martes, 15 de mayo de 2018

Triste historia de macarras.

Son macarras los protagonistas activos de esta historia.
La primera acepción actual del diccionario de la Real Academia dice que "dicho de una persona: agresiva, achulada". No cabe duda de que falta educación y sobra agresividad en España, que es el país del mundo sobre el que estoy más informado.
La tristísima historia que tuvo lugar ayer en los mares del Sur de España habla de la agresividad y la chulería de quienes ahora poseen fácilmente unas lanchas a motor potentísimas, que son utilizadas en demasiados casos no solo para navegar prepotentemente (que alguna habrá), sino para cargar droga desde África a España y burlar a la Guardia Civil, de ahí que haya tantas y, en un lugar teóricamente deprimido en lo económico, como es el Campo de Gibraltar, abunden sin ningún misterio.  https://mundocriminal.wordpress.com/2012/05/11/planeadoras-y-otras-bestias-marinas-2a-parte/

No parece que la de ayer estuviera en la faena del contrabando de drogas, -se hubiera sabido ya-, aunque sus ocupantes parece que tenían antecedentes en este campo de la delincuencia, pero muy probablemente poseían ese tipo de embarcación como instrumento no solo de diversión.
Según recuerdo haber oído ayer una lancha potentísima  pasó muy cerca de una pequeña barquita de recreo donde estaban un padre y su hijo de ocho años. No sé qué tipo de macarrada perpetraton los conductores de la lancha, pero una hélice de la máquina destrozó al niño de ocho años. La primera versión de la noticia que oí decía que su padre también resultó herido y fue llevado al hospital.
Es terrible. Me voy a imaginar a la madre del niño, un día de estos, diciendo a su marido, no te lleves al niño, que me dan miedo esos macarras que andan por ahí como si el mar fuera suyo, sin respetar a nadie; un día va a ocurrir una desgracia.
-No, mujer, el niño y yo disfrutamos mucho y yo tengo mis papeles en regla; además, soy consciente que no está bien que esos tipos campen por ahí, pero todos tenemos derecho y si se lo cedemos, se harán con todo. Además, sabes que yo tengo cuidado, no te preocupes.
-Lo importante es que lo tengan ellos, porque frente a esos monstruos que conducen, tu barquito tiene todas las de perder.
-Tranquila, mujer, no seas tan agorera. No pasará nada.

Esta conversación hubiera sucedido entre tantas mujeres y tantos hombres que me permito adjudicarla imaginariamente a este suceso. Los hombres solemos ser menos cautos con los peligros que las mujeres. (no sé si esto se puede escribir ya, a mí me parece un hecho estadístico incontrovertido: es lo que pienso).

No quiero ni ponerme dos segundos en la piel de un hombre al que  destrozan a su hijo unos macarras con una lancha planeadora de esas que se usan por el narcotráfico para burlar a la Guardia Civil. Por eso, desde que oí que el pobre hombre trató de suicidarse de rabia con un destornillador que tenía en su lancha y que es por esas heridas por las que se encuentra en el hospital, no quiero saber más. Lo juro.

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