miércoles, 14 de marzo de 2018

Archipiélago Gulag La mili más larga del siglo XX.


Yo no hice la mili, pero, antes de no hacerla,  escuché con interés muchas milis que me contaron. Las brutalidades e irracionalidades de los soldados y de los mandos, los abusos de todo tipo y el gran tiempo perdido resultaban temibles y anacrónicas. Algo parecido en mínima escala al Gulag, que venía a ser un pretexto para “domar” gente y para explotarlos vilmente, y digo vilmente porque a pesar de todo el esfuerzo en sangre, salud, tiempo, abstinencias y vidas heladas,  la mayor parte de las obras o servicios que se hicieron en aquellos trabajos forzados fueron fallidas o de escasísimo rendimiento; derroche, inutilidad, ruedas cuadradas: una vengativa locura, un desprecio casi absoluto por el género humano.
Y las causas para haber entrado como sujeto pasivo en todo aquello eran muchas veces por haber caído presos de a los alemanes, por sugerir que los nazis comían mejor o tenían artillería de más alcance. O simplemente, por quejarse. Solschemitjin estuvo una década en el Gulag por escribir una carta privada en la que criticaba la mala dirección de la guerra.
Un mundo aplastante, de esclavitud, abusos, soplonería, cavilaciones y temores, del que dudo mucho que se hayan librado las mentes de los rusos hoy, en 2018. Anteayer envenenaron a un ruso y a su hija en Londres.
La omnipotencia del estado en un territorio que era casi medio mundo, de los representantes de aquel pueblo que había sufrido la terrible ocupación y finalmente había derrotado a la bestia nazi, imponían su fuerza y cobraban por aquel sacrificio. Como cuentan algunas violadas, “hicieron lo que quisieron conmigo”
Así se “pasó por la piedra” al pueblo ruso, y con los que cayeron bajo su dominio. Lo hicieron los bolcheviques, que eran minoritarios pero más audaces en la revolución , y de los que sabemos bien no eran mucho peores los estalinistas que los lenininistas o que los troskistas, solo que Stalin duró mucho en el tiempo y se notó más.  Todo aquello fue una lucha paranoica por domeñar al pueblo, por aplastar toda disidencia con el mayor peso que fueron capaces de poner sobre los que identificaron como sus enemigos.  El sueño de la razón engendra monstruos.
Como en todas las narraciones de la mili, habrá exageraciones, fantasías infladas, pues casi todo es tradición oral recogida por alguien que vivió una pequeña parte, pero sustancialmente es verdad, y la  lectura del Archipiélago Gulag es muy enriquecedora  pues ahonda en lo más íntimo del ser humano: lo más admirable y lo más despreciable, lo más valiente y lo más cobarde, lo más edificante y lo más rechazable. Todo aparece en este obra-aluvión que está incompleta, porque es imposible meterlo en un solo libro por largo que sea. 

Viví más próxima la lectura de Ardor Guerrero de Muñoz Molina, es normal, los rusos emplean una violencia ilimitada y esa exageración siempre parece increíble, por real que, no lo dudo, fue. 

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