cegueras, contaminaciones... y sin embargo los vietnamitas no se han vengado nunca con terrorismo indiscriminado como hacen los islamistas que, por cierto, no han recibido entre todos ni un 10 por ciento de plomo, pólvora y metralla, que los de lo que antes se llamaba Conchinchina.
Mejor así; un mal no remedia otro.
Escribo en el título la paradoja de que este libro es un panfleto imprescindible, porque el análisis es de buenos: como parecieran todos los vietnamitas que apoyan a Ho chi Min, y malos: los americanos y sus lacayos del Sur. La realidad nunca es tan unívoca y se es injusto poniendo todo lo bueno en un régimen político. El libro está escrito en sus principales postulados en 1964, (ya B. Russell tenía 92 años) cuando, en esos momentos, todavía se podía haber detenido mucha muerte y destrucción. Se trata de una clara llamada de atención a los americanos y a occidente. Se supone que al simple americano medio-bajo- mayoritario también le repugna todo lo que aquí se describe, pero probablemente desactivaría a muchos la protesta hacia su gobierno, (porque todos somos nacionalistas y casi siempre nos agarramos al clavo que nos pongan),  si se le dice que los otros tampoco eran santos. Por eso, un panfleto como este buscó dar un mensaje eficaz y urgente (yo no sé en qué medida influyó) lo cual para mí es digno de alabanza y conservaré este libro por la honestidad con la que está escrito y porque creo que todo en él es verdad. A mis años me ha espeluznado y me hace actualizar conclusiones sobre el imperialismo, que existió de esta manera tan brutal y execrable, aunque yo ya lo supiera. Y eso que ahora Estados Unidos, a pesar de Trump, me cae mucho más bien que mal.

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