jueves, 28 de junio de 2012

Seguidores de "no es un día cualquiera"


La radio en vivo.

Lo que los ciegos no podéis ver.

Los ciegos oís con mejor atención la radio, pero todos somos igual de ciegos cuando la escuchamos. Afortunadamente para nosotros la radio puede verse. Y gana. Mi familia es seguidora, somos “escuchantes” del programa No es un día cualquiera que  Radio Nacional de España emite los sábados y los domingos. Dije que es seguidora, porque el año pasado nos desplazamos dos días para verles en Hervás y este sábado les hemos seguido hasta Segovia.

Para los ciegos diré que las hermosas y redondas voces radiofónicas ganan contundencia sonora cuando uno ve como sus propietarios las proyectan al micrófono. Es sorprendente ver la escasa presencia física sus artífices; parece que personas de una carne y un hueso tan corriente no tendrían por qué expeler esa belleza sonora a un micrófono. Esto parece contradictorio, porque cuando concentramos la atención en un sentido deberíamos mejorar en su percepción más que cuando lo distraemos con dos. Creédmelo, estaré sugestionado, (seguramente será un efecto de la emoción), pero cuando les veo allí suenan todavía mejor.



De antología.

Uno de los mejores momentos del programa es la tertulia: la conversación más inteligente que se puede encontrar en las ondas. Funciona como una torre humana, un grupo de castellers, donde todos colaboran con sus ideas a elevar el conocimiento de la audiencia y también el suyo, porque ellos, a diferencia de otros tertulianos, se escuchan, se afinan y se entonan simbióticamente, como si fueran un coro. Y esa labor de que personas busquen con honradez y educación aportar pensamientos (no doctrina, no exabruptos) nos ilumina a todos.
Samper y Nieves Concostrina mirando como nos baliaban una jota unas mozas de Albacete.
Sergio Sauca y Daniel Samper




Además se ve la magia de la voz de los radiofonistas, a veces se ve dormida, los personajes quietos como lagartos que al recibir el turno de palabra la tensan como el arco de las olimpiadas de Barcelona y lanzan a los escuchantes ese regalo oral. Mirar el fluir de los argumentos de un  hombre de talante como Manuel Campo Vidal; ver a un ingenioso colombiano Daniel Samper, nada moreno, porque es hijo probable del aquel sabio catalán de Cien años de soledad; la sorpresa para mí de la clarividencia de un conocido periodista deportivo de la “tele”, Sergio Sauca, todos haciendo música de cámara junto el virtuoso intérprete de realidades Antonio Fraguas Forges... Uno siente que está presenciando un parto, la comadrona lo hace muy fácil, es un alumbramiento feliz y todos nos felicitamos de presenciarlo.







PD: aprovechando nuestra presencia en Segovia pasamos la tarde viéndola. Descubrimos y recomendamos el paseo por el parque del Clamores.












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